Convención nacional de los populares

El PP vuelve a confiar en Valencia para impulsar a Casado a la Moncloa

La Comunitat Valenciana fue el gran bastión que sostuvo a Rajoy hasta que la corrupción convirtió el feudo en un calvario para el partido

El presidente del PP, Pablo Casado, interviene en el XV Congreso Regional de los populares valencianos tras la elección de su nuevo líder, Carlos Mazón, este 3 de julio de 2021 en València.

El presidente del PP, Pablo Casado, interviene en el XV Congreso Regional de los populares valencianos tras la elección de su nuevo líder, Carlos Mazón, este 3 de julio de 2021 en València. / EUROPA PRESS / JORGE GIL

Julia Ruiz

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Los más optimistas y, probablemente, los más fans de Carlos Mazón están convencidos de que el presidente del PP de la Comunitat Valenciana está llamado a convertirse en la versión valenciana de Isabel Díaz Ayuso, presidenta del PP de la Comunidad de Madrid y cuyo éxito electoral ha dado alas y halo de victoria a la formación de la gaviota en la escena nacional. Como la dirigente madrileña, Mazón, que apenas cumple tres meses al frente de la organización valenciana, es un liberal con un discurso que encaja a la perfección con los actuales postulados de Génova. Un político con experiencia en la gestión (preside la Diputación de Alicante y fue alto cargo en los gobiernos de Eduardo Zaplana y Francisco Camps) y trato cercano y que, llegado el momento, no tendría empacho en apoyarse en Vox para conquistar la Generalitat.

Pero este paralelismo entre Ayuso y Mazón no tiene en realidad nada que ver con el tipo de liderazgo que ejerce la primera y al que aspira el segundo. El nexo en común es más bien la aspiración de que el dirigente alicantino recupere el poder que los populares disfrutaron durante un cuarto de siglo en territorio valenciano y que fue palanca para llevar a José María Aznar y Mariano Rajoy a la Moncloa. La Madrid de Ayuso ya es plaza fuerte del PP y, la teoría electoral y la práctica, coinciden en que una Comunitat Valenciana teñida de azul es fundamental para las aspiraciones de Pablo Casado de convertirse en el tercer presidente de Gobierno del PP de la historia de la democracia.

"Uno de los nuestros"

Para Génova, además, Mazón es "uno de los nuestros", algo que no ocurría con la expresidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, poco dada a sanedrines y compadreos con quienes mueven ahora los hilos del partido. El alicantino mantiene una estrecha relación personal con Teodoro García Egea, número dos del PP, y uno de sus principales valedores para hacerse sin apenas contestación interna con el control del partido. Su complicidad es también absoluta con otros barones territoriales como el presidente de Murcia, Fernando López Miras.

Mazón los considera tan cercanos que se refiere a ellos cariñosamente como “hermanos”. Este círculo de relaciones de poder hace de Mazón un proyecto de barón territorial totalmente alineado con Casado, alguien en quién confiar y del que no temer, como ocurre con Díaz Ayuso o el gallego Alberto Núñez Feijóo, que representan algo así como un contrapoder o una amenaza interna en términos sucesorios.

Estas claves explican en buena medida los motivos por los que este fin de semana será València y no otra capital, el escaparate que usarán los populares de Casado para mostrarse ante la ciudadanía como un partido preparado para ser la alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez. Un partido capaz de aglutinar el espacio político del centroderecha y con recetas eficaces para la recuperación económica de España.

Desembarco de Génova

Génova desembarcará en València porque en la capital del Túria empezó todo hace ahora 30 años con la llegada de una joven Rita Barberá al Ayuntamiento de València. El año 1991 fue el punto de inflexión que abrió la puerta a posteriores y encadenadas victorias de un PP que se hizo fuerte en el Gobierno de España, en la Generalitat y en València ciudad. Para la ciudad de València, el PP de Casado apostó por María José Catalá, secretaria general del PP autonómico y portavoz en el ayuntamiento y en las Corts. Es otro de los nombres propios del PP valenciano a la que se presenta el reto de recuperar una vara de mando que aún tiene la huella de la fallecida Barberá.

Estos éxitos electorales venían precedidos de imágenes de estadios de futbol y plazas de toros a reventar. El coso taurino de València fue uno de los iconos de esos mítines multitudinarios que daban fe de un partido imbatible en las urnas y con músculo suficiente para reunir a miles de personas. Este domingo el PP promete un llenazo con más de 9.000 personas a pesar de las restricciones aún vigentes por la pandemia.

Plaza icónica

La cara oculta de esa plaza de toros icónica son los casos de corrupción que bajo la batuta popular sepultaron en el barro la València de los grandes proyectos. Quizás en su fuero interno, el PP busca también con su regreso a la plaza de toros enterrar la etapa de los asuntos turbios, acabar con ese imaginario colectivo que durante muchos años ha vinculado el territorio valenciano con la corrupción política. Pero, además, la Comunitat Valenciana tiene otro punto de interés para la dirección nacional: un gobierno tripartito, con PSPV, Compromís y Unides Podem, al que atacar por sus similutudes ideológicas y de políticas públicas con el de Pedro Sánchez.

La época de las mayorías absolutas también pasó, pero, con la desintegración de Ciudadanos, el PP confía en una recuperación electoral significativa. Suficiente para gobernar aunque sea con la muleta de la ultraderecha de Vox. Ocurrió en Madrid hace unos meses y, según sus cálculos, podría ocurrir en la Comunitat Valenciana. “Hay partida”, apuntan desde Génova. Al jugador ya lo tienen.

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