42 años sin normativa propia
La ruleta rusa de la ley electoral de Catalunya
Así afectaría a la mayoría independentista que Catalunya tuviese una legislación electoral propia
Jose Rico
Coordinador de las secciones de Política, Internacional y Economía
Castellón, 1984. Periodista de El Periódico desde 2007
Ricard Gràcia
Responsable del departamento de Infografía
Francisco José Moya
Infografía
Corría septiembre del año pasado, con el curso político en sus primeros compases, cuando ERC resucitó una asignatura pendiente de la política catalana desde hace más de cuatro décadas: la elaboración de una ley electoral propia. Ahora el PSC ha doblado la apuesta con el propósito anunciado de intentar aprobar una normativa catalana, para la que se necesita el apoyo de 90 diputados, en este primer semestre de 2022. Los primeros contactos informales han acabado, por enésima vez, en fracaso.
El sistema electoral, la fórmula para convertir los votos en escaños, ha hecho fracasar una negociación tras otra. Porque a unos les interesa blindar el sesgo del modelo vigente a favor del voto de la Catalunya interior y porque a los otros les convendría equilibrar la balanza dando más peso al voto metropolitano. Y así, 42 años. Pero las calculadoras de los partidos también contemplan ahora otra variable no menos relevante: qué efectos podría tener un hipotético cambio en el sistema electoral sobre la actual mayoría independentista en escaños, que no en votos. ¿Peligraría o la reforzaría?
La clave: las circunscripciones
Que el partido que reabrió el debate fuese ERC llevaría a pensar que esta mayoría estaría blindada, pero la simulación del reparto de escaños a partir de los resultados de las dos últimas elecciones autonómicas no lo asegura. Dependería de dos factores clave: el porcentaje de participación en las urnas y la definición de las nuevas circunscripciones electorales.
Veamos tres hipótesis: un sistema electoral con siete circunscripciones (las veguerías); otro con circunscripción única (toda Catalunya); y otro con las cuatro provincias actuales pero sin la barrera actual del 3% de los votos para entrar en el Parlament. Y comprobemos qué sucedería en cada una de ellas con la participación récord que se registró en 2017 (79,09%) y con la abstención récord de 2021 (cuando la participación fue del 51,29%).
7 circunscripciones (veguerías)
Hechos los cálculos, la conclusión es que el modelo que más favorecería al independentismo sería el de las veguerías, que beneficiaría a ERC y a Junts en detrimento del resto de partidos, incluida la CUP. Si hoy las fuerzas secesionistas suman 74 diputados, con siete circunscripciones habrían escalado hasta una horquilla de 75 a 82 escaños. Pero incluso con la alta participación de 2017, escenario que para los intereses soberanistas suele ser adverso, hubieran podido mejorar en hasta tres diputados los 70 que entonces obtuvieron. Este modelo es el que han defendido tradicionalmente ERC y la extinta CiU porque acentúa la actual prevalencia del voto interior sobre el metropolitano al trocear todavía más el territorio electoral.
Circunscripción única
En cambio, en un sistema de circunscripción única (una persona, un voto), que aumentaría la proporcionalidad pero podría menguar la representatividad territorial, la mayoría independentista habría sobrevivido en 2021 sostenida por la baja participación, pero no hubiese crecido respecto a los 70 diputados de 2017, cuando, de haberse aplicado la circunscripción única y con una participación tan elevada, los contrarios a la secesión habrían sido mayoría en el Parlament, pues el secesionismo se hubiese quedado con 65 escaños. Con matices, este es el modelo que han puesto sobre la mesa en las distintas negociaciones el PSC, los ‘comuns’, Cs y el PP. Así, el área metropolitana, granero de sus electorados, tendría el peso exacto que le corresponde por habitantes.
4 circunscripciones sin barrera electoral
En el tercer escenario, el de las provincias pero sin barrera mínima del 3%, el secesionismo tendría ahora un escaño más porque el PDECat se habría hecho un hueco en el Parlament. De hecho, la marca heredera de CDC hubiera obtenido representación también con un sistema de veguerías y con circunscripción única. Aunque nunca se ha planteado abiertamente en los intentos negociadores, resulta llamativo comprobar que si se decidiese eliminar la barrera electoral del 3%, la composición actual de la Cámara catalana no sufriría grandes sacudidas. Las elecciones de 2021 se hubieran saldado con un triple empate a 32 diputados entre PSC, ERC y Junts. Todo lo demás, sin cambios.
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