Un año de las elecciones catalanas

Junts, a la espera de líder y cohesión

Pese al cuestionamiento interno, Borràs despunta como única candidata viable a la presidencia ante la falta de alternativas sólidas

La presidenta del Parlament  Laura Borras  amb l expresident de la Generalitat  Quim Torra  i el vicepresident en funcions  Pere Aragones  despres de la sessio de constitucio de la cambra  el 12 de marc de 2021  (Horitzontal) Job Vermeulen ACN

La presidenta del Parlament Laura Borras amb l expresident de la Generalitat Quim Torra i el vicepresident en funcions Pere Aragones despres de la sessio de constitucio de la cambra el 12 de marc de 2021 (Horitzontal) Job Vermeulen ACN / Job Vermeulen

Fidel Masreal

Fidel Masreal

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Un año después de un resultado electoral digno pero insuficiente, la asignatura pendiente en Junts es poner orden y aclarar debates internos de carácter estratégico y personal. Ambos retos, trenzados en una compleja red a veces espesa y protagonizada por las suspicacias, que ponen en jaque la estabilidad y generan un interrogante: ¿quién manda?

La clave del partido pasa por cómo tratar de remontar el tercer puesto obtenido en los comicios de febrero de 2021. ¿Con qué estrategia y con qué candidatos? La respuesta está en construcción pero, pasaría, por ahora, por combinar confrontación y buena gestión y bajo la batuta de Laura Borràs, pese a que genere no pocas dudas o, directamente, animadversiones internas por su estilo y por su hoja de ruta. Mientras, el secretario general, Jordi Sànchez, también se sabe cuestionado.

Desde la noche electoral, las distintas almas de Junts -pactista y convergente, desafiante y rupturista- se pusieron de manifiesto a la hora de negociar con ERC la investidura del 'president' Pere Aragonès. Sànchez pilotó las conversaciones prometiendo, de entrada, que no enviarían al republicano a la papelera de la historia, pero, posteriormente, las voces más duras lanzaron el aviso de que podrían incluso repetirse los comicios si no se satisfacían las exigencias de Junts.

Finalmente, Sànchez pactó con Aragonès un Govern en el que ambos partidos cedían. Junts mantenía como plan b a la mesa de diálogo la confrontación que abandera el 'expresident' Carles Puigdemont y ERC renunciaba a un Govern en solitario. Ese acuerdo levantó ampollas entre los más radicales, que se sintieron traicionados por el secretario general por falta de información.

Sin alternativas

Los recelos internos no han cesado, pero han aparecido nuevos factores. Por un lado, la entrada en el Govern de los 'consellers' del partido ha reforzado una exigencia interna: demostrar capacidad de gobierno, gestión y fiabilidad. Este es un mensaje nítidamente neoconvergente, que el partido debe combinar con otra estrategia, la protagonizada por Borràs como presidenta del Parlament, basada en el relato de forzar constantemente las estructuras legales para demostrar voluntad de reeditar la desobediencia del 1-O, aunque finalmente acatara a la JEC con la suspensión del cupero Pau Juvillà.

Los gestos de Borràs generan un profundo rechazo en un sector que trata de recolocar a Junts en la centralidad y a los que piden más honestidad en la gestión de lo público. Pero todos coinciden en un punto: no hay alternativa hoy por hoy a Borràs como candidata si se repitieran hoy las elecciones. "Atrae como nadie a las bases, hace sentir importante a la gente, está en todas partes", describen dirigentes del partido.

Además, las posibles alternativas están más bien apagadas: el vicepresidente del Govern y supuesto coordinador de los 'consellers' de Junts, Jordi Puigneró, no ejerce como tal, según admiten en el Executiu, y ha decidido no competir por ningún liderazgo. Y el titular de Economia, Jaume Giró, cuenta con una gran valoración de los cuadros, pero no dispone de 'tropa' entre las bases, por lo que, en un combate mediático ante unas eventuales primarias, quedaría claramente superado por Borràs.

Las municipales, clave

En el horizonte, un congreso en verano en el que podría quedar de nuevo pospuesta la batalla o el debate interno en torno al liderazgo orgánico de Sánchez. El nombre alternativo, Jordi Turull, no está por la labor de generar ahora un enfrentamiento interno, pero se deja querer por las bases. La prioridad que genera una pausa en las hostilidades son las próximas elecciones municipales, en las que la estrategia de la confrontación inteligente vivirá otra prueba de fuego. Junts confía en conseguir un resultado digno, arañando el poder local que todavía atesora el PDECat. Pero los resultados en la capital, Barcelona, suponen otro interrogante.

Un año después, pues, la dicotomía en Junts sigue plenamente instalada: los miembros del Govern aseguran que trabajan en el día a día con la prioridad de demostrar capacidad de gestión, y los choques con ERC en el Consell Executiu se cuentan por tres: el de los nombres propuestos por Junts para la mesa de diálogo, la discrepancia sobre la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat y el conflicto por la actuación de Borràs en el Parlament sobre Juvillà al haber entrado en disputa con el 'president'.

La única receta y conclusión en el partido es que solo el eventual regreso de Puigdemont puede sacudir la vida de la formación y del Govern. Mientras, tratarán de convivir unos con otros con un único objetivo común: desalojar a ERC del poder, desgastando a los republicanos cuando, eventualmente, la mesa de diálogo no dé resultados. Pero, incluso en ese momento, la alternativa que pueda plantear Junts, está todavía por definir.

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