JUEGO DE TRONOS
Experimentos: de Argelia a 8TV pasando por Santa Coloma
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Las épocas de convulsión política invitan a los experimentos. La innovación es necesaria, pero cuando se hace con la gaseosa de la frivolidad corre el peligro de agravar lo que pretende arreglar. La semana ha estado cargada de las consecuencias de experimentos que, en algunos casos, casi provocan accidentes y, en otros, pueden provocarlos a corto. Desde el año 2008, el malestar domina la escena pública porque lo viejo no acaba de despedirse mientras lo nuevo no acaba de imponerse. Y ello provoca mucha zozobra.
Errores y aciertos de Sánchez en Argelia
Si el gas no llega a Europa por el Norte, tiene que hacerlo por el Sur. Si Pedro Sánchez hubiera dicho esto tan sencillo en algún momento para explicar el giro que le ha dado a la política exterior en el Magreb, la crisis de esta semana no hubiera sido como ha sido. Si se lo hubiera explicado a la oposición en lugar de hacerles un trágala, las cosas no habrían llegado donde han llegado. Contra lo que defiende la prensa atrincherada y algún vaticanista, en esta crisis, Argelia no tiene la sartén por el mango del gas sino que se encuentra en un momento de máxima debilidad por el aislamiento de Putin y porque Estados Unidos, no Trump, ha decidido que su socio de referencia en la zona es Marruecos. Y Alemania, Europa, necesitan gas. De manera que Argelia no tiene a quién venderle gas que no sea la UE (Italia es socio, no competidor, como se ha demostrado el viernes) y el gas no puede pasar a corto plazo por otro sitio que no sea el gasoducto reabierto en Marruecos. Blanco y en botella. Con todo a favor, Sánchez convierte una jugada audaz en un barrizal, en el que se encuentra más cómodo.
Rufián, ¿agotado?
A Gabriel Rufián le han presentado siempre como un experimento de los laboratorios de la política. Es tan cierto como injusto. Los que le impulsaron lo hicieron porque le veían como el estereotipo que políticamente decían combatir, el charnego integrado. Rufián ha sabido explotar siempre ese perfil para afianzarse en el independentismo, pero nunca ha renunciado a lo que en realidad es, heredero de los perdedores de la guerra (de derechas o de izquierdas) que se refugiaron económicamente en Catalunya y se sintieron cómodos mientras los ganadores se trasladaron a Madrid. Vicenç Villatoro lo explica muy bien en la biografía de su abuelo. Para Rufián, la derecha catalana no es diferente de la española igual que para Puigdemont el españolismo de izquierdas es igual que el de derechas. Por eso no se tragan. Y por eso sus tuits levantan grandes pasiones aunque acaben en un vaso de agua. A Rufián le sobra el ansia de tratarlo como un estereotipo por parte de su partido, la última es enviarlo a las municipales en Santa Coloma, y a Puigdemont le sobran esas compañías que consideran que el republicano no es digno de Catalunya porque le faltan apellidos.
Jugar a hacer noticias
Con todo, el gran experimento del momento en Catalunya se está produciendo en el ámbito de la comunicación. La historia es casi un chiste del siglo XX. Van un empresario de la comunicación arruinado con la TDT y enriquecido por la venta de pizzas en Nueva York, un empresario del juego bien tratado por el pujolismo y un conspicuo inversor constitucionalista y compran al grupo Godó la única concesión de televisión privada en Catalunya, alquilan una red de emisoras de radio al grupo mediático de referencia de la izquierda española y contratan a una redacción digital con periodistas etiquetados de una y otra manera. Y el proyecto se lo venden a los políticos como un gran negocio que hundirá a la televisión pública a base de montar debates tipo Sálvame entre independentistas y no independentistas. Y van los políticos y se lo creen, les facilitan los cambios de titularidad de las concesiones y les prometen inversión publicitaria. Que agiten estas aguas los independentistas irredentos y los constitucionalistas simpatizantes de Vox, se puede entender. Que lo hagan las fuerzas que se han comprometido con la agenda del reencuentro, con la mesa de diálogo o con alejar de los mandos a Laura Borràs ya resulta más sorprendente. Algún día aprenderán que no ganaron ni perdieron las elecciones por TV3 sino por hacer experimentos fallidos.
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