Análisis

Sánchez entierra el fantasma del sanchismo

El congreso del PSOE ha sido el colofón público del proceso de curación de las heridas internas se llevaba produciendo desde hacía tiempo

Verónica Fumanal: Sánchez entierra el fantasma del sanchismo

Verónica Fumanal: Sánchez entierra el fantasma del sanchismo

Verónica Fumanal Callau

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Sanchismo: dícese de la palabra con connotación peyorativa utilizada por la oposición conservadora (e interna) para intentar dividir diferenciando al socialismo entre los clásicos y las nuevas generaciones aupadas por la victoria de Pedro Sánchez contra los aparatos en el año 2017. Pues bien, el 40º congreso federal del PSOE ha acabado con el sanchismo por orden y voluntad del propio Sánchez. Ya no hay pedristas, porque ya no hay susanistas. La división que rompió al partido y que acabó el día que Juan Espadas arrasó a Susana Díaz en su último intento por mantener un liderazgo y poder que, sin saberlo, ya había lapidado cuando perdió contra Sánchez. La muerte del sanchismo la ha certificado Felipe González, el homenaje a Alfredo Pérez Rubalcaba y la presencia de Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero. Todos en una foto que envía un mensaje de unidad y una enmienda a la totalidad al 39º congreso federal.

Si existió o no el sanchismo es una cuestión de perspectiva. Cuando en 2017 las primarias dieron la palabra a la militancia socialista, esta votó y decidió el futuro del partido, ratificando la estrategia del 'no es no' de Sánchez, que de forma milimétrica reproducía el relato arquetípico del héroe. El PSOE había hablado. Sin embargo, varios factores permitieron acuñar el concepto 'sanchismo' como una nueva ideología política en la opinión pública.

Verónica Fumanal: Sánchez entierra el fantasma del sanchismo

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Ruptura emocional

En primer lugar, el 39º congreso federal solo aupó a los que ganaron, con algún detalle de integración obligada, pero sin una estrategia de unión real. En segundo lugar, las voces que perdieron el congreso ganaron espacio en algunos medios a costa de criticar el nuevo PSOE a través de la figura de su secretario general, incluso afirmando que no se sentían representados por su propio partido. Y, en tercer lugar, porque en la oposición supieron sacar tajada de esta ruptura emocional del socialismo y decidieron dar carnets de buenos y malos socialistas desde las filas conservadoras, utilizando la palabra sanchismo para dañar a la actual dirección.

La crisis de Gobierno del mes de julio fue un punto de inflexión público de algo que ya llevaba sucediendo de forma soterrada desde hacía tiempo. El proceso de curación de las heridas llevaba hasta el ejecutivo a personas muy vinculadas con las candidaturas de Patxi López y Susana Díaz. Este fue el colofón público de un movimiento que desde hacía tiempo se llevaba produciendo desde la secretaría de organización del partido.

Estrategia culminada

Se habían tendido puentes con baronías y presidentes de ejecutivos socialistas que se posicionaron contra Sánchez en 2017. Poco a poco, se fueron aproximando posturas, limando asperezas y colaborando, sobre todo, a partir de la irrupción de la pandemia, que nos ayudó a todos a diferenciar lo accesorio de lo importante. Y así se ha fraguado la estrategia que culmina en el 40º congreso federal con la fotografía de todo el poder institucional del PSOE, una foto que entierra el fantasma del sanchismo.

¿Voluntad o necesidad? Esta es la gran pregunta sin respuesta única, que, como casi todo en política, es cuestión de perspectiva. El PSOE está en una posición de dominio electoral que se pondrá a prueba en el próximo ciclo electoral con algunas cuestiones que están bajo el radar de Ferraz y Moncloa. Los presidentes autonómicos socialistas tienen un mayor apoyo electoral que el Ejecutivo central, sus bases de apoyo son más fuertes y transversales.

El pulso de la izquierda

La marca PSOE aguanta mejor el desgaste que la del presidente del Gobierno, debido fundamentalmente a la efectividad de la estrategia sanchista de ataque, que, como se comentaba anteriormente, lo diferenciaba del socialismo. Las crisis internas restan efectividad a la comunicación y los partidos cohesionados tienen mejores resultados que los fracturados. Y, por último, el liderazgo de Sánchez a nivel interno no tiene ni cuestionamiento, ni alternativa.

El 40º congreso federal ha sido un éxito para la dirección del partido. Con la cita valenciana se ha cerrado un paréntesis en la historia del partido, un paréntesis doloroso a nivel interno, pero que a nivel externo permitió recuperar el pulso de la izquierda, el relato de partido de base, el Gobierno de España y muchas victorias electorales históricas en lugares como Madrid, Murcia, Castilla y León o La Rioja, donde hacía décadas que la lista más votada no era la de los socialistas. Hoy el sanchismo ya no existe, lo ha enterrado el liderazgo socialista de Pedro Sánchez.

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