Cuatro años después

Un silencio sobrecogedor preside el recuerdo a las víctimas del 17-A, cuatro años después

Las ofrendas florales y un minuto de silencio sirven para recordar el horror en el corazón de Barcelona

Las autoridades institucionales, policiales y sanitarias, en segundo plano, rinden también homenaje a los damnificados

El homenaje ha consistido en un minuto de silencio acompañado de la música del 'Cant dels Ocells' y una ofrenda floral.

El homenaje ha consistido en un minuto de silencio acompañado de la música del 'Cant dels Ocells' y una ofrenda floral. / JORDI OTIX

Fidel Masreal

Fidel Masreal

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El silencio. El silencio en La Rambla. Un silencio profundo, conmovedor. El de hace cuatro años, cuando el horror se clavó en el corazón de la capital catalana. El silencio de este martes en ese mismo lugar, para honrar a las víctimas. Dieciséis fallecidos y más de trescientas personas afectadas. Para rendirles homenaje, las propias víctimas han sido las únicas protagonistas, también en silencio, sin discursos, en un minuto de silencio enmarcado por El Cant dels Ocells, interpretado en directo. Detrás de ellas, las autoridades. Y también todos los equipos policiales, sanitarios y psicológicos que también formaron parte del operativo que se desplegó tras el desastre.

En el acto de este martes, en el Pla de l'Os de La Rambla, los familiares, con la mirada perdida y lágrimas en los ojos, han aguantado el trago de revivir la experiencia. Tras el minuto de silencio, han depositado claveles blancos y ramos de flores en tres grandes jarrones. Todo siempre en silencio. Después lo han hecho todos los representantes institucionales: el 'president' Pere Aragonès, la presidenta del Parlament, Laura Borràs, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, esta vez codo con codo.

Las víctimas presentes eran solo una pequeña parte de todos los damnificados. Lo sabe bien Robert Manrique, portavoz de la Unidad de atención y valoración de afectados por terrorismo (UAVAT): hay decenas de nacionalidades diferentes y maneras distintas de digerir la pesadilla. Denunciando, recurriendo contra la sentencia del pasado mes de mayo. O simplemente olvidando y desapareciendo de los focos y de la batalla judicial.

"Volem saber la veritat"

Entre las primeras, Javier Martínez, el padre de Xavi, un niño de tres años asesinado ese día. Martínez ha acudido al acto este martes junto a su familia. Había camisetas blancas con la imagen de Xavi y la frase: "Volem saber la veritat" ("Queremos saber la verdad"). Y es que en Martínez se aúna el dolor insoportable y un ansia insaciable por ir más allá de las versiones policiales y judiciales de lo sucedido.

En cuanto al dolor, Martínez habla a borbotones: "Estoy bien, intento recuperarme, me cuesta trabajar, hacer cosas, tengo la obligación de tirar adelante, estoy muy tocado, esto no se olvida nunca, que te lo asesinen no se puede asumir, porque se trata de un grupo terrorista que está en todo el mundo, ¿contra quién focalizas?”.

La oficina pendiente

Y respecto a la investigación de los hechos, él forma parte de las familias que presentarán recurso tras la reciente sentencia condenatoria respecto a tres de los jóvenes. Javier siente una profunda angustia porque se muestra convencido de que la verdad está todavía pendiente de conocerse. Habla, también a borbotones, de documentos supuestamente esclarecedores procedentes del abogado de Villarejo, del papel de los servicios secretos en la explosión de Alcanar, de que no se evitó el atentado, de que hacía falta llegar al nivel 5 de alerta para que pudiera entrar el ejército en Catalunya antes del 1-O… Pero sobre todo habla de su soledad. Y de que cuando su hija se despierta de madrugada con sueños por lo sucedido, no tiene ni un teléfono de apoyo.

Mientras no llega la prometida oficina institucional de atención a las víctimas, quien atiende en buena medida a más de 200 personas golpeadas es la UAVAT. Con la solidaridad de otras asociaciones, como la de víctimas del 11-M. De esta entidad procede una de las ofrendas florales que ha presidido el acto de este martes en La Rambla, en medio de un sobrecogedor y respetuoso silencio.