Entrevista a la exvicepresidenta del Govern
Joana Ortega: "El Gobierno de Rajoy se puso de perfil y mirando de reojo ante el 9-N"
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Se cumplen siete años de la consulta independentista de 2014. La encargada de pilotarla, Joana Ortega, entonces vicepresidenta del Govern, revela las conversaciones con el Gobierno central y cómo el Ejecutivo de Mariano Rajoy se puso de perfil hasta que constató la alta participación. Ortega compara ese proceso, hecho con ánimo de no saltarse la ley, con la actual división y falta de ilusión del soberanismo.
¿Qué validez jurídica tuvo el 9-N?
Fue un punto de inflexión: como pueblo, tenemos unas capacidades increíbles. Cuando la participación de la gente hace posible un acto como aquel, el resultado es lo de menos. Fue un acto brutal. Y a veces me pregunto: ¿dónde estamos ahora? Estamos más atrás que en 2014, porque entonces sí hubo unidad de las fuerzas políticas mayoritarias y hoy hay una división muy grande.
¿Y la validez jurídica?
La de poder contabilizar, en un proceso hecho por voluntarios, a 2.344.828 personas...
"Estamos más atrás que en 2014, porque entonces sí hubo unidad y hoy hay una gran división"
Se sabe la cifra de memoria.
Es mi número favorito. Jurídicamente, la validez la da la participación. Nos amparábamos en la ley de consultas populares. Fuimos buscando el marco que nos permitiera llevarla a cabo.
Hábleme de sus conversaciones previas con la entonces vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
El Parlament había ido al Congreso a pedir la cesión de la competencia sobre consultas. La respuesta fue siempre la puerta cerrada. No dejamos nunca de dialogar. Fui a ver a la vicepresidenta, le expliqué que haríamos el proceso y que lo haríamos bien. Estuvimos cuatro horas. Le dije: 'no puedes poner la Constitución como único argumento'. Salí con la conciencia de que habíamos hecho todo lo posible.
"No dejamos nunca de dialogar. Fui a ver a la vicepresidenta, le expliqué que haríamos el proceso y que lo haríamos bien"
¿Hubo un acuerdo no escrito por el que el Gobierno toleraba la consulta siempre que no se hicieran aspavientos?
No llegamos a ningún acuerdo. Lo que salió es que nosotros lo haríamos de acuerdo con las posibilidades de la ley. "¿Me puedes explicar más?", me dijo. "Como es lógico, no te explicaré nada más", le contesté.
¿Tuvo la sensación de que la Moncloa hacía llegar el mensaje de 'haced la consulta y no llevaremos a la policía siempre que se quede aquí la cosa'?
Había otras conversaciones... Me constaba que se había ido avanzando en que la consulta se pudiera realizar. El hecho importante y que marcó la alarma en el Estado fue el grado de participación. Si hubieran votado 200.000 personas, no hubiera pasado nada. Las cifras de participación marcaron después la represión judicial. El Gobierno menospreció la capacidad de la Generalitat de organizar la consulta y la capacidad de respuesta de la sociedad catalana.
"Se había ido avanzando en que la consulta se pudiera realizar. Lo que marcó la alarma en el Estado fue el grado de participación"
¿Le llegó el mensaje de 'no hagáis mucho ruido y no hagáis ruedas de prensa y dejaremos hacer'?
A mí directamente no, pero sé que estaba en el ambiente. Creo que la rueda de prensa a las dos de la tarde para informar de la participación a la una era necesaria. Era una obligación dar cifras.
Quizás molestó más la rueda de prensa multitudinaria del 'president' Artur Mas y usted por la noche.
Molestó más porque la cifra era muy importante y con una diferencia muy elevada entre el 'sí' y el 'no'.
Pero, a diferencia del 1-O, la policía no vino.
La policía no llegó.
¿Qué quiere decir?
Que no llegó. Alguna llamada tuvimos...
¿Del Ministerio del Interior?
Avisándonos de que se tenía que parar. Fue en torno a las cuatro de la tarde del domingo. Yo dije: 'estoy aquí'. Estaba en el CTTI [Centre de Telecomunicacions i Tecnologies de la Informació].
Entonces me está hablando de que hubo una amenaza del Ministerio del Interior.
Alguien del ministerio pedía saber quiénes eran los responsables. Y yo dije: 'si quieren algo, que vengan a pedírmelo aquí'. Nunca temimos que nos vinieran a detener.
"Alguien del Ministerio del Interior llamó avisándonos de que la consulta se tenía que parar"
¿Ni que precintaran urnas?
Fuimos ágiles y la gente previó ir a votar antes, por si se paraba la votación.
¿Usted se habría puesto al frente del 1-O?
Se encontraron con muchos problemas. Gestionar un referéndum con el Estado en contra... Nosotros lo teníamos semi en contra. Pero entonces estaba en contra y en pie de guerra.
Ustedes tenían al Estado como dejando hacer...
De perfil, mirando de reojo pero con la mano levantada para la bofetada. Pero en el 1-O lo tenían todo preparado para ir a la contra.
¿Estaban convencidos de que actuaban dentro de la ley?
Totalmente. En el 9-N no hubo en ningún momento voluntad de vulnerar la ley. En ningún momento.
"En el 9-N no hubo en ningún momento de vulnerar la ley. En ningún momento"
Quizás por eso se cabreó tanto Oriol Junqueras, líder de ERC, en la reunión de Pedralbes...
En esa reunión se puso en crisis el hecho de hacer la consulta. El 'president' dijo: 'la haremos'. Y yo dije: 'la haremos bien'. Él puso sobre la mesa todos los cargos del Govern por si otros querían seguir adelante. Me quedo con que al final participaron todos.
¿Es posible recuperar ese espíritu de participación para un referéndum pactado y vinculante?
El principal problema es que, fruto de las ilusiones del 9-N, del dolor del 1-O, de la desunión que hay ahora en el independentismo, lo peor que ha quedado de todo es una gran decepción por parte de la gente y un gran desencanto. Mucha gente está decepcionada porque la política no ha estado a la altura. Este país no necesita más mártires. Tenemos que saber, igual que Quebec supo cuándo hacer un referéndum y cuándo no, cuándo se pueden hacer las cosas. Y lo primero que falta es unidad y mayoría suficiente. Primero quiero que Catalunya sea económicamente independiente. Y que sea una sociedad cohesionada, fuerte y unida. Ahora no lo es.
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