Margen de solo tres votos

El Gobierno salva por la mínima y al límite la reforma laboral

El sí del PDECat y UPN asegura 176 votos al Ejecutivo, por los 173 del bloque del no. El texto saldrá adelante, pero no con la mayoría de investidura

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, este 2 de febrero de 2022 en los pasillos del Congreso.

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, este 2 de febrero de 2022 en los pasillos del Congreso. / EUROPA PRESS / EDUARDO PARRA

Miguel Ángel Rodríguez
Juanma Romero
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Es casi un must en estos tiempos líquidos de la coalición: negociación hasta ultimísima hora con los grupos. Sobre la bocina, pero con tanto final a favor del Gobierno. También ha ocurrido con la reforma laboral, el proyecto estrella de Yolanda Díaz, la norma que para Unidas Podemos bien valía una legislatura y su entrada en el Gabinete. El texto que encarna el paso del ecuador de legislatura para Pedro Sánchez y la medida icono de los compromisos contraídos con Bruselas a cambio de los fondos europeos. Todo eso convergía en un real decreto ley de 54 páginas, producto del acuerdo con patronal y sindicatos, que conseguirá este 3 de febrero la necesaria convalidación del Congreso para continuar vigente y enterrar, ya sí, la legislación del PP de 2012.

Tras el sí PDECat y Unión del Pueblo Navarro, amarrado la tarde del miércoles, el Gobierno acude tranquilo al debate, con la garantía de que cuenta con el respaldo de 176 votos, por los 173 que tendrá enfrente. Aprobará la reforma, si no hay sorpresas ni fallos fatales, por un ajustadísimo margen de tres votos. Pero la negociación seguía abierta, sobre todo con el PNV, ya que el Ejecutivo buscaba un mayor colchón para evitar contratiempos. Las posibilidades de que los nacionalistas vascos y ERC virasen al menos hacia la abstención eran, no obstante, mínimas.

Los 176 votos los aportan PSOE (120 diputados), Unidas Podemos (34), Ciudadanos (9), Más País (2), Compromís (1), Teruel Existe (1), Coalición Canaria (1), Nueva Canarias (1), PRC (1), y los dos últimos partidos en sumarse, PDECat (4) y UPN (2). En el no se sitúan PP (88), Vox (52), Bildu (5), Junts (4), CUP (2), BNG (1), Foro Asturias (1), el exdiputado de Cs Pablo Cambronero y, con casi total seguridad, ERC (13) y PNV (6). El texto, como exigía el PSOE, no sufrirá cambios: no se tramitará como proyecto de ley.

El bipartito salvará su decreto, pero no será una jornada feliz en la Cámara baja. La votación, cogida con alfileres y fruto de delicados equilibrios, dejará muchas heridas. Se quiebra la mayoría de investidura y cuaja una suma alternativa en la que convergen derechas e izquierdas y que alimenta el fantasma de la geometría variable tan anhelada por Sánchez y de la que tanto abominaba UP. Para Díaz es, de hecho, un éxito muy amargo, porque su pretensión de agrupar a los socios habituales en torno a su proyecto emblemático naufraga.

La votación sella una mayoría alternativa, la geometría variable anhelada por los socialistas. Para Díaz es un trago amargo, pero también deja fracturas en la derecha

Pero ella, al igual que sus compañeros de Unidas Podemos, comenzó a cargar duramente contra los republicanos. Los morados necesitaban recoger cable, reconducir su relato: admitir que el texto prosperaba con la derecha y con el portazo de PNV y ERC, en la que ha operado, según el análisis compartido con los socialistas y otras fuerzas, su deseo de atizar a la vicepresidenta, intentando recortar su estrella electoral. Para la formación independentista, el decreto se queda corto, por mucho que lo apoyen CCOO y UGT, sindicatos mayoritarios en Catalunya.

La vía Cs fue aquella en la que confió el PSOE cuando percibió que ERC y PNV se mantenían rocosos y la que le permite ahora vestirse de opción centrada a las puertas de las elecciones de Castilla y León del 13-F. Pero la derecha también sufre: naranjas, PDECat (socio habitual del bipartito), CC y UPN se suben al sí, atendiendo a la petición de la patronal, mientras PP y Vox se encastillan en el no, bando que comparten ERC (muy presionada por los sindicatos), PNV y Bildu. UPN es, además socio electoral de los populares en Navarra y suele concertar su apoyo con ellos. La reforma dibuja, pues, hondas fisuras en todas las direcciones.

"Culminar" la legislatura en 2023

La de este miércoles fue otra jornada larga de negociaciones. A primera hora, se sucedieron los llamamientos de las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz a los grupos. Esta abandonaba el pleno del lado de Félix Bolaños, el partenaire socialista de la negociación, para evidenciar la unidad de acción del Ejecutivo. Cierto: en las últimas horas, según se confirmaba la vía Cs, la vicepresidenta sincronizó su discurso con el socio mayoritario y enfatizaba que lo importante era que el decreto saliera, al margen de con quién.

Sánchez considera que la estabilidad está “garantizada” al margen de esta votación, aunque amplía el foco y mira hacia grandes consensos

La apelación a los grupos la secundó desde Emiratos el propio Sánchez. El jefe del Ejecutivo, que presidió el Día de España en la Expo Universal de Dubái, insistió en que la reforma es un "acuerdo de país" que ha de ser convalidado en sus términos porque representa "a todos". No descartaba ningún voto ni daba nada por hecho. Eso sí, dio un recado a los socios: la "estabilidad política está garantizada" al margen de la votación de este jueves. Su propósito es "culminar" la legislatura y convocar elecciones una vez concluya la presidencia española de la UE, en diciembre de 2023.

Hasta entonces, afirmó, "todos los partidos" deberán "garantizar" que aquellas normas que cuenten con un "amplio respaldo social" cuenten con el plácet de las Cortes. El presidente no cree que quede tocado el bloque de investidura con la apretada votación de este jueves, pero también lanza el mensaje de que quiere ampliar el foco, armar consensos transversales. Con la premisa, argumentó, de que las formaciones que obstruyen y no "arriman el hombro" son castigadas por los electores, como demostraron las elecciones portuguesas del pasado domingo.

El PDECat justifica su respaldo porque hacer decaer el decreto sería un "golpe mortal al diálogo social", mientras que UPN lo explica por "responsabilidad y sentido de Estado"

Por la tarde, el panorama se despejó. El PDECat, que había cerrado hace días su apoyo, anunció su sí. Su portavoz en el Congreso, Ferran Bel, remarcó que respaldó la norma del PP de 2012, igual que hará con la del actual Gobierno, que no deroga la anterior pero sí ha sido acordada por los agentes sociales, algo "capital", por lo que si fuera tumbado el texto sería un "golpe mortal al diálogo social". Bel elaboró una completa argumentación para justificar su voto positivo, a cambio del cual el Gobierno velará por las condiciones laborales del tercer sector. Pero los posconvergentes han cerrado más asuntos con el Ejecutivo, cuyos detalles no quiso desvelar por ahora el portavoz.

Minutos después, confirmó el apoyo, desde Pamplona, el presidente de UPN, Javier Esparza, que negoció directamente con el ministro Bolaños, con el portavoz socialista, Héctor Gómez, y con el número tres del partido, Santos Cerdán. Los foralistas votan sí "por responsabilidad y por sentido de Estado", porque no creen que esta votación sea un "plebiscito" sobre Sánchez, informa EFE. Sus dos diputados en Madrid, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, no han formado parte de las conversaciones.

ERC rechaza el "trágala"

Los números, por tanto, ya daban al Gobierno. Pero justos. Por eso seguía abierta la línea de diálogo con ERC y PNV, y continuará hasta última hora. Pero la parte socialista del Ejecutivo ya asumía que sería difícil atraerlos. Más aún a los republicanos, que consideran la negociación un "trágala" y que acusan a Díaz de haberse "pasado de frenada" al dar por hecho su respaldo, en palabras de su portavoz en Madrid, Gabriel Rufián.

Llegar hasta el 3-F ha sido un "trabajo de orfebrería", según lo describen los socialistas. Los equilibrios son muy frágiles

Los nacionalistas vascos ponen por delante la prelación de convenios autonómicos, petición que el PSOE no está dispuesto a ceder, porque descolgaría a la patronal y desbarataría los apoyos por la derecha de Cs o UPN. A diferencia de lo que ocurre con ERC, el PNV está directamente influido por las centrales mayoritarias en Euskadi, ELA y LAB, contrarios al decreto, igual que la CIG gallega.

El voto en el Congreso será completamente presencial, y telemático solo para aquellos enfermos o de baja. El marcador con el que el Ejecutivo podrá respirar aliviado se conocerá sobre las 15 horas. Llegar hasta este 3-F ha sido un "trabajo de orfebrería", aseguraban desde la cúpula socialista. Solo queda el último paso, pero el decisivo, el que vale. Y los cimientos son tan frágiles que, para el Gobierno, nada puede fallar.