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"Los médicos tenemos que salvar a las víctimas de violencia de género mucho antes de que lleguen apuñaladas"

El sistema sanitario tiene un papel clave en la detección temprana de la violencia machista

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Violeta Molina Gallardo

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El maltrato machista es un problema de salud pública que requiere implicación sanitaria: "La violencia de género mata, y mata desde el primer momento. Los médicos tenemos que salvar esa vida detectando la violencia en fases tempranas, no hay ninguna diferencia con un infarto o un atropello. Nuestra responsabilidad como profesionales es detectar a tiempo esas situaciones de violencia, mucho antes de que las víctimas lleguen apuñaladas, con una paliza o les hayan roto un órgano vital", explica la médica de urgencias Iria Miguens a El Periódico de España.

Las víctimas de violencia de género acuden más a urgencias y al médico que la población general debido al impacto que el maltrato tiene en su salud. Los profesionales sanitarios pueden desempeñar un papel clave en la detección de esta violencia y en ofrecer a la mujer ayuda para salir de ella.

"Nadie se plantearía no tratar a un paciente con colesterol alto, porque en unos meses puede tener un infarto, ¿por qué no nos ponemos las pilas para prevenir la violencia de género antes de que sea tarde? Igual que medimos las constantes vitales, tenemos que saber detectar este problema antes de que se cronifique y sea mortal. Nuestras mujeres se están muriendo porque no podemos detectarlo", destaca esta urgencióloga de un gran hospital de Madrid, responsable de la secretaría de Mujeres de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.

Las víctimas necesitan acudir más al médico

El maltrato machista tiene un impacto muy claro en la salud de las mujeres. Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019, el 46 % de las mujeres maltratadas por sus parejas o exparejas ha sufrido lesiones y el 70,1%, consecuencias psicológicas como ansiedad y depresión. Cuatro de cada diez víctimas califica su estado de salud como regular, malo o muy malo.

Estas consecuencias se traducen en la necesidad de acudir más a los servicios sanitarios que el resto. La Macroencuesta preguntó a las mujeres si habían tenido que visitar al médico en los últimos 12 meses y halló que el 36,6 % de las que sufren maltrato de sus parejas o exparejas había acudido a urgencias (frente al 25,8 % de las mujeres que no la padecen), el 13,4 % había requerido ingreso hospitalario (frente al 8,7 % general) y el 74,8 % había ido al centro de salud (frente al 68,9 %).

La primera mano tendida para salir de la violencia

"Los servicios sanitarios son fundamentales porque cuando las víctimas vienen es porque algo ha pasado, porque están en un momento de vulnerabilidad. Ya sea por ansiedad, por depresión, porque les han pegado, ellas han decidido venir a un recurso sanitario. Y han venido a pesar del miedo, eso es un avance, y nuestra actuación es clave para que tengan confianza en que el sistema sanitario las va ayudar", defiende Miguens.

La doctora explicita que pueden encontrarse con distintas situaciones en urgencias: víctimas que llegan con una agresión que permite identificar la violencia y otras que acuden con síntomas más vagos y menos identificables, mujeres que cuentan que sufren maltrato y otras que no lo reconocen. La mayoría no quiere denunciar al agresor, aunque en todos los casos el hospital activa un protocolo para que la mujer reciba una primera ayuda social para salir del maltrato: "Por el proceso del maltrato están sometidas, anuladas y no tienen siquiera fuerzas para reconocer la violencia".

En consulta, los médicos deben atender el motivo de la urgencia y priorizar la seguridad de la mujer, así como evaluar el riesgo al que está expuesta, para alertar a la policía y a las autoridades judiciales en caso de que piensen que es inminente y extremo.

El miedo forma parte de la enfermedad

"Tras el diagnóstico, tenemos que informar a la paciente. Vienen muy asustadas, es un momento muy vulnerable en el que tienen que plantearse si denuncian o no, si dan el primer paso para salir del maltrato. Es muy importante que le expliquemos con realismo, sin ser paternalistas pero con mucha empatía, la situación en la que se encuentra, los riesgos que afronta y los recursos que le podemos ofrecer, tanto sanitarios como sociales. Hay que hacerla partícipe y darle autonomía y autoridad: ella manda en su vida, tiene el derecho de salvarse".

En los hospitales hay equipos de trabajadores sociales que orientan a las mujeres sobre las ayudas que pueden recibir: in situ se les ofrecen alternativas vitales como alojamientos seguros para ella y sus hijos, atención psicológica, asesoramiento jurídico, etcétera.

Si las mujeres han sufrido una agresión, los profesionales están obligados a rellenar un parte de lesiones en el que indicarán que se trata de un caso de violencia machista, si la víctima lo confirma, o que hay indicios de que puede serlo, si no lo cuenta. La paciente es informada en todo momento.

Ese parte de lesiones se envía a la comisaría y al juzgado, pero "como hay tantísimos, termina guardado en un baúl si la víctima no denuncia", reconoce Pilar, trabajadora social del Hospital Gregorio Marañón. En el caso de que quiera denunciar los hechos, también se solicita a la policía que acuda al centro sanitario.

Es frecuente que los sanitarios de urgencias reciban a la misma paciente varias veces: "Vemos a la misma mujer en varias ocasiones, agredida por la misma pareja o por diferentes parejas", apunta la trabajadora social.

"El miedo hay que contemplarlo como parte de la enfermedad. Los médicos somos los primeros que vamos a entrar en contacto con su realidad. Tenemos que hacer una labor mucho más profunda con ellas y, en el momento en el que detectemos la violencia, activar todas las alarmas con el objetivo de integrar a la mujer en un proceso en el que sea capaz de reconocerse como víctima y salir de ese ciclo de la violencia", defiende Miguens.

Al margen de las agresiones graves, que permiten una detección más rápida de la violencia, en la mayoría de los casos las víctimas recurren al médico con síntomas menos claros, signos indirectos que pueden hacer sospechar de la existencia del maltrato: ansiedad, insomnio, traumatismos leves, lumbalgia...

Lo explica un médico de familia del sur de Madrid, Álvaro -nombre ficticio por deseo expreso del entrevistado- : "Consultan por muchas cuestiones que son muy vagas, como cefaleas, mareos, dolores osteomusculares mal definidos, pérdidas de memoria o apatía. Normalmente no se atreven a verbalizar la violencia, por eso es muy importante transmitirle que vamos a estar siempre aquí para ayudarla, establecer una sólida confianza con la paciente".

"No estamos preparados para afrontarlo"

La turnicidad de las urgencias es un problema para llevar un control de estas visitas recurrentes, reconoce la doctora. "Se van con juicios clínicos de alta, con ansiedad como diagnóstico. Estamos todo el día con prisa, vamos a lo urgente y como una ansiedad se trata... Pero quizá es momento de preguntarles por qué tienen ansiedad, por qué tienen insomnio, por qué traumatismos menores. Si no me siento, si no le pregunto planteándome la violencia de género como una patología más, cómo voy a estimar si es víctima, me quedo sólo con el traumatismo. No estamos preparados para afrontarlo", lamenta Miguens.

"Podemos dar de alta el insomnio, la lumbalgia, la fractura cuando lo que hay detrás es violencia de género y si no estamos formados y concienciados, se nos van a escapar. Ellas por sí mismas no pueden dar el paso de denunciar, pero nuestro trabajo empieza por detectarlo y decirles que las vamos a ayudar", continúa. Igual que se ofrece formación en reanimación cardiopulmonar, deberían recibirla en violencia de género.

Otro problema es que en gran parte de ocasiones el agresor las acompaña al centro sanitario.

"Hay que prestar atención, tener los ojos muy abiertos y preguntarnos por qué esta mujer viene tantas veces al servicio de urgencias, con motivos de consulta vagos, por qué está tan nerviosa en la exploración. Ellos insisten mucho en acompañarlas y en explicar qué les pasa, a ellas las ves muy incapaces, notas algo, tú sabes que en ese domicilio está pasando algo", precisa la urgencióloga.

En ese sentido, Álvaro, el médico de familia, coincide en que una de las señales que hacen saltar las alarmas en consulta es la presencia sistemática de un marido o novio muy controlador que hace comentarios despectivos hacia la mujer, no la deja ni siquiera explicar por qué va al médico y la ningunea.

Cuando tanto el agresor como la víctima son pacientes suyos, él los cita un mismo día y a él lo manda a hacerse algún tipo de prueba, como un electrocardiograma, y aprovecha ese momento para hablar con ella.

"¿Cómo te trata? He visto que no te deja hablar. ¿Prefieres venir tú sola? ¿Tienes amigos, sales de casa, te sientes liberada cuando puedes salir de casa?", son algunas de las preguntas que le hace a la mujer para detectar una posible situación de violencia.

Una puerta siempre abierta

Es importante conocer cómo de grave es la situación, de hecho en varias ocasiones ha tenido que llamar a la policía por el riesgo al que estaba expuesta la víctima. Si el riesgo no es inminente, destaca, es crucial ser una figura de confianza para que la mujer pueda acudir a él: "Quiero que sepa que vamos a estar siempre aquí para ayudarla, que esta puerta siempre va a estar abierta para ellas". Cuando una de sus pacientes está en esta situación, las cita de forma periódica para revisiones con el objetivo de conocer cómo se encuentran.

"Hay que estar atentos, nuestro trabajo es sospecharlo y estar. Hay mujeres que tardan en darse cuenta, en contarlo, y tratamos de hacérselo ver", matiza.

Álvaro también hace hincapié en que no se puede ser paternalista con las mujeres, sino respetar su autonomía y servirles de guía: "Intentaré ayudar a que la mujer maltratada tome una decisión por sí misma, que sea ella la que tome la decisión" tanto de denunciar como de buscar recursos sociales para salir de la violencia. Su centro de salud cuenta con una trabajadora social que puede informar a las víctimas de los recursos que tienen a su disposición.

Pilar, la trabajadora social del Gregorio Marañón, explica que una vez ha recibido el diagnóstico médico, se evalúa la situación social de la víctima: "Le preguntamos qué ha pasado, si ha sucedido en otras ocasiones, quién ha sido. Valoramos su situación social, si trabaja, si tiene hijos, si tiene una red de apoyo de familiares y amigos o carece de ella, para saber a qué servicios derivarla".

"Sin duda la sanidad puede contribuir a ayudar a estas víctimas, creo que la sanidad es la que más puede contribuir", concluye.

Una herramienta de detección común para las CCAA

En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Gobierno y comunidades autónomas han aprobado en el Consejo Interterritorial de Salud la implantación progresiva en todo el Estado de un "instrumento" común "estandarizado" para la detección temprana de la violencia de género en los servicios de atención primaria del Sistema sanitario.

Este instrumento persigue que los médicos utilicen la entrevista clínica como herramienta diagnóstica para detectar posibles casos de violencia machista, informa a El Periódico de España el Ministerio de Sanidad. Incluye varios cuestionarios de identificación y detección del maltrato, así como una herramienta de valoración del riesgo de homicidio o suicidio como consecuencia de estas situaciones de violencia.

El Consejo Interterritorial también ha consensuado la puesta en marcha de plan de formación específica de los profesionales sanitarios para la detección precoz, la promoción de una escucha activa, el manejo de indicadores de sospecha, la evaluación del riesgo y el desarrollo de destrezas para la entrevista que lleven a cabo los profesionales sanitarios involucrados en la atención integral y recuperación de las víctimas.

Habrá tres cursos para equipos de Atención Primaria, de Salud Mental y de atención al embarazo, el parto y el puerperio.

El instrumento común de detección y la formación de los profesionales son medidas que forman parte del Catálogo de Medidas Urgentes del Plan de Mejora y Modernización contra la Violencia de Género impulsado por el Ejecutivo para mejorar la respuesta a las víctimas de violencias machistas.

Por último, Sanidad ha avanzado que el protocolo común de actuación sanitaria frente a la violencia sexual del Sistema Nacional de Salud estará listo en el primer semestre de 2022.