El futuro del 'expresident'

El regreso de Puigdemont, ¿catalizador o contraproducente para el 'procés'?

Archivo - Arxivo - L'expresident de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en una imatge d'arxiu

Archivo - Arxivo - L'expresident de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en una imatge d'arxiu / David Zorrakino - Europa Press

Xabi Barrena
Fidel Masreal
Júlia Regué
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Carles Puigdemont y su entorno más fiel trabajan ya en los escenarios políticos que pueden abrirse con una eventual vuelta del 'expresident' a Catalunya. Sin embargo, el primer concepto a retener en este capítulo es el de la prudencia. Lo último que desea Puigdemont, hoy por hoy, es alimentar una burbuja de euforia independentista. No quiere ni mucho menos dar por hecho su regreso ni que su vuelta le permita circular con normalidad sin riesgo a ser detenido. Si después de pronunciarse los órganos judiciales hay fumata blanca, la operación retorno se basará en una idea básica: no sería nunca un plan unilateral en manos de Junts, sino que se intentaría convertir en una estrategia compartida por todo el independentismo.

Algo más que difícil porque cada actor de este espacio tiene una percepción distinta sobre los efectos un posible regreso de Puigdemont, que depende de la resolución de las cuestiones prejudiciales reclamadas por el juez del Supremo, Pablo Llarena, y la cuestión de su inmunidad ante la justicia europea. Y aunque sean dos resoluciones favorables, Puigdemont quiere también leer hasta qué punto lo son con un redactado contundente. Si eso pasa, entonces tocará calibrar qué efecto político puede tener su retorno. Para ello, el 'expresident' evita entrar en especulaciones, como las de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, que dio por hecho que el retorno implicará "culminar" la independencia.

El 'expresident' quiere que su vuelta sea una operación de todo el independentismo para atar en corto a ERC y lanzar el mensaje político de que, pese al desánimo por la falta de ruta compartida, la batalla contra el Estado no está perdida. Dicho lo cual, los escenarios están abiertos en cuanto al impacto sobre el 'procés', sobre la legislatura catalana y sobre la relación con el Gobierno.

El escepticismo de ERC

Los republicanos son escépticos sobre las opciones de Puigdemont de conseguir la inmunidad en España. Desconfían, y mucho, del Estado y de las garantías que pueda ofrecer, aun forzado por Europa, de no detener al 'expresident'. En cualquier caso, si el retorno sucediera, ERC considera que se alegrarían "mucho, como nos alegramos del retorno de toda persona que se halla en el exilio", recordando, siempre, el caso de Marta Rovira.

Esquerra es consciente de que el eventual retorno de Puigdemont es considerado por sus enemigos y sin embargo socios de Junts como el as en la manga que les ha de permitir movilizar a la ciudadanía independentista y "culminar" la independencia. Y sobre este particular, los republicanos son más escépticos, aún. En cualquier caso, si consideran que el movimiento en la calle podría chocar con la mesa de diálogo.

Y no es casualidad que la ponencia política que ERC ha redactado para la conferencia nacional del 12 y 13 de marzo considere "las acciones de desobediencia política y social" o "las de desborde democrático" deben ser no un plan a activar cuando la mesa falle, sino un acompañamiento a las reuniones del propio foro de diálogo con el fin de reforzar la parte catalana.

Una parte que, de momento, no incluye a Junts. Y como valora una fuente republicana, "el retorno de Puigdemont supone para ellos un 'win-win': "si consigue la inmunidad y vuelve, bingo y, si no, lo aprovecharán para cargar contra el Estado y, especialmente, contra aquellos que negocian con el Estado, es decir, contra ERC". Bajo este esquema, y como ya apuntó una fuente posconvergente a este diario, Junts se halla muy cómoda sin participar en la mesa de negociación.

La ruptura Aragonès-CUP

Al igual que la CUP. Su diagnóstico es que la mesa de diálogo forma parte de una estrategia republicana para frenar la movilización independentista y dar aire al autogobierno. Este choque se contuvo para forjar el pacto de investidura del 'president' Pere Aragonès, pero una vez disuelto, de facto, tras el veto 'cupero' a los presupuestos, los anticapitalistas rompen también con su tregua de dos años al deshielo y redoblarán su ofensiva contra la “normalización” de las relaciones con el Estado sin poder atar un plan b que las sustituya.

Eso sí, mientras, buscan consolidar a sus bases –y su posición en otras batallas como la lucha antidesahucios o por la inmersión lingüística– para que, en el momento en que intuyan una chispa, estén capacitados para prenderla y volver a las calles. Y ahí entra en juego Puigdemont.

Y es que la CUP confía en que un posible regreso del 'expresident' active al movimiento independentista y le fortalezca para apretar. En su ponencia política, a la que ha tenido acceso este diario, recalcan que su objetivo es articular "una ruptura democrática a través de la insurrección popular", se proponen "desestabilizar" al Govern, entrar en una dinámica de "conflicto permanente" y forzar una intervención de la comunidad internacional en el conflicto catalán aprovechando la situación en Escocia.

Ahora bien, son conscientes de que la pandemia y la desorientación independentista impacta también en la falta de agitación y temen que un retorno del 'expresident' sea "otra oportunidad perdida". "Si no está todo bien preparado, un regreso de Puigdemont se quedará en una simple hoguera, sin más", opinan fuentes de la CUP.

Los 'cupaires' prueban emplear una oposición frontal al Executiu, conscientes de que Aragonès puede salvar la gestión del día a día con los morados o el PSC –con quien pactó la renovación de cargos caducados–, pero en la desconexión de Catalunya no hay otro aliado posible. La CUP conserva todavía un sillón preeminente en el flanco del ‘procés’ y ahí es donde aspira a condicionar, conscientes de que, para agitar las calles, les necesitan.

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