Negociación de las cuentas catalanas

Las 4 decisiones sobre los presupuestos que puede tomar la CUP

La militancia anticapitalista vota este lunes si el partido presenta una enmienda a la totalidad y fija el rumbo de las conversaciones con el Govern

El 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, saluda a la dirigente de la CUP, Dolors Sabater, ante la presidenta del Parlament, Laura Borràs.

El 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, saluda a la dirigente de la CUP, Dolors Sabater, ante la presidenta del Parlament, Laura Borràs. / David Zorrakino / Europa Press

Júlia Regué

Júlia Regué

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La militancia de la CUP decidirá este lunes el futuro de la negociación de los presupuestos de la Generalitat para el 2022. La decisión de la militancia se conocerá el martes, una vez se cierre la urna telemática activa a lo largo del lunes, y marcará el resto de la legislatura bajo la batuta de Esquerra. Estos son los cuatro escenarios posibles que prevé la pregunta-árbol que decantará el apoyo de los nueve diputados anticapitalistas a las cuentas:

Enmienda a la totalidad y seguir negociando

Esta opción es la más probable. El descontento de la dirección con el cumplimiento del acuerdo de investidura se mantiene pese a la última oferta del Govern, y las dos organizaciones mayoritarias (Endavant y Poble Lliure) no han cambiado su posición. Los primeros optan por bloquear la tramitación y acabaran con las conversaciones, mientras que los segundos no se posicionan sobre la enmienda pero sí quieren intentar buscar el acuerdo. Esta vía forzaría al Executiu a activar nuevas ofertas y daría a la CUP más margen de presión para potenciar el valor de sus nueve diputados. El peligro que correrían es que el Govern decida entonces abrir conversaciones con el PSC y los ‘comuns’, y aparcara en este caso a la CUP. Una situación en la que ERC y Junts también podrían discrepar, porque los primeros intentarían probar primero con los morados y los segundos elegirían a los socialistas.

Vetar la tramitación y finiquitar las conversaciones

Las negociaciones saltarían por los aires y, pese a la voluntad de la CUP de que el pacto de investidura quedara intacto, el Govern podría no darse por aludido y emprender un camino propio con otros socios. Ahí entraría en juego el PSC y los ‘comuns’, pero no sólo para buscar una abstención, sino incluso entrar en una negociación que ofrezca una nueva mayoría que rompa los bloques procesistas. La suma del independentismo quedaría dañada y la unidad de acción, que ya flaquea, podría desaparecer. La CUP volvería a aquella “oposición contundente” y dejaría de ser el sustento del Executiu, por lo que incrementaría la presión y saldría de la ecuación que da estabilidad a un Govern nítidamente independentista. 

Tramitar las cuentas y continuar la negociación

De esta forma los ‘cuperos’ calmarían la tensión con el Govern, pero, a la vez, tendrían menos fuerza para negociar nuevos avances, ya que el 22 de noviembre se discutirán las enmiendas a la totalidad y el calendario puede forzar nuevas concesiones en busca de su apoyo. De todas formas, los ‘cuperos’ intentarían mejorar el proyecto y, de no conseguirlo, podrían incluso acabar votando en contra. Tendrían margen, eso sí, para acabar de atar acuerdos más consolidados en materias ya vigentes en la última oferta, pero difícilmente el Govern añadiría nuevos asuntos sobre la mesa.  

Tramitar los presupuestos y aprobarlos

Este sería el fin idóneo para el Govern, porque podría respirar tranquilo con las cuentas avaladas y evitar entrar en una negociación fuera del ámbito independentista. Podría así seguir blandiendo la mayoría independentista y seguir en el avance de los acuerdos adquiridos tras las elecciones del 14 de febrero. Los presupuestos entrarían en vigor en tiempo y forma y se pondrían en marcha el 1 de enero del 2022, siempre que no haya sobresaltos. Además, el Executiu no debería ir más allá en cesiones a los ‘cuperos’ y podría mantener su última oferta y podría disfrutar de cierta estabilidad, al menos, hasta los presupuestos del 2023, año en que, entonces sí, sin lugar a dudas, Aragonès se sometería a una cuestión de confianza, en un curso marcado por el inicio de otro ciclo electoral decisivo.