Entrevista

Teresa Rodríguez: "La idea de Yolanda Díaz es buena pero después no tiene tropa"

La líder de Adelante Andalucía asume que la pelea en la izquierda "no es nada personal sino política" y pide hablar de lo que de verdad importa tras su veto en la financiación y su posible exclusión en los debates electorales

Teresa Rodríguez.

Teresa Rodríguez. / EP

Isabel Morillo

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A dos minutos de que arranque el AVE de las 15.43 

Teresa Rodríguez

 destino Madrid con su hija Candela, de año y medio, y su jefa de prensa. Llega al límite y admite que en esta ocasión va "reina". En el tren se produce el encuentro con este periódico el mismo día que ha trascendido que la Junta Electoral ha decidido que Adelante Andalucía, la papeleta con la que concurrirá a las andaluzas y en la que ha puesto una foto de su cara “para aclarar” el lío que hay en la izquierda andaluza, le ha denegado participar en la financiación pública y, posiblemente, también en los debates electorales. Ha sido Por Andalucía quien motivó esa resolución en su contra. “No quiero hablar mucho de eso sino de la iniciativa que llevamos mañana al Senado. Al final ya ha asumido que no es nada personal, solo es política”, zanja rápido.

Ella se metió días atrás con Macarena Olona por su campaña de víctima y ahora no quiere ser "Teresa la llorona" porque tiene claro que “a la gente eso le importa muy poquito”. Más que el dinero (255.000 euros), que no iban a gastar porque al final es un anticipo según los últimos resultados electorales y supondría hipotecarse sin saber si podrían devolverlo, les preocupa la expulsión de los debates y de los espacios de campaña en los medios públicos. Ese veto sí lo ve un escándalo. La resolución de la Junta Electoral les da esperanza. Si los partidos no recurren su presencia podrán estar. Pero Por Andalucía ya recurrió el reparto de fondos públicos y podrían tratar de excluir a Teresa Rodríguez. El plazo acaba el viernes y entonces sabremos qué pasa.

Camino de Madrid quiere hablar de Andalucía a toda costa, pero es imposible no recalar en el ‘gran tema’, el proyecto Sumar de Yolanda Díaz. Rodríguez admite que se siente próxima en muchas cosas y no obvia que cuando ve, desde la distancia, las intervenciones de Pablo Iglesias se siente “muy identificada” y recuerda las injerencias que ella vivió durante años. “La idea es buena, pero no tiene tropa. Lo tiene mal si tiene que lidiar con aparatos tan duros y con tanto colmillo como el del Partido Comunista o Podemos. Un verdadero proyecto nuevo de izquierdas solo nacerá de la sociedad civil, pasó con el 15-M o años antes con IU y el movimiento anti OTAN. O nace así, desde abajo o no será”, avisa quien se divorció de Podemos, tras un lustro de relación, en 2020.

Pasando página

Ya no hay dolor ni resquemor. Nada que ver con el último encuentro, en octubre, de aquel 2020, ocho meses después de aquella separación amistosa pactada con Pablo Iglesias que como bien pronosticaron los suyos acabó en “un divorcio del copón”. Estaba recién expulsada del grupo parlamentario tras una maniobra de IU y Podemos dirigida desde Madrid. Entonces, sus vecinas de la Viña, el barrio de Cádiz donde vive con su marido, el alcalde de la ciudad, José María González ‘Kichi’, se acercaban a mostrarle su apoyo y ella interrumpía la entrevista para discutir por Twitter con Irene Montero. Esta vez habla bien de la ministra de Igualdad y defiende que sus últimas intervenciones en el Congreso, “parándole los pies a la ultraderecha”, han estado “muy bien”.

Sería mucho más fácil subirse con Rodríguez a un autobús o un tren en el camino Cádiz-Sevilla, pero esta vez viaja a la capital para defender junto a la senadora de Adelante Andalucía, Pilar González, una iniciativa para que los fondos públicos de los PERTE se repartan con criterios que favorezcan a los territorios más necesitados. Su salida de Podemos tuvo un detonante, quería autonomía en Andalucía, manos libres. Nunca lo consiguió.

Enseña unos mapas del plan del coche eléctrico para demostrar que al final “el cobalto se saca de Huelva y allí se comen la contaminación” pero los fondos públicos favorecen a aquellas regiones donde ya hay industrias del automóvil y capital privado instalado. “El salvavidas debería ser para las comunidades que se están ahogando y no solo para las que ya están subidas al barco”, señala.

Este será el discurso clave de su campaña política, Adelante Andalucía se presenta como “el único partido andalucista de verdad”, que defiende el territorio sin ser una sucursal de unas siglas que al final responden a otros intereses políticos cuando votan unos Presupuestos o deciden sobre el reparto de fondos públicos. “Si en la crisis de 2008 los fondos públicos apartaron a los más desfavorecidos y rescataron a la banca y al Ibex, ahora, de esta crisis, vamos a salir con una brecha todavía más grande entre el Norte y el Sur”, avisa, convencida de que un partido como el suyo “hace más falta ahora que nunca”.

Hubo contactos de gente del equipo de Yolanda Díaz con Rodríguez, los mediadores de la confluencia andaluza hicieron a su espacio político una oferta política, de modelo confederal, que a la líder de Adelante Andalucía le parece interesante. No cuajó por desconfianza. La pelea con IU y Podemos estaba demasiado reciente. “Faltaba confianza y eso es fundamental”.

Ella está convencida de que el tiempo todo lo cura. Adelante Andalucía, saque o no representación en las elecciones autonómicas, concurrirá a las generales. ¿No se sumaría al proyecto de la vicepresidenta Díaz? “Estaríamos dispuestos a estudiarlo todo, a sumar, pero siempre en un espacio de confederalidad, con un lugar propio para relacionarnos con los demás, pero sin depender de nadie, nuestro partido es andaluz”, avisa.

Combatir a Vox y a Olona

Sabe que al electorado de izquierda la batalla interna exhibida en los dos últimos años le indigna. Más cuando hay “un retroceso grave”, una “ola neomachista, un discurso antifeminista, una amenaza con derechos conquistados” porque oye a los jóvenes de la plazoleta de su barrio y se pone en alerta. Por eso la exlíder de Anticapitalistas está convencida de que toca combatir a Vox y que plantarle cara no es darle alas ni eco ni foco, como le recriminan otros adversarios. “Cuando una fuerza política tiene un porcentaje del 15% de votos, salgan o no en la tele, hablemos de ellos o no, ya están aquí, se han instalado. Esto no es como al principio, cuando eran unos frikis a los que no había que echar cuenta. Ahora hay que combatirlos con argumentos y con guasa”, avisa.

“Es como cuando estás en un grupo familiar de wasap y alguien dice una barbaridad racista o machista. Puedes callarte, puedes indignarte, pelearte y salirte del grupo o puedes intentar combatir con argumentos y desmontar lo que dicen. Al que lo ha puesto no lo vas a convencer, pero posiblemente al resto, sí. Ya no podemos quedarnos callados”, señala la líder de Adelante Andalucía, convencida de que Vox con Macarena Olona al frente no será el Vox con candidatos de perfil bajo con el que el PP andaluz ha toreado la última legislatura.

Los pronósticos en las encuestas son malos para su partido. La división de la izquierda avisan los sondeos que será nefasta. Como mucho un diputado por Cádiz. Ella aspira a cinco y a tener grupo propio. Hará una campaña de bajo coste, con una tartana de esas que se usan para vender comida. Un ‘Adelante Truck’ con el que recorrerá Andalucía y que ella prefiere identificar como “la Tere esa que se pone en todas las ferias”, aludiendo a un puesto clásico de perritos y hamburguesas.

Si no obtiene representación hará lo que le pidan sus compañeros y seguirá o no en función de lo que decidan. “Es el tiempo para un partido netamente andaluz”, insiste. ¿Por qué cree que ‘Por Andalucía’ insiste en expulsarla de todos los espacios? “Ya he comprendido que no es nada personal. Quieren mejores resultados. Su supervivencia depende de nuestra desaparición. Nosotros creemos que no, que hay un lugar para nosotros como partido andalucista de izquierdas pero ellos quieren ‘a su izquierda, la pared’”, dice atribuyendo la cita a Alfonso Guerra, que formuló aquello de “a mi izquierda el abismo”.

En el tren recuerda cuando en 2015, en un media distancia de Sevilla a Cádiz tuvo que bajarse, cambiar de sentido, volver al aeropuerto sevillano y coger una avión camino a Bruselas. Tenían que cerrar las listas andaluzas. La había llamado Pablo Iglesias. No se ponían de acuerdo sobre la cuota territorial, “él quería que hasta el último nombre tuviera su firma”. “Si quieres negociar vente a Bruselas”. Dicho y hecho. Por eso el día que Podemos no llegó a tiempo al registro en una negociación agónica, que al final los dejó fuera de la coalición Por Andalucía de manera formal, se acordó mucho de aquella llamada. “Él es así y nunca cambiará”, zanja, "ahora dicen que está feliz con su podcast". Ella sí que es más feliz y está más cómoda en su proyecto y si no saca representación, pues “ya veremos”.