Caso Pegasus
Moncloa esquiva hablar de Marruecos como autor del espionaje a Pedro Sánchez
La portavoz del Gobierno rechaza hablar de "futuribles" e incluso apunta que igual nunca se llega a saber de dónde procedió el ataque con Pegasus a Pedro Sánchez
Bolaños insta también a no hacer "suposiciones" para no acusar a "entidades, a personas o a países que no tienen nada que ver con esto"
Marisol Hernández
Periodista
Juanma Romero
Periodista
Madrid, 1981. Redactor de Política de 'El Periódico' desde agosto de 2020. Antes, en 'El Confidencial', 'infoLibre', RTVE, 'Público', Telemadrid e 'Interviú'.
Desde su nombramiento en julio, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, se ha enfrentado a muchas preguntas difíciles, pero nunca como este martes ha sido tan patente su nerviosismo y su tensión. La también ministra de Política Territorial protagonizó una comparecencia complicada, tras la revelación, por parte del propio Ejecutivo, de que un agente "externo" espió los teléfonos del presidente, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, a través del programa 'Pegasus'. Un fallo de seguridad que ha puesto en el alambre a la directora del CNI, Paz Esteban. Una intromisión en la privacidad del Estado, en la que detrás podría estar Marruecos, ya que el móvil de Sánchez fue intervenido en el peor momento del conflicto con este país.
Solo pensar en ello ya genera un problema político para el Gobierno, que acaba de sellar su reconciliación con Rabat, tras meses de crisis diplomática, con la concesión al reconocimiento del plan marroquí para el Sáhara Occidental como "la base más seria, realista y creíble" para resolver las diferencias con el Frente Polisario. Un giro histórico a su tradicional neutralidad.
Por eso el Ejecutivo quiere pasar de puntillas sobre esta posibilidad, soslayarla, a pesar de que no es descabellado pensar que Marruecos haya podido espiar al jefe del Ejecutivo. Ya se apuntó a este país en el espionaje a políticos franceses, entre ellos el presidente de la República, Emmanuel Macron. Y fuentes gubernamentales han reconocido que no se puede descartar: "Es una hipótesis como tantas otras, porque Pegasus lo tiene mucha gente".
El Gobierno no quiere lanzarse a esa piscina, a sabiendas incluso de que puede estar llena de agua. Lo ha dejado claro la portavoz y horas antes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. "Es un futurible saber qué consecuencias tendría saber, si es que llegamos a saber, de dónde provino el ataque", dijo Rodríguez cuando se le preguntó qué implicaría que fuera Marruecos y si afectaría al cambio de postura español sobre el Sáhara. "Lo que tenemos claro es que el ataque es externo (ajeno a los organismos oficiales) e ilícito, esas son certezas con las que podemos tomar decisiones en este momento".
Poco antes, en una entrevista en la SER, Bolaños había ido incluso más allá. "No es bueno que hagamos suposiciones", señaló. "Podemos estar acusando a entidades, a personas o a países que no tienen nada que ver con esto". No obstante los datos que se conocen siguen operando en contra de Marruecos. La intromisión en el teléfono del presidente con el 'software' Pegasus se produjo en mayo de 2021, el momento más álgido de la crisis diplomática de la larga crisis que España ha mantenido con este país.
Este martes se ha conocido que el juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama ha abierto diligencias para investigar la denuncia de la Abogacía del Estado por las incursiones ilegales en los móviles de Sánchez y Robles. En su auto cita los informes del Centro Criptológico Nacional aportados que "ponen respectivamente de manifiesto que 'eI dispositivo móvil del presidente del Gobierno analizado fue infectado por Pegasus en 2 ocasiones (el 19 de mayo de 2021 y el 31 de mayo de 2021)", cuando "se produjo exfiltración de información del dispositivo".
Las fechas son muy comprometedoras para Marruecos. El 19 de mayo es justo después de los dos episodios más polémicos del conflicto con Rabat. El 17 de mayo cientos de inmigrantes llegaron a nado a Ceuta con el beneplácito de las autoridades del reino alauí, en represalia porque España había acogido al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en un hospital de Logroño. La propia embajadora en España, Karima Benyaich, aseguró ese día que en las relaciones entre países hay actos que tienen consecuencias "y se tienen que asumir".
Un día después, el 18, fue llamada a consultas y sólo ha regresado a Madrid, 10 meses más tarde, cuando el Gobierno ha apoyado de manera explícita el plan autonomista marroquí. La falta de respaldo a esta propuesta, y no Ghali, siempre fue la base real del conflicto con Marruecos. La oleada lanzada a las costas ceutíes podría considerarse como el primer gran acto de presión de Rabat para que el Ejecutivo entendiera la necesidad de dar un giro a su postura sobre el Sáhara y abandonar su histórica neutralidad. Sólo unas horas después, el 19 de mayo el programa de espionaje Pegasus se coló en el teléfono del presidente del Gobierno.
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