La gran carpeta pendiente

Los partidos desisten por enésima vez de impulsar una ley electoral catalana

PSC, ERC y Junts constatan sus diferencias y descartan cualquier acuerdo a corto plazo

Los republicanos insisten en una ponencia parlamentaria y los socialistas presentarán su propia propuesta

Urna con papeletas de voto en las elecciones catalanas del 14-F

Urna con papeletas de voto en las elecciones catalanas del 14-F / Ricard Cugat

Xabi Barrena
Fidel Masreal
Daniel G. Sastre
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Pocas utilizaciones del manido mito de Sísifo se ajustan como un guante como su comparación con la ley electoral catalana. A veces son unos, a veces, otros, los que empujan el peñasco -el intento de aprobar una ley propia, algo pendiente desde 1981- montaña arriba hasta que, indefectiblemente, la piedra acaba rodando hasta el pie del monte, dejando a Catalunya como la única comunidad sin reglas propias de juego. En esta ocasión ha sido ERC la que empezó empujando y la que trató de sumar a los otros. Le siguieron el PSC y Junts. Pero la piedra ya vuelve a descansar en el valle tras bajar por la ladera.

El meollo, claro está, es el sistema electoral, la traducción en escaños del voto popular. No deja de ser disruptivo que fuera ERC, que como fuerza independentista se beneficia de la sobrerrepresentación que tienen las provincias de Tarragona, Lleida y Girona, la que enviara la invitación, vía carta, al resto de partidos (excepto a la ultraderecha) para crear una ponencia parlamentaria para escribir la ley.

Via 'conselleria' o ponencia

"No ha habido contactos recientes [los hubo hasta Navidad y se constataron lo alejadas que estaban las posiciones], pero si debates internos dentro de ERC", apunta una fuente republicana, que explica que el final de este intento obedece a la voluntad de Junts de realizar la ley electoral desde la 'conselleria' competente, que es la de Exteriors, y que está en sus manos. Nada de ponencia conjunta, como quería ERC.

Fuentes de Exteriors, sin embargo, desmienten a los republicanos ya que dejan abierta tanto la posibilidad de iniciar los trámites desde la 'conselleria' y enviar al Parlament un texto para que sea discutido, como que sea la Cámara catalana -como propone ERC- la que comience de cero la elaboración de la ley entre todos los partidos en forma de ponencia conjunta. Para que el eventual texto se aprobase se requerirían dos tercios de la Cámara, es decir, 90 diputados. La forma más fácil, ya la vez imposible, es que PSC, ERC y Junts se pudieran de acuerdo

Cohesión de voto

En la comparación entre ERC y Junts, los republicanos muestran una cohesión de voto mayor. Sus feudos se hallan en el 'rere-país', pero sus resultados en la región metropolitana no son malos. En los comicios al Parlament del 2017, Junts aventajó en 10.000 votos a ERC y eso se tradujo en dos escaños más, mientras que los 35.000 en favor de los republicanos del 2021 apenas supusieron un escaño más.

El gran paladín de que haya mayor proporcionalidad entre población y escaños es el PSC. En el mismo 14-F, los 50.000 votos de diferencia que obtuvo el PSC sobre Esquerra no sirvieron para marcar ninguna diferencia de escaños entre ellos. Ambos se quedaron con 33.

Las fuentes republicanas aludidas detallan que el debate interno, por ejemplo, aborda, en tono mesurado, sin grandes polémicas, cuántos diputados debería tener el Parlament, si debería usarse algún sistema de doble urna y cuáles serían sus circunscripciones (¿provincias? ¿veguerías?). Y, por supuesto, el grado de proporcionalidad entre población y territorio.

El intento de Illa

El líder de la oposición, Salvador Illa ha anunciado que pondrá todo su empeño en que esta vez sí sea posible pactar una ley electoral. "La falta de una ley electoral no nos puede hacer sentir orgullosos a los catalanes, que por nosotros no quede", le dijo a su cúpula hace unos días el primer secretario de los socialistas catalanes.

 Y, además, el líder del PSC se ha puesto un plazo: tiene que ser en los próximos seis meses. "Las recomendaciones de la Comisión de Venecia dicen que no es recomendable cambiar las reglas del juego menos de un año antes de la convocatoria electoral a la que afectan, que aquí no sabemos cuando será", recuerda un diputado socialista.

El sistema actual (que por cierto, es el mismo que se usa en las elecciones al Congreso, donde los perjudicados son otros) ha beneficiado tradicionalmente -y lo sigue haciendo- a los partidos con gran voto en las provincias del off-Barcelona. Es decir, a los nacionalistas/independentistas.

Lleida como paradigma

"El gran problema es Lleida", dice un diputado socialista para explicar que un voto en esa provincia vale "más del doble" que uno en la capital catalana. "Los votos en Gósol valen el doble que los del municipio vecino de Saldes, que están en la misma comarca (Berguedà) pero pertenecen a dos provincias diferentes", subraya la web lleielectoral.cat, que recoge la propuesta del PSC. La réplica de otro diputado, independentista y de Lleida, es clara: "Si vamos a 'una persona-un voto' los de Lleida ya podemos 'plegar'". La provincia cuenta con el 5% de la población catalana, el 38% del territorio de la comunidad y el 11% de los diputados del Parlament (15 escaños)

Lo que los socialistas no quieren es pactar una ley solo de la administración electoral, que no aborde el problema de la proporcionalidad, como, sospechan, quiere algún partido independentista. "No somos tontos, si hacemos eso no hablaremos nunca del sistema electoral", afirman. Así, el PSC ya han convocado a un grupo de expertos para que les oriente para una nueva propuesta.

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