Terremoto en el sistema político | Videoanálisis de Verónica Fumanal
La posibilidad de una tercera guerra mundial bajo la amenaza de Putin está marginando uno de los cambios en el sistema de partidos más importante de los últimos tiempos
Verónica Fumanal Callau
Especialista en comunicación política.
España es un país con una fuerte predilección por la política doméstica, la internacional suele ocupar las colas para no decir que no estamos en el mundo. Sin embargo, la posibilidad de una tercera guerra mundial bajo la amenaza de Putin está marginando uno de los cambios en el sistema de partidos más importante de los últimos tiempos. A excepción del principal partido de gobierno, en el que, tras años de convulsión, el poder ha traído paz orgánica, la orografía de las fuerzas políticas está mutando de forma similar al terremoto tras el 15-M. Veamos en qué sentido.
El PP defenestró a su dirección en cinco días y encumbró a Alberto Núñez Feijoó en uno a través de una votación fantasma en el que no participó ni el propio candidato. El nuevo líder quería separar su designación oficial lo más posible de la investidura del nuevo gobierno de Castilla y León, que inaugura una nueva etapa en la política española en la que la extrema derecha estará presente en los ejecutivos y presidiendo cámaras legislativas autonómicas.
Sin embargo, Vox se está tomando su particular venganza haciendo que ambas efemérides coincidan en el tiempo haciendo que el tiempo de Vox, sea el tiempo de Feijoó. El presidente gallego lleva días de campaña, sin embargo, solo acapara titulares cuando se enmienda a sí mismo a través de Twitter o cuando utiliza expresiones de la ultraderecha, así que no sabemos qué tipo de oposición le espera a este Gobierno, si se impondrá la moderación al fin en el PP o si Feijoó hará moderado a Casado. Una incógnita no menor.
Vox y Podemos
Vox le ha tomado el pulso a la calle y la ha hecho suya al puro estilo Manuel Fraga. Espolea la antipolítica allá donde está, convirtiendo el "no nos representan del 2015" en un eslogan de la ultraderecha. El léxico belicista de "echar al Gobierno", "desalojar a los okupas" o "Gobierno ilegítimo" campa a sus anchas entre cada vez más votantes conservadores y sectores estratégicos que logran una gran atención mediática. Sin programa alternativo y el insulto por bandera, los de Abascal están preparando el terreno de las próximas elecciones en el terreno que mejor manejan con una narrativa imposible de combatir desde la lógica, la razón y las prácticas democráticas.
Unidas Podemos está sumida en una grave crisis interna. El proyecto de Yolanda Díaz es precisamente eso, su proyecto, así lo entienden referencias mediáticas de los morados como Pablo Iglesias, cada día más alejado y crítico con su ungida. La división de los ministros de Unidas Podemos es cada día más evidente, por un lado, Yolanda Díaz, Alberto Garzón y Joan Subirats, por otro, Ione Belarra e Irene Montero. Esta división es letal para un partido político que debe reconstruir su espacio, volver a tener referentes claros y saber diferenciarse de su principal socio una vez ya es el otro partido de la izquierda institucional.
Catalunya y Euskadi
El espacio independentista en Catalunya también está mutando de forma acelerada. De la ficticia unión de todas las vertientes ideológicas bajo un mismo paraguas soberanista a la atomización total del espacio político una vez la Asamblea Nacional Catalana ha decidido concurrir con lista electoral propia. Y es que los tiras y aflojas de los socios del Govern son la antesala de una crisis de gobierno que culminará con una separación total comparable a la que tradicionalmente había mantenido alejados a CiU y ERC, ambos siempre más cómodos con el PSC que entre ellos. Esta reconfiguración del espacio independentista puede empujar la supremacía del eje ideológico en el que la izquierda en Catalunya obtiene una amplia mayoría de gobierno.
Por último, cabe señalar el cambio sutil que también está aflorando en Euskadi en el espacio que comparten PNV y Bildu, si bien es cierto que el PNV conserva el estatus de partido de estado nacionalista, Bildu está diferenciándose en el Congreso con una estrategia muy marcada en el eje ideológico de la izquierda, mientras que tan apenas acciona la cuestión identitaria. Juega a ocupar el espacio que en las generales llevó a Podemos a ser primera fuerza, ante un PNV escorado a la derecha con un alter ego progresista que juega a ser partido de estado en la política nacional.
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