Las cuentas de la Generalitat

Los pros y contras de la CUP a la hora de aprobar los presupuestos

El diputado de la CUP, Xavier Pellicer, durante una rueda de prensa junto a otros miembros del partido.

El diputado de la CUP, Xavier Pellicer, durante una rueda de prensa junto a otros miembros del partido. / Quique García / EFE

Júlia Regué

Júlia Regué

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La militancia de la CUP ha debatido este fin de semana si presenta una enmienda a la totalidad de los presupuestos de la Generalitat y si apuesta por seguir negociando con el Govern o si se planta y sale de la ecuación. Estos son los pros y contras que han surgido en las asambleas celebradas en varios puntos del territorio para aprobar o no el proyecto de presupuestos del 2022.

El cumplimiento del acuerdo de investidura

Los anticapitalistas firmaron el acuerdo para la investidura del ‘president’ Pere Aragonès desde el más absoluto escepticismo. Un 59,31% de la militancia bendijo el acuerdo, pese a que hasta un 85,59% consideró que era insuficiente. El marcaje a ERC empezó justo antes de verano, una vez dado cierto margen para evidenciar un cambio de políticas desde Palau. La CUP elevó tono para garantizar el cumplimiento del pacto y la relación empezó a enturbiarse con la mesa de diálogo y el apoyo republicano para el sustento del Gobierno central. El debate de política general exhibió las tensiones: la CUP forzó un compromiso de ERC y Junts para celebrar un referéndum en esta legislatura que el primero rechazó por detestar los plazos y el segundo por su defensa cerrada de la vigencia del 1-O. 

Las conversaciones para los presupuestos empezaron ya bajo este escenario de inquietud. Y, si bien los ‘cuperos’ daban por hecho que las cuentas debían reflejar todos los acuerdos previos que necesitan de partidas específicas, el Govern no recogió de saque todas aquellas propuestas y entraron en un terreno de “revisión de lo acordado”, según la CUP. 

El Executiu apunta que el 76% de las medidas están en marcha: el 45% se está cumpliendo y el 31% está planificado. Pero los anticapitalistas discrepan y calculan que sólo el 5% se ha ejecutado, un 25% se está completando, un 30% sigue sin calendario y un 40% está pendiente, alegando así que el avance es insuficiente para dar su 'plácet' a las cuentas.

Las cifras de las cuentas

La divergencia entre el Govern y la CUP empieza ya en la terminología. Si bien el Executiu defiende estas cuentas como expansivas –con 3.500 millones de euros más gracias a la inversión del Estado y los fondos de la Unión Europea-, los ‘cuperos’ niegan la mayor porque afirman que lo ejecutado para el 2021 ya será superior y que esta bolsa de dinero adicional sirve para cubrir lo que ya se está haciendo.

Más allá de esto, se queda corto en las aspiraciones de la CUP en materia de vivienda -749 millones de euros, no los 1.000 pactados para la investidura-, en atención primaria –se prevé destinar el 17% y no el 25% de la partida sanitaria-, en la internalización el teléfono de emergencias 061 -que puede acabar excluyendo a los teleoperadores- y en la partida para la energética pública -que se queda en 500.000 euros, “irrisorios” para empezar a estudiar su viabilidad para ponerla en marcha-. Sí hay avances en materia educativa con la rebaja de las ratios de infantil y primaria; y en modelo de orden público, ya que el Govern apuesta por revisar todas las acusaciones contra manifestantes independentistas.

En cuanto a los macroproyectos, el Govern se compromete a no asumir "en ningún caso" el coste de la compra de los terrenos de CRT-Vilaseca para la construcción del Hard Rock y no formalizará la candidatura para los Juegos Olímpicos de Invierno hasta que el territorio no haya votado sobre este proyecto, a cuya votación destinarán unos 800.000 euros. Estos dos avances son significativos para la CUP, aunque remachan que el Executiu mantiene su propuesta vigente aspirando a que no tenga coste sobre la administración pública.

En cambio, no hay ninguna reforma fiscal contemplada para subir los impuestos a las rentas más altas, como exige la CUP.

La mayoría independentista

Desde la CUP mantienen que la “mejor opción” para el independentismo es que el Govern mantenga la alianza con ellos “para garantizar un giro a la izquierda y avances en la hoja de ruta” del ‘procés’. Sentó especialmente mal que el ‘conseller’ de Economia, Jaume Giró, mostrara su confianza en una abstención del PSC y los ‘comuns’en el caso de que los ‘cuperos’ acaben vetando las cuentas y enervó así a la dirección del partido, que lo interpretó como una maniobra de presión a sus bases.

Desde el partido afirman que no quieren que el PSC y los ‘comuns’ entren en la ecuación porque supondría una “estabilización” del Estado, eso es, la normalización de las relaciones y una ruptura de la mayoría independentista, ya tocada por los incesantes duelos internos. “En un marco sin unidad, de choque entre socios en el Govern, que la responsabilidad de preservarla sea nuestra, cuando ellos son los primeros que no la ejercen, no lo compramos”, avisan desde la cúpula.

“Pero no toda la responsabilidad es del Govern, también pasa porque la actual dirección de la CUP no ha tomado la iniciativa en poner grandes cuestiones sobre la mesa para mejorar este presupuesto y esto también ha abierto la puerta a que el PSC se haya situado en el centro de este debate y no lo podemos aceptar”, opinan fuentes de Poble Lliure, descontentas con el rumbo de las negociaciones.

El futuro del mandato de Aragonès

La CUP se comprometió a dar aire a la presidencia republicana, pero ha intentado atar corto a Aragonès. De hecho, ya en el acuerdo de investidura, se comprometían a facilitar la aprobación de los presupuestos de la Generalitat. Concretamente, a "facilitar la gobernabilidad" y garantizar la "estabilidad presupuestaria" si se cumplen los compromisos suscritos por ambas formaciones. Del mismo modo, el ‘president’ se someterá a una cuestión de confianza "antes de acabar la primera mitad de 2023", en el ecuador de la legislatura y coincidiendo con el fin del plazo dado a la mesa de diálogo, pero para ERC la aprobación de los presupuestos es una primera prueba de fuego. 

Si la CUP vuelve a la “oposición contundente” y deja de ser un sustento –como hizo en el anterior mandato-, ERC se queda sin aliado prioritario y el PSC y los ‘comuns’ verán el terreno allanado. Y es que desde la CUP intentan alertar a los republicanos de que Junts prefiere a los socialistas y de que, sin ellos, el futuro de Aragonès puede ser muy complicado porque vería cómo se rompe la mayoría que le invistió. Todos juegan sus cartas pero, por ahora, no hay acuerdo y todos los potenciales aliados mueven ficha.

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