El futuro inmediato de la política catalana

Pere Aragonès afronta un segundo año de mandato lleno de turbulencias

ESPECIAL MULTIMEDIA | Anatomía del 'aragonesismo'

Tras un aterrizaje suave, el 'president' afronta un calendario lleno de curvas en los próximos meses

Pere Aragonès

Pere Aragonès / David Castro

Xabi Barrena

Xabi Barrena

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Este sábado se cumple el primer aniversario de la investidura de Pere Aragonès como 132º ‘president’. Han sido 12 meses a dos velocidades, con grandes turbulencias externas, como la gestión del final de la pandemia y las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, y, en cambio, cierta tranquilidad en el Govern. Pocos incendios, para lo que se estaba acostumbrado en los ejecutivos de republicanos y posconvergentes, y saldados de manera contundente por el propio Aragonès. Por ejemplo, la polémica sobre la alineación del Govern en la mesa de negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez. Completado este primer año de aterrizaje suave, Pere Aragonès se enfrenta ahora a un horizonte lleno de nubarrones. Se vienen turbulencias.

1.-El cambio de timón en Junts

Uno de los grandes secretos para esa ‘pax’ es que los ‘consellers’ de Junts han acentuado su perfil de ‘consellers’ por encima del de miembros del partido de Carles Puigdemont. Ha habido debate interno, sí, pero no oposición abierta. Coronado todo por la falta de un perfil que ejerciera de líder de la parte posconvergente, habida cuenta que si en algo coinciden todas las voces consultadas es que Jordi Puigneró ni ha tenido la confianza de su partido, ni él ha querido, convertirse en ese faro y operar como contrapeso a Aragonès. Como el republicano sí hizo con Quim Torra.

El ungimiento de la dupla Laura Borràs-Jordi Turull permite augurar variaciones. Para empezar, la finalización del distingo entre Junts-Govern y Junts-partido para explicar esa disonancia entre paz en el Executiu y belicosidad mediática. 

Fuentes republicanas señalan que no les sorprendería que los cambios vayan de los más evidentes, como la entrada de perfiles más agresivos en los órganos de coordinación entre partidos de Govern, a la sustitución del propio Puigneró.

2.-El horizonte de las municipales

Falta un año para las elecciones municipales. Unos comicios en los que ERC y Junts tienen depositadas amplias esperanzas para afianzar, unos, su recién nacida hegemonía (los republicanos) , y para empezar la reconquista del poder, los posconvergentes. La arena en contienda entre ambos será el ‘rere-país’, dada la casi total desaparición de Junts del entramado metropolitano. Y en el ‘rere-país’ las proyecciones de voto, tienen más que ver con el ofrecimiento de un horizonte inmediato de soberanía que con una gestión eficaz del día a día. Más idealismo que ‘realpolitik’. Justo al contrario que en la región metropolitana. Lo que obligará a ERC, y a Aragonès, a ponderar con exactitud dónde pone el fiel de la balanza para no quedarse corto en alguno de los dos cuadriláteros electorales.

3.- Presupuestos de la Generalitat para el 2023

Podría el Govern prorrogar los actuales presupuestos, pero todo (por ejemplo la guerra en Ucrania) aconseja trazar unos de nuevos. Será un nuevo ejemplo de la geometría variable con la que Aragonès trata de equilibrar su eximia mayoría parlamentaria. El límite sigue siendo un pacto con el PSC, al que ERC reconoce como su principal adversario y hasta némesis (derecha aparta). Y la voluntad es iniciar el baile de contactos para las cuentas con la CUP. Aunque vistas las experiencias, las esperanzas se centran, como para el 2021 y el 2022, en los ‘comuns’. Si ya hace seis meses las quejas de algunas voces de Junts fueron notables, bajo el mando interno de la presidenta del Parlament las costuras pueden tensarse.

La llegada de Borràs a la presidencia de Junts augura movimientos sísmicos en el seno de un Govern, hasta ahora, sin grandes estridencias internas

4.-El 'Catalangate' y el apoyo a Sánchez

La gran fuerza, cara a unos, y endeblez, cara a otros, de ERC es su rol clave en la gobernabilidad española. Partido útil, de los que hacen que las cosas pasen, para los pragmáticos; ‘botiflers’ vendidos que pactan con el 155, para los más idealistas. Lo cierto es que, en general, toda relación de este tipo acaba por expirar a pocos meses del fin de la legislatura, lo que permite a ambos bandos, marcar unas mínimas distancias cara a la confrontación electoral. El problema suele ser el motivo y el momento adecuado. El escándalo del espionaje al independentismo puede haber abierto una ventana de oportunidad a los republicanos, a año y medio, como mucho, de las elecciones generales. Las vueltas de tuerca a las que Aragonès somete a Sánchez, excesivas para unos, de cara a la galería para otros, ya han sido trasladadas al Congreso. La gestión de ese distanciamiento, básico para ERC en el ‘rere-país’, puede generar contradicciones internas en un partido que ha defendido que no da apoyo a gobiernos, sino a medidas que ayuden a la gente.

5.-Eutanasia a la mesa de diálogo

Oriol Junqueras trazó un distingo que, en la práctica, supuso la primera palada de tierra sobre la actual mesa de diálogo. Separó el líder republicano el concepto de ‘Negociación’, en mayúscula, de la primera concreción que ha tenido este precepto en el conflicto entre Catalunya y España, y que no es otra que el aún vigente foro. ERC tenía claro, ya el año pasado, que la operatividad de la mesafinaliza con el año 2022, porque las contiendas electorales del 23 hacen imposible su continuidad. Y ya casi en junio, la mesa sigue sin reavivarse. Viendo que en la lista de prioridades de Pedro Sánchez, los cónclaves con el independentismo no hallan hueco, se antoja clave cuándo se va a desconectar la mesa de la respiración asistida. Clave para el principal propósito de ERC, y también el PSOE, de lograr marcar distancias cara las municipales y autonómicas de mayo del 23.

6.-Las generales del 2023 y el riesgo de Vox

Todo cálculo maquiavélico republicano de marcar distancias ante el 2023 electoral que se avecina se construye a partir de la hipótesis de que ERC vuelva a ser decisiva tras las elecciones generales, entre otras razones, desean, para impedir el paso a Vox. Y para dar pie a una nueva de mesa de diálogo. Para ello, la suma con el PSOE, y las otras fuerzas de la moción de censura debería sumar. Y las encuestas van acortando la distancia entre los socialistas y el PP, tras la defenestración de Pablo Casado. Súmese esto a que ERC y el PSC volverán a pugnar por el triunfo en Catalunya de estas generales, con Junts siempre atenta a recordar, desde dentro y desde fuera del Govern, que el objetivo de los republicanos, digan lo que digan en campaña, será pactar, de nuevo, con el PSOE. 

7.- La alargada sombra de Carles Puigdemont

El nudo gordiano de la negociación entre ERC y Junts para la investidura de Aragonès fue el papel que debía desempeñar frente a Carles Puigdemont. Los intentos de los posconvergentes de que el ‘expresident’, vía el Consell per la República, mantuviera las riendas del ‘procés’ fueron rebatidas por el propio Aragonès en sus discursos de investidura en los que avisó que un ‘president’ no obedece “tutelas”. Pasado un año, puede decirse que frente a un Puigdemont en retirada, por ejemplo, de su propio partido (ha dejado la presidencia), Aragonès se ha erigido como la referencia del secesionismo, al menos, puertas afuera. 

Pero todo es reversible, sobre todo si se está a la espera de fallos de la justicia europea que podrían abrir, incluso y según los puigdemontistas más optimistas, las puertas a un retorno a Catalunya de Puigdemont.

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