En València, del 15 al 17 de octubre

Sánchez logra sumar a González a la foto de la unidad con Zapatero y Almunia en el congreso del PSOE

El líder socialista contactó primero con los dos expresidentes para invitarles al cónclave. Solo faltará Rubalcaba, fallecido en mayo de 2019

González había roto con Sánchez tras la repetición electoral de 2016, y nunca había llegado a recomponer relaciones con el actual presidente

Pedro Sánchez, el 27 de julio de 2014, en el congreso extraordinario del PSOE que le proclamó nuevo secretario general, flanqueado por sus antecesores: los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, el exvicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, ya fallecido, y el exministro y excomisario Joaquín Almunia.

Pedro Sánchez, el 27 de julio de 2014, en el congreso extraordinario del PSOE que le proclamó nuevo secretario general, flanqueado por sus antecesores: los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, el exvicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, ya fallecido, y el exministro y excomisario Joaquín Almunia. / EFE / J. J. GUILLÉN

Juanma Romero

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Para un partido que sufrió la zozobra interna durante años, que vivió una auténtica guerra civil cuyas heridas sangraron mucho tiempo, las imágenes y los gestos de unidad cuentan. Mucho. Porque en el próximo congreso federal, el número 40, el que se celebrará entre el 15 y el 17 de octubre en València, el PSOE se reconcilia con su pasado. Pedro Sánchez logra la foto de unidad que tanto había perseguido y que no había conseguido. La imagen con todos sus antecesores en el trono de Ferraz vivos: los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y el exministro y exvicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia. Solo faltará un secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, fallecido el 10 de mayo de 2019. La instantánea de Sánchez con los tres anteriores líderes (y sobre todo con González, del que estaba muy distanciado desde 2016) será una de las que marquen el cónclave, una de las más simbólicas y quizá, la que se lleve un mayor protagonismo el sábado 16, para cuando está inicialmente programada.

La dirección del PSOE, conducida, tras la última crisis de gobierno, por los números dos y tres, Adriana Lastra y Santos Cerdán, está preparando con mimo un congreso que pretende ser un relanzamiento del partido de cara al ciclo electoral de 2023 —y que se abrirá con seguridad antes con las andaluzas, como máximo en el otoño de 2022— y para el que anuncia "sorpresas". Una será, por descontado, la recomposición de la ejecutiva, que Sánchez recortará y hará más operativa, y en la que introducirá caras nuevas, aunque el corazón de poder se mantendrá, ya que Lastra continuará, con seguridad, como vicesecretaria general y es previsible que Cerdán se mantenga al frente de Organización. Pero otro de esos platos fuertes será sin duda la foto de Sánchez con González, Zapatero y Almunia, que fue adelantada este domingo por 'El País' y que confirmaron fuentes de Ferraz y de la Moncloa a este diario.

Zapatero defenderá en València la abolición de la prostitución, un "deseo no cumplido" durante su etapa en el poder

Fue Sánchez, reseñan desde el cuartel general de los socialistas, quien primero se puso en contacto con los dos expresidentes, para invitarles al congreso. Lo hizo "hace unos diez o doce días", recuerda uno de ellos, en conversación con EL PERIÓDICO. Después, fueron Lastra y Cerdán los que llamaron (ella, a Zapatero; él, a González) para perfilar los detalles de su participación. Zapatero defenderá, de hecho, la abolición de la prostitución, un compromiso programático del PSOE pero que no forma parte de los acuerdos de coalición con Unidas Podemos. Una ley abolicionista, dijo el pasado jueves en València, fue el "deseo no cumplido" de su etapa en el Gobierno, entre 2004 y 2011.

En el PP, Rajoy y Aznar no estarán juntos con Casado

Sánchez consigue una foto que no reproducirá Pablo Casado el próximo fin de semana en la clausura de la convención del PP, también en València. Compartirá actos con los dos expresidentes populares. Con Mariano Rajoy el lunes en Santiago y con José María Aznar el jueves en Sevilla, pero no los tendrá juntos con él. La estampa con González, Zapatero y Almunia va en la línea de la labor de sutura interna que lanzó con la última remodelación del Ejecutivo, en la que repescó a figuras clave de etapas anteriores —como Óscar López, mano derecha de Rubalcaba (2012-2014), y actual jefe de Gabinete, en sustitución de Iván Redondo—, fichó a dirigentes que apoyaron a Susana Díaz en la contienda de 2017 (como las ministras Isabel Rodríguez, Pilar Alegría y Diana Morant), y reforzó el peso del partido.

El PSOE respondió estupefacto por una salida que en absoluto esperaba, la de José Luis Ábalos —las razones siguen sin explicarse, y tampoco las ha dado el ya exministro— y sintió alivio con la marcha de Redondo, considerado un outsider que velaba, decían en el partido, más por su propio interés que por el de su jefe. Pero aún quedaba la muesca de González. El patriarca socialista que rompió con Sánchez en 2016 y cuya relación no se había llegado a recomponer ni tan siquiera después de que este ganara a Díaz las primarias de 2017.

Sánchez tejió de nuevo la complicidad con Zapatero tras las primarias. González, con quien almorzó en febrero de 2018, le dio plante en la escuela de buen gobierno

No siempre fue así. En la consulta a la militancia de 2014, González apoyó a Eduardo Madina (Zapatero, en cambio, a Sánchez, igual que Díaz y todos los barones socialistas, salvo el asturiano Javier Fernández y el extremeño Guillermo Fernández Vara), pero cuando arreciaron las turbulencias contra el nuevo líder y empezó el cuestionamiento interno, lanzó una voz de aviso: "No lo voté a él, pero es mi secretario general y lo voy a apoyar en todo lo que pueda, y es lo que pido como cultura de partido". La relación se agrietó tras las derrotas en las urnas del 20-D de 2015 y, sobre todo, del 26-J de 2016. González se sintió "engañado" porque Sánchez le dijo que se abstendría en la investidura de Rajoy. Aquellas declaraciones del expresidente en la SER desencadenaron la ofensiva interna contra el secretario general, que acabaron defenestrándolo de Ferraz.

González, como Zapatero y todos los notables socialistas (salvo Almunia), apoyó a la entonces presidenta de la Junta de Andalucía en su carrera por conquistar el poder en el PSOE. Tras su victoria, Sánchez recompuso su relación con Zapatero y con la mayoría de barones del partido (los más distantes sigue siendo el castellanomanchego Emiliano García-Page y el aragonés Javier Lambán), pero no lo logró con el presidente que arrolló en las urnas en 1982. Almorzó con él en febrero de 2018, pero luego le plantó en la escuela de buen gobierno que se celebró un mes después, como hizo Rubalcaba... y también Díaz. Entonces Sánchez perseguía la foto de la unidad socialista. No lo consiguió. Aquellas jornadas, planteadas como un impulso hacia el ciclo electoral de 2019, se saldaron en parte en fracaso por esas destacadas ausencias. González había excusado su presencia en el 39º Congreso, el que siguió a las primarias, por un viaje a Colombia: sí fueron Zapatero, Rubalcaba y Almunia.

Pedro Sánchez, reelegido secretario general en primarias, durante el 39º Congreso Federal del PSOE, charlando con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Unas butacas al lado, los exlíderes Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia, el 17 de junio de 2017 en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid.

Pedro Sánchez, reelegido secretario general en primarias, durante el 39º Congreso Federal del PSOE, charlando con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Unas butacas al lado, los exlíderes Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia, el 17 de junio de 2017 en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. / DAVID CASTRO

En el funeral de Rubalcaba

Menos de tres meses después de la escuela de buen gobierno, Sánchez aterrizó en la Moncloa vía moción de censura. Tampoco González se acercó. Se declaró en "año sabático" y prefirió no hablar ni del PSOE, ni de su líder. Admitió su "orfandad representativa". Discrepó en cuestiones como Venezuela, estalló por la figura del relator que jamás llegó a cristalizar, cargó duramente contra la coalición con Unidas Podemos. Y, recientemente, cuestionó la oportunidad de los indultos a los líderes del 'procés'.

Pero ahora el momento "es otro", como reconocen en su entorno. Sánchez lanzó un mensaje de pacificación interna en la remodelación ministerial de julio, y todos son conscientes de que el partido necesita estar unido frente a un PP crecido y que podría llegar a gobernar con Vox, si se cumplen algunas encuestas. "A Felipe, si le invitan, va. Por supuesto. Se puede ser crítico y seguir siendo del PSOE y leal. Estaba distanciado de Pedro, pero no de otra gente", abunda una dirigente que le conoce muy bien.

González ha manifestado sus críticas en estos últimos años contra la política con Catalunya, contra la coalición o poniendo en duda los indultos

Sánchez sí coincidió con González, Zapatero y Almunia hace dos años. En el velatorio de Rubalcaba, en el Congreso de los Diputados. Los tres secretarios generales, como todas las familias socialistas, como los Reyes, políticos de todos los partidos y ciudadanos de a pie, lloraron al exvicepresidente del Gobierno. El actual jefe del Ejecutivo no se movió de Pasos Perdidos mientras estuvo abierta la capilla ardiente. Ahora, el contexto es otro. Pero Rubalcaba no quedará en el olvido. Ferraz tenía programado un homenaje en el primer aniversario de su muerte, pero fue imposible de celebrar porque España vivía confinada, en pleno estado de alarma por el covid. Ahora el congreso federal podría rendirle tributo, como dan por seguro distintos dirigentes consultados.

Pedro Sánchez, junto al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, durante la clausura de la escuela de buen gobierno del PSOE, el 18 de marzo de 2018 en Madrid.

Pedro Sánchez, junto al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, durante la clausura de la escuela de buen gobierno del PSOE, el 18 de marzo de 2018 en Madrid. / EFE / J. J. GUILLÉN

El cónclave llega, además, cinco años después de aquel trágico comité federal del 1 de octubre. Aquel en el que los coroneles del PSOE tumbaron a su jefe tras horas de tensión, furia y tormenta. Pero eso ya es agua pasada en un PSOE en el que nadie cuestiona el liderazgo de Sánchez, y en el que él tiene todo el poder.

*Fe de errores

Este periódico actualiza, a 29 de septiembre, uno de los datos de esta información: tras el primer contacto entablado por Pedro Sánchez, Adriana Lastra habló con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, y Santos Cerdán, con Felipe González. No fue la vicesecretaria general la que telefoneó a ambos, como informamos en un primer momento, sino que se repartió con el número tres.