Tensión interna en el PP

Casado se la juega si pierde el trampolín que buscaba en Castilla y León

ayuso casado

ayuso casado / José Luis Roca

Pilar Santos

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Pablo Casado buscaba en las elecciones de Castilla y León un trampolín personal que dejara claro a todos los españoles que ha llegado el cambio de ciclo. Quería mandar el mensaje de que el triunfo de su principal rival interna, Isabel Díaz Ayuso, el pasado mayo, se debió a que la siglas del PP han resurgido ya de las cenizas de la moción de censura y no tanto al tirón de la política madrileña. Sin embargo, si esta noche de domingo el resultado que obtienen los populares es similar al que tenían (29 procuradores) y necesitan una docena de escaños de Vox para mantener la Junta, la operación de adelantar los comicios habrá sido un fallo estratégico que desmonta la tesis de Casado y retrata la realidad: Ayuso arrasó por ella y no por las siglas. En caso de que el vuelco sea total y el PP pierda ese feudo en el que gobiernan desde hace 34 años y del que salió José María Aznar, el liderazgo de Casado quedaría más tocado aún. "Es que no quiero ni pensar en esa posibilidad. Sería equiparable a cuando el PSOE perdió Andalucía", se lamenta un parlamentario de Castilla y León.

El ímpetu de los conservadores ha ido debilitándose según avanzaba la campaña electoral y los últimos sondeos privados que manejan los partidos los colocan en torno a los 30 procuradores y no en los 40 que decían hace tres semanas que conseguirían. La mayoría absoluta está fijada en los 41. La imperiosa necesidad de llegar a un pacto con Vox para alcanzar esa cifra mágica y poder seguir presidiendo la Junta, da un poder a la fuerza de ultraderecha que hace temer lo peor al equipo de Casado. Santiago Abascal ha asegurado que ese respaldo no será "gratis" y no descarta reclamar consejerías si saca en torno a los 10 procuradores.

Sería la primera vez que el PP gobernara con Vox, ya que hasta ahora los radicales han facilitado con sus votos investiduras y presupuestos, pero sin reclamar poder en los ejecutivos autonómicos o los ayuntamientos. Esa alianza entre ambas formaciones podría convertirse en una losa para el PP en las próximas elecciones, ya que la izquierda podría volver a utilizar a la ultraderecha como un factor movilizador, como ha ocurrido en esta campaña. Los sondeos otorgan a Vox el crecimiento más destacado con diferencia: pueden pasar de 1 escaño a 12 al captar votos del PP y también de Ciudadanos, que lucha por mantener la presencia en las Cortes (ahora tiene 12 procuradores y la mayoría de las encuestas le dan 1). Fuentes del equipo de Casado consideran que necesitan un 60% de participación como mínimo para poder alcanzar la mayoría absoluta con Vox.

El resultado marcará la hoja de ruta a corto plazo: la fecha de las elecciones en Andalucía y del congreso del partido en Madrid

El freno de Moreno

El resultado de este domingo marcará la hoja de ruta a corto plazo del PP. Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, ya frenó las sugerencias del equipo de Génova en mayo para que convocara rápidamente las elecciones tras el éxito de Ayuso. Es uno de los barones con más peso del partido y logró imponer su criterio. "Mejora cada mes en las encuestas internas. Es increíble", comenta un asesor del partido conocedor del debate interno.

Casado, en su estrategia de demostrar el cambio de ciclo, pretendía que al triunfo en Castilla y León le siguiera pronto otro en Andalucía para afianzar ese marco mental de que al PSOE y a Pedro Sánchez les queda poco tiempo. El propio Moreno habló de adelantar las elecciones a junio u octubre, aunque la legislatura acaba en diciembre, cuando se cumplen los cuatro años de las últimas. Pero el marcador electoral de este domingo puede alterar esos planes y también devuelve a los focos una crisis voluntariamente aparcada durante la campaña: la fecha del congreso del PP de Madrid. Ayuso empezó en septiembre a reclamar a Génova que lo convocara cuanto antes para que ella pudiera coger esas riendas y ser presidenta del Gobierno autonómico y también del partido, como ocurre con Alberto Núñez Feijóo o el propio Moreno. Casado, temeroso del poderío de la presidenta, retrasa esa decisión que, a partir de esta semana, volverá a atormentarle.

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