JUEGO DE TRONOS

De Prenafeta a Sabrià: la Generalitat somos tú y yo

Barcelona 07/10/2020 Política Sesión de control al Govern en el Parlament . Primera sesión sin Quim Torra como president y con Pere Aragonés como president en funciones En la foto con Sergi Sabrià Foto Ferran Nadeu

Barcelona 07/10/2020 Política Sesión de control al Govern en el Parlament . Primera sesión sin Quim Torra como president y con Pere Aragonés como president en funciones En la foto con Sergi Sabrià Foto Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Albert Sáez

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En todos los gobiernos del mundo hay un fontanero mayor. 'House of Cards' o 'El ala Oeste' nos enseñaron en la pantalla las interioridades de este tipo de figuras de las que no acostumbramos casi ni a conocer la cara. En España, han ocupado la secretaría general de la Presidencia, con denominaciones diversas, personalidades como Luis Sánchez-Merlo, Julio Feo, José Enrique Serrano, Carlos Aragonés, Jorge Moragas, José Luis Ayllón o Iván Redondo. En Catalunya, la figura más legendaria en este puesto fue Lluís Prenafeta, finalmente condenado por corrupción, además de Joaquim Triadú, Carles Duarte, Ernest Maragall, Ramon García Bragado, Pancho Táboas, Joaquim Nin o Meritxell Masó. Una curiosidad que refleja alguna de las cosas que pasan en Catalunya: en la wikipedia solo aparecen reseñados los que ocuparon estos cargos con gobiernos de CiU/Junts. Para muchos, demasiados, la Generalitat existe cuando la gobierna según quién. Anécdotas al margen, ese papel lo juega hoy Sergi Sabrià bajo el nombre de director de la oficina del President.

Protocolo y apariencias

Cuenta Prenafeta en sus memorias que el día que entraron en el Palau en 1980, Jordi Pujol le soltó: “Lluís, la Generalitat somos tú y yo”. Ambos se lo llegaron a creer hasta el punto que cuando, en el 2003, los Pujol abandonaron la plaça Sant Jaume, la esposa del president dijo aquello de que tenía la sensación de que “le habían entrado en casa”. Y eso que entonces no sabíamos nada de su papel como superiora de un convento en el que se llevaban las finanzas en negro de la familia como si fueran misales. Sea como fuera, el escudero del president de la Generalitat siempre ha tenido un peso decisivo, en buena medida porque en esta institución pesa mucho más el protocolo, la comunicación y las apariencias que el poder real, más administrativo que político. Los que ocupan esta posición suelen ser reflejo de sus jefes. Prenafeta era una de las mil caras de Pujol mientras que Duarte fue otra muy diferente. García Bragado, juzgado y absuelto por corrupción, tenía rasgos de Maragall y Táboas los tenía de José Montilla con quien podía compartir viaje en coche durante seis horas y no mediar palabra. De la intriga a discreción, la gama de registros es amplia.

Generación ‘procès’

Sabrià es ahora el escudero de Pere Aragonès. Son el resultado de un tiempo extraño. Por edad, como explican los expertos en información sobre los republicanos, no les tocaría estar en Sant Jaume sino en alguna conselleria. Aragonès ya lo estuvo tras la detención de Oriol Junqueras y Sabrià fue portavoz parlamentario tras la marcha a Suiza de Marta Rovira. Desde esos puestos lidiaron las extravagancias de Quim Torra desde la presidencia. Su mantra desde hace un año es no ser como Torra. Aunque ello les obliga a navegar en aguas turbulentas, entre el mundo todavía hiperventilado de una parte del partido de Puigdemont, las salidas de tono de la CUP y los silencios de Pedro Sánchez. Aragonès y Sabrià son la esencia de lo que los cafeteros de la política llaman “Esquerra-govern” en dialéctica poco hostil por ahora con la “Esquerra-partit” que lidera Marta Rovira a través de Marta Vilalta y la “Esquerra-moviment” de Junqueras. 

Pirineos

El proyecto de Juegos Olímpicos de Invierno sintetiza a la perfección ese torbellino que administra Sabrià como puede y como sabe. Lidia bien con el mundo de la antigua Convergència que le resulta familiar, conoce la técnica parlamentaria y sabe capear con su partido. Otra cosa son las relaciones institucionales que pueden llegar a desbordar un puesto ya de por sí complejo. Un encuentro para bajar tensión con el presidente de Aragón, Javier Lambán, acabó esta semana como el rosario de la aurora por un calentón en el que el camino posibilista de dejar en manos del Comité Olímpico Español el reparto de las competiciones entre las diversas estaciones de esquí del Pirineo derivó en el precipicio de la cantidad de banderas españolas y catalanas que se pondrían y de reabrir el contencioso del arte sacro entre dos gobiernos de izquierdas. El jueves, Sabrià no fue reflejo de Aragonès y su homólogo dejó en mejor situación a Lambán, más dado a las salidas de tono que esta vez supo contener. La consellera Vilagrà y el presidente del COE, Alejandro Blanco tienen en sus manos retomar la senda de un proyecto lleno de nostalgia de las clases decadentes de Barcelona y de ambición se esa Catalunya dinámica que Esquerra aspira a representar. Y eso no va de banderas ni de reliquias.

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