Investigación

El rey Juan Carlos acordó con Felipe VI que sus visitas serán sin 'show' y cuando las circunstancias lo aconsejen

Los abogados ultiman los documentos en Londres que buscan el aval de la Corte de Apelaciones para recurrir la sentencia que denegó la inmunidad del emérito frente la demanda de Corinna

El rey emérito Juan Carlos I, junto a su hijo, el rey Felipe VI, durante la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales del Deporte en el Palacio de El Pardo, el 10 de enero del 2019.

El rey emérito Juan Carlos I, junto a su hijo, el rey Felipe VI, durante la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales del Deporte en el Palacio de El Pardo, el 10 de enero del 2019. / EFE / EMILIO NARANJO

Ernesto Ekaizer

Ernesto Ekaizer

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Son 7.473 kilómetros. Esa es la distancia -la que hay entre Madrid y Abu Dabi- que el Palacio de la Zarzuela considera necesaria para mantener, de momento, a Juan Carlos I alejado de la actividad de la Monarquía española y en el destino escogido y gestionado personalmente por el rey emérito con las autoridades de Emiratos Árabes Unidos en 2020. Y a ello se une otra necesidad: la de evitar a partir de este fin de semana, al comenzar el Campeonato del Mundo de Vela de la clase 6 metros, un nuevo 'show' como el de Sanxenxo, durante la visita a esta ciudad gallega que realizó Juan Carlos entre el 19 y el 23 de mayo, cuando aterrizó en Madrid para su encuentro de cuatro horas con su hijo, el rey Felipe VI.

La circunstancia de que, los próximos 29 y 30 de junio, España será la sede de la cumbre de la OTAN también es un acontecimiento a tener en cuenta, señalan a EL PERIÓDICO fuentes consultadas.

El pasado 30 de mayo, Felipe VI, precisamente, dirigió un discurso en el Teatro Real en el acto del 40º aniversario de la adhesión de España a la Alianza Atlántica en la que ratificó el compromiso español y la necesidad de asociar OTAN y UE.

No "contaminar" la cumbre

Esas fuentes señalan que tanto el Palacio de la Zarzuela como el Palacio de la Moncloa prefieren aplazar la visita para no “contaminar” una cumbre internacional con noticias previas en los medios de comunicación con una saga sobre la visita de Juan Carlos I durante el mundial de vela.

La Zarzuela está siendo el blanco de críticas que sitúan al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el malo de la película que protagoniza el rey emérito por su autodestierro en Abu Dabi, y al que Felipe VI debería oponer resistencia. Y, en esa censura, se atribuye a la Moncloa que no promueva, para compensar la mala prensa de su padre, una mayor presencia de Felipe VI en la vida pública y oficial española.

Rafael Spottorno, que ha sido jefe de la Casa de Su Majestad el Rey Juan Carlos y que más tarde renunció a su puesto de consejero de Felipe VI por el escándalo de las 'tarjetas black' de Caja Madrid -por el que fue condenado en firme a dos años de prisión-, señaló la semana pasada que Felipe VI es “infrautilizado por el Gobierno”. Según dijo, “la Monarquía, sin el sostén de las fuerzas políticas, tiene muy frágil vida”.

Objetivo táctico

Sin embargo, fuentes consultadas por EL PERIÓDICO estiman que mantener a distancia a Juan Carlos I no es una imposición como tal de Pedro Sánchez, sino un objetivo táctico que coincide con las necesidades de Felipe VI en esta etapa.

Porque, por ejemplo, cuando da un paso que la Casa de Su Majestad el Rey considera relevante, como fue el anuncio de su patrimonio en abril pasado -una información que, antes de ser hecha pública, el propio Felipe VI comentó en un almuerzo celebrado en el Tribunal Constitucional-, llegó un mes después Juan Carlos I, en mayo, con las escenas de Sanxenxo.

En su obra 'El Mito de Sísifo', Albert Camus apunta: “Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada fragmento mineral de esta montaña llena de oscuridad, forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso”.

Esa roca que debía empujar como castigo cuesta arriba Sísifo, rey de Éfira (más tarde Corinto), siempre rodaba hacia abajo nada más rozar la cima de la montaña. Pues por eso se suele decir "un trabajo de Sísifo".

Complejo escenario judicial

Mientras, en Londres -y estas son noticias que abruman a la Casa de Su Majestad el Rey-, la defensa de Juan Carlos I se encuentra a la espera que los abogados de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la examante del emérito que le ha demandado por presunto acoso, respondan a su solicitud de documentos y piezas previas para justificar la petición de permiso para recurrir ante la Corte de Apelaciones la sentencia del juez Matthew Nicklin del 24 de marzo de 2022 contraria a la inmunidad soberana del emérito. Los abogados de Juan Carlos I esgrimen la existencia de nuevas pruebas en su interés por recurrir.

“Si algo está claro, es que el escenario de Juan Carlos I se complica por momentos”, señala Josep Gálvez, flamante 'barrister' (especialista en litigar ante los tribunales) español en Londres. “Es un laberinto del que es muy difícil que salga bien parado”, enfatiza.

Corinna, por su parte, tiene experiencia en pleitear en los tribunales británicos. Desde el año pasado, su empresa, Apollonia Holdings, compañía registrada en Seychelles, mantiene un pleito civil con su exmarido, Casimir zu Sayn-Wittgenstein, residente en Alemania, al que reclama 50.000 libras esterlinas (58.800 euros), en concepto de un préstamo verbal realizado en 2013 que, según afirma, no le ha reintegrado, y puntualiza que los intereses totales desde 2013 ascienden a 76.309,91 libras (89.700 euros).

“Por lo visto, pone demandas como quien va a comprar tabaco”, ironiza Josep Gálvez.

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