Por 176 votos a favor y 172 en contra y una abstención

Sánchez salva otro 'match ball' de la legislatura pero ahonda la fractura con ERC

El Gobierno logra sacar adelante el plan de respuesta a la guerra de Ucrania, aunque por la mínima, gracias a Bildu y con el no de republicanos y PP

El presunto espionaje a más de 60 dirigentes y activistas independentistas ha enturbiado el ambiente y puesto a prueba la resistencia del Ejecutivo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aplauden con la bancada socialista la convalidación del decreto ley anticrisis, este 28 de abril de 2022 en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aplauden con la bancada socialista la convalidación del decreto ley anticrisis, este 28 de abril de 2022 en el Congreso. / DAVID CASTRO

Juanma Romero

Juanma Romero

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El fantasma de la votación de la reforma laboral, hace menos de tres meses, había planeado en las últimas horas en el Congreso pero se largó. Esta vez, no hubo sustos ni convalidaciones salvadas por el error de un parlamentario del PP. El real decreto ley de medidas anticrisis, para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania, salió adelante este jueves sin contratiempos, por la mínima, con un colchón pequeñísimo aunque algo mayor (cuatro votos), pero tras unos días de frenesí en los que el Ejecutivo a punto estuvo de trastabillar y caer derrotado. De hecho, el Gobierno de Pedro Sánchez solo pudo respirar tranquilo una vez que EH Bildu, sobre las 9.30, solemnizó el voto a favor, cerrado muy poco tiempo antes. Los cinco diputados de la formación 'abertzale' acudían al rescate de un presidente muy presionado por el 'caso Pegasus'. Sánchez salvaba lo que era más que un mero trámite parlamentario, pero agigantaba su distanciamiento con ERC, que por segunda vez rechazaba un texto de enorme importancia simbólica y práctica para el bipartito. Las dudas sobre la relación con los republicanos sí que no se evaporan. Crecen.

El plan de respuesta a la guerra de Ucrania, el que contiene medidas como la bonificación de 20 céntimos por litro de combustible, el tope a los alquileres, la subida del salario mínimo o las ayudas directas a transportistas o a los sectores más afectados por la crisis, resultó convalidado finalmente por 176 votos frente a 172 y una sola abstención.

En el sí, con PSOE (120) y Unidas Podemos (33 más la parlamentaria canaria Meri Pita, ahora en el Mixto), se alinearon PNV (6), Bildu (5), PDECat (4), Más País (2), Compromís (1), BNG (1), Partido Regionalista de Cantabria (1), Nueva Canarias (1) y Teruel Existe (1). En el no, convergieron finalmente el PP (88), Vox (52), ERC (13), Ciudadanos (9), Junts (4), CUP (2), los exdiputados de UPN Sergio Sayas y Carlos García Adanero (2), Foro Asturias (1) y el exparlamentario naranja Pablo Cambronero. La única abstención procedió de Ana Oramas, la diputada de Coalición Canaria. Todos los votos cuadraron esta vez y todo marchó según lo previsto. Al milímetro. Además, el decreto se tramitará como proyecto de ley, lo que permitirá a los grupos introducir enmiendas, gesto que oficializó la Moncloa la víspera para acabar de atar los apoyos.

Sánchez reivindica la "política sana", la que conecta con los ciudadanos, frente a la "política malsana", la que "da la espalda a la calle". Gana el interés general, dice, frente a la "politiquería de algunos"

La Moncloa sintió, como ocurrió con la reforma laboral, que se precipitaron las voluntades y razones de los grupos —de los de la oposición más pura y dura y de los socios habituales— para infligir un castigo a Sánchez. Como decía una ministra, que todos "querían que saliera convalidado el decreto", porque lo contrario sería difícilmente explicable a los ciudadanos, "pero no con sus votos". Por eso el titular de la Presidencia, Félix Bolaños, arrancaba el pleno con la defensa del texto y con unas palabras que resumían el latir del Ejecutivo: "La votación no va del Gobierno, va de ayudar a los ciudadanos".

Sánchez, al concluir el pleno, hizo ante los periodistas una "reivindicación de la política sana", la que "conecta con las demandas y necesidades de los ciudadanos en un momento de extraordinaria incertidumbre", que ganó este jueves frente a la "política malsana, que es la que da la espalda a la calle". "Al final ha prevalecido el interés general frente a la politiquería de algunos", se felicitó, tras mostrarse "satisfecho" por el resultado.

Cambio de clima en menos de un mes

Hace menos de un mes, el 30 de marzo, cuando Sánchez presentó su plan económico a la Cámara, quedó en el ambiente que no tendría muchas dificultades para sacarlo adelante. Los grupos hacían apostillas, algunos consideraban que era insuficiente y no bastaba, otros, como el PP, que debía incluir más bajadas de impuestos... pero poco más. Era imposible prever que la negociación se convertiría en otro potro de tortura para el Gobierno y en otra prueba de resistencia para Sánchez. Pero el 'Catalangate', el presunto espionaje a más de 60 dirigentes y activistas soberanistas, según el canadiense Citizen Lab, lo cambió todo. No solo por el agrietamiento de la interlocución con ERC, cuyas consecuencias están por medir aún, sino por el serio aviso que lanzaban otros aliados habituales del bipartito. El viento se ponía en contra. Muy en contra.

Los apoyos acabaron de atarse poco antes del pleno. Los últimos fueron los de Teruel Existe, BNG y Bildu. La formación 'abertzale' resultó totalmente decisiva para salvar el decreto

Este jueves, de hecho, arrancaba con la votación en el aire, con 169 síes, pero paulatinamente se sumaron los de Teruel Existe (Tomás Guitarte), Bildu —la fuerza que salvó la convalidación— y BNG (Néstor Rego). Cada voto contaba, vaya si contaba. La Moncloa, que pensaba hace unos días que Alberto Núñez Feijóo no podría permitirse rechazar el texto, tuvo la certeza de que se iba al no en la tarde del miércoles, tras el trasiego epistolar entre el vicesecretario económico de Génova, Juan Bravo, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Los populares, sin embargo, alegaban que deshojaron la margarita este mismo jueves, cuando comprobaron que Sánchez prefería "ceder" ante Bildu y no ante Feijóo.

El pleno, sin embargo, pasará a la historia de esta legislatura por la muesca que se produjo en la tumultuosa relación Gobierno-ERC. La formación republicana decidió en la noche del miércoles su no, y este es un "primer aviso" al Ejecutivo, porque la titular de Defensa, Margarita Robles, "debe dimitir", en palabras de la diputada Montse Bassa. Pero Sánchez no piensa dejar caer a su ministra y de hecho respondió con un "por supuesto" cuando los periodistas le preguntaron si mantenía la confianza en ella. "Conocen intimidades de nuestras familias, amigos y allegados", reprochó una durísima y breve Bassa.

Sin gestos hacia ERC

Bolaños no había lanzado ningún mensaje de cercanía a ERC en el arranque de la sesión, pero tampoco lo hizo el presidente al salir de la Cámara. No hizo distingos entre aquellos que caen en la "política malsana": "La pena es que el PP y otros partidos se apuntan al 'cuanto peor, mejor'. No es momento para anteponer intereses partidistas que pueden ser legítimos en otros contextos".

Bildu, totalmente decisiva en la votación, afirma que apoya el decreto por "responsabilidad", pero no al Gobierno, con quien se ha abierto "una brecha"

Tampoco dio mayor importancia al hecho de que fue Bildu quien le salvó el plan de choque, porque lo trascendente es "qué se votaba" en el pleno, el contenido del decreto. La izquierda 'abertzale' apoyó el texto, dijo su portavoz, Mertxe Aizpurua, "por responsabilidad y compromiso con la ciudadanía", aun siendo consciente de que el presunto espionaje es un conflicto "grave" que ha "abierto una brecha" con el Ejecutivo. En esta ocasión, Bildu no coordinó su voto en absoluto con ERC "Aprobaremos el decreto por la gente, no por el Gobierno", afirmó rotunda Aizpurua. También Bolaños había apelado a los ciudadanos de a pie. "Voten como votarían las personas [que les eligieron] si se sentaran en ese escaño", rogó a sus señorías, aunque para entonces el ministro ya sabía que la partida estaba ganada.

Junts y CUP, partidos también presuntamente espiados, se acomodaron en su previsible no. Pero el PDECat y el PNV, aunque duros con el Ejecutivo por los supuestos seguimientos, separaron el 'caso Pegasus' del decreto, como quería la Moncloa. Ambas formaciones resultaron decisivas. Todas las que apoyaron a Sánchez lo fueron, porque los socialistas fueron procurándose voto a voto hasta completar una mayoría absoluta.

El cierre del debate, no demasiado tenso y ligero, corrió a cargo del representante del PSOE, Pedro Casares, miembro de la ejecutiva federal del partido. Sorprendió por su dureza contra el PP y por el tono encendido, casi mitinero, de su discurso. Levantó en pie a su bancada, que le gritó "¡otra, otra!" entusiasmada. Para entonces, el pescado estaba vendido. Pero eso no quitaba para que las dudas hacia el futuro se repitieran. Porque ahora ya ERC no es un socio tan disponible como antes. No es poca cosa, porque a la legislatura le queda un año y medio teórico de vida y los republicanos proporcionaban un combustible vital para el Gobierno. Gasolina que, como poco, ahora será mucho más cara.

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