Periplo antes de volver a Bélgica

Los independentistas sardos se vuelcan con Puigdemont

En su penúltimo día en Cerdeña, el 'expresident' participa a un encuentro con un movimiento minoritario que se halla dividido

"La unilateralidad es una vía no violenta, y por lo tanto es una vía legítima", proclama ante un público entregado a su causa

Puigdemont muestra una escultura con las máscara tradicional sarda entregada este domingo en Oristano.

Puigdemont muestra una escultura con las máscara tradicional sarda entregada este domingo en Oristano. / ACN

Irene Savio

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Oristán es una ciudad burguesa, situada en la Cerdeña central, que en una época hoy muy lejana, en torno a los siglos XI y XV, fue la capital del juzgado de Arborea, uno de los cuatro estados sardos que existían entonces en la isla. Pero hoy en las calles de esta localidad poco queda de ese antiguo esplendor. Áreas como esta, anexadas a Italia en el XIX tras siglos de dominación aragonesa, española y piamontesa, han perdido relevancia en el enrevesado panorama político sardo de la actualidad. A un así a este lugar, con ahora apenas símbolos independentistas a la vista, acudió este domingo el 'expresident' de la Generalitat Carles Puigdemont, invitado por la Corona de Logu, una asamblea creada en 2018 con el intento -todavía de desenlace incierto- de reunir la dividida y minoritaria galaxia de los movimientos independentistas sardos.

Un sitio peculiar en el que recibir ovaciones. El activista y bloguero Frantziscu Pala ilustraba la paradoja con tono jocoso: “Nos han invadido, lo han destruido todo, pero ahora somos amigos”. "Para Puigdemont hemos organizado un recibimiento a la altura de un jefe de Estado", continuaba este joven, conocedor del conflicto catalán y sus más recientes desenlaces. “Ojalá un día Cerdeña pueda ser independiente. Seguiremos luchando. La lucha de los catalanes nos da esperanza”, añadía eufórico.

"El que estuvo preso"

Maurizio Onnis, alcalde de la diminuta localidad sarda de Villanovaforru y voluntarioso presidente de la Corona de Logu, dio la bienvenida a Puigdemont, percatados de la presencia de Jordi Sànchez, otros independentistas sardos aprovechaban la ocasión para saludar al secretario general de Junts, que también acompañaba la comitiva. “Es él el que estuvo preso…”, se oyó entonces murmurar a algunos, mientras otros se arremolinaban alrededor de Sànchez.

Fue el preámbulo de una reunión de casi dos horas en el Hospitalis Sancti Antoni, un viejo hospital ahora transformado en un centro cultural. Puigdemont esgrimió una vez más sus posturas y defendió que si el Estado español no ofrece un proyecto alternativo a la independencia de Catalunya y mantiene "la represión", los catalanes tendrán "todo el derecho" a "ejercer la unilateralidad" cuando se den las condiciones. "La unilateralidad es una vía no violenta, y por lo tanto es una vía legítima, es una vía que no somos los primeros en seguir, lo han seguido otros precedentes en el mundo que han sido avalados por la Justicia internacional", ha espetado Puigdemont

Un movimiento fragmentado

Luego, escuchó, uno por uno, a todos los delegados de los alrededor de 70 administradores públicos de la decena de partidos que hoy integran la Corona de Logu. Se habló de mucho: de la desmilitarización de la isla -una vieja petición de los sardos, al ser la isla sede de diversas bases militares desde hace décadas-, ecología, feminismo. La jugosa ocasión, para los sardos, no era menor. Como había resumido el propio Onnis, hablando con Puigdemont poco antes de la conferencia pública: “Mientras ustedes se enfrentan a un Estado que no admite la autodeterminación, nosotros tenemos a muchas personas que ni saben de qué hablamos”, dijo, al referirse al sentir en las calles. 

No es de sorprender. Debido a su extrema fragmentación por conflictos internos que se arrastran desde la década de los 70 del siglo pasado, el independentismo sardo cuenta hoy, según las estimaciones más optimistas, con menos del 10% de los apoyos en Cerdeña. Y solo posee administradores políticos elegidos en municipios sardos, al no haber logrado superar hasta ahora el porcentaje mínimo de votos (el 10%, precisamente) que la ley local requiere para tener diputados en la asamblea regional de Cerdeña. 

Vínculos con Córcega Libre

Eso sí, se trata de un independentismo con buenos vínculos con sus pares de Córcega Libre, partido independentista corso desde tiempo enfrentado al Estado francés y que esta semana también envío una nota de apoyo al eurodiputado catalán. Sostén que, tras su breve arresto de los últimos días -que finalizó con su puesta en libertad-, también recibió del presidente de la región de Cerdeña, Christian Solinas, no presente en el acto. Un político equilibrista, este, que hoy es líder del Partido Sardo de Acción, una histórica formación originalmente independentista que, con el paso del tiempo, se ha desplazado hacia el centro y no ha llevado adelante reivindicaciones sobre la cuestión.   

Puigdemont se regocijó del calor recibido. “Si alguna vez el pueblo sardo necesita el apoyo de Catalunya, lo recibirá”, afirmó, al desencadenar uno de los tantos aplausos, a ratos acompañados por gritos de “¡Independencia! ¡Independencia!”, para regocijo de los presentes. Con los independentistas sardos, “queremos reforzar el vínculo y recorrer el mismo camino hacia nuestros objetivos políticos. Somos realidades diferentes pero el camino es el mismo”, advirtió luego. “Sí Puigdemont ha sido para nosotros un catalizador. Estamos aprendiendo de Catalunya”, concluía Stefano Puddu, otro activista, ya finalizado el acto y finalmente ‘liberados’ también los agentes de la policía de la tarea asignada.