Cita en Barcelona

Vilagrà y Bolaños se reunirán el viernes para fijar la fecha del encuentro entre Sánchez y Aragonès

Pegasus, el intruso que 'hackea' la política española

La Generalitat declinó, para evitar la impostura, celebrar una mesa de diálogo en marzo, consciente de que en breve iba a estallar el 'Catalangate'

Madrid. 22.06.22. Política16:00 F El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, se reúne con la consellera de la Presidencia de la Generalitat de Cataluña, Laura Vilagrà. FOTO JOSÉ LUIS ROCA

Madrid. 22.06.22. Política16:00 F El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, se reúne con la consellera de la Presidencia de la Generalitat de Cataluña, Laura Vilagrà. FOTO JOSÉ LUIS ROCA / JOSÉ LUIS ROCA

Xabi Barrena

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Tras meses de calma chicha, primero, y, después, de silencio espeso, a raíz de la eclosión del 'Catalangate, las relaciones entre el Gobierno del Estado y el de la Generalitat se han reactivado con fuerza e, incluso, con prisas. Como ya ocurre en diciembre, las últimas semanas de julio son propicias para la aceleración de aquellos temas que no se desea que queden partidos en dos por las vacaciones, en ese caso, estivales. Para la 'rentrée' de otoño espera el plato fuerte de los Presupuestos Generales del Estado y a él el PSOE y ERC deben llegar con las relaciones restablecidas y las heridas de estos últimos tres meses cauterizadas.

Entre el 18 de abril, día que el 'The New Yorker' desveló el espionaje de decenas de independentistas y el 19 de junio, fecha de las elecciones andaluzas y, por tanto, del batacazo socialista en esa comunidad, solo hubo una reunión al más alto nivel, al inicio de la crisis, con el objetivo del Gobierno de minimizar daños (sin éxito). El viernes, como muestra del cambio de ritmo sufrido y según adelantó EL PERIÓDICO, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se desplazará a Barcelona para reunirse con la ‘consellera’ Laura Vilagrà.

Será esta la tercera reunión entre ellos. La primera, esa que se celebró al poco de saltar el 'Catalangate' a los medios, fue fría y distante, sobre todo, por parte catalana. La segunda, a las 48 horas del batacazo andaluz sirvió para empezar a desbrozar el camino del reencuentro. Y la de mañana ya tiene como objeto preparar la reunión cara a cara que deben mantener Pedro Sánchez y Pere Aragonès sobre el espionaje sufrido por el republicano y por el que, este mismo jueves, presentó una querella. Este cara a cara tendrá lugar en dos semanas (la próxima hay Debate sobre el Estado de la Nación en el Congreso)

La reunión entre presidentes fue una de las primeras exigencias de Aragonès cuando saltó el ‘Catalangate’. Los objetivos del republicano era que sirviera para la obtención de información sobre lo sucedido y de garantías de que no volverá a pasar. Y a través de estos pasos, restablecer la confianza entre unos y otros, hoy aún muy dañada, especialmente, claro está, por la parte catalana.

El presidente del Gobierno tardó relativamente poco en aceptar la reunión a dos, pero fue el Govern el que puso como condición de que el cónclave tuviera alguna utilidad más allá de la meramente gráfica, la imagen para los fotógrafos. Para ello, Bolaños y Vilagrà pactaron redactar un acuerdo marco que reglamente las relaciones institucionales de los dos ejecutivos. De ello también se debatirá el viernes.

Para completar el deshielo, ambos gobiernos prevén que, aún en el mes de julio, se celebre una nueva reunión de la mesa de diálogo y negociación. Este foro ha quedado, desde enero, a expensas de las necesidades electorales de Pedro Sánchez que evitó su convocatoria poco antes de los comicios de Castilla y León, así como de los andaluces. Ya se sabe que la carpeta catalana no es un imán de votos para nadie en casi todas las comunidades españolas.

Entre una cita electoral y otra, de hecho, poco después de los comicios castellanos, y antes de la Semana Santa, el Gobierno ofreció al Executiu llevar a cabo una nueva reunión de la mesa. El Govern, que sabía que en breve iba a estallar el escándalo por Pegasus (había atendido al periodista de 'The New Yorker') declinó. No quería hacer teatro.

Todo ello, por supuesto, cuenta con su derivada interna en el propio Executiu. cabe recordar la polémica abierta en la segunda reunión Vilagrà-Bolaños por la denuncia de Junts de desconocer que esa reunión se iba a celebrar. A eso hay que sumar que los posconvergentes siguen sin aceptar que sus representantes en la mesa de diálogo tienen que ser, Aragonès obliga, miembros del Govern. Aunque en los últimos días, en concreto hace una semana, en la sesión de control a Pere Aragonès, el portavoz de Junts, Albert Batet, se abrió, con condiciones, a participar en el diálogo con el Estado. ¿Flor de un día o cambio estratégico?

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