JUEGO DE TRONOS
Las 3 claves de la semana política
Félix Bolaños, hombre fuerte de La Moncloa e interlocutor para Catalunya
El traspaso de las becas se podría cerrar este lunes
La renovación de la Sindicatura de Greuges, para septiembre
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Una de las características de las democracias avanzadas es el establecimiento de agendas políticas claras y transparentes. Los Estados Unidos y la Unión Europea son ejemplos de ello donde los poderes ejecutivo y legislativo rinden cuentas de los asuntos que piensan desarrollar a seis meses y a un año vista. En Bruselas, comisarios, europarlamentarios, funcionarios, lobistas y periodistas son capaces de explicarte sobre qué asuntos conversarán en el corto y en el medio plazo. En España, y en Catalunya, tendemos a una mayor improvisación. Y el debate político gira demasiados días alrededor de una declaración estridente, de un tuit malintencionado o de una filtración judicial interesada.
Catalunya no ha salido de la agenda
Los más interesados en que el diálogo entre La Moncloa y Sant Jaume termine antes de empezar quisieron ver en el cambio de Gobierno de Pedro Sánchez un desistimiento del tema catalán. Pretendían sustanciarlo en el desplazamiento de Miquel Iceta desde Administraciones Territoriales a Cultura y en las salidas de José Luis Ábalos e Iván Redondo. Incluso ponían en el paquete a la vicepresidenta Carmen Calvo. Lo cierto es que la interlocución no ha estado nunca en peligro porque pasa por Sánchez y Aragonès, pero también porque el actual hombre fuerte en la Moncloa, el ministro Félix Bolaños ya estaba en el día a día de esa interlocución. Y sigue ahí. Por eso la comisión bilateral que se celebra este lunes nunca estuvo en peligro tras el cambio. Sola la previsión de inicio de vacaciones del gobierno catalán dificultaba que se hiciera un 2 de agosto.
Una reivindicación histórica
La demanda del traspaso de la gestión de las becas forma parte de la agenda desde los tiempos de Jordi Pujol que la incluía en su retahíla de agravios junto al canal Segarra-Garrigues. El Tribunal Constitucional ha avalado en más de una ocasión que esta es una competencia protegida por el Estatut y cuyo traspaso es perfectamente constitucional. Este podría ser el fruto tangible de la reunión del lunes. La idea de Moncloa es que se substancien avances en este foro ante la dificultad de que se produzcan en la mesa de negociación política que se reabrirá en septiembre. Para las dos partes, en este momento lo más decisivo es que el clima negociador no se rompa al menos hasta dentro de dos años, de manera que los respectivos proyectos políticos se consoliden y los Presupuestos se vayan aprobando a una y otra orilla del Ebro. Conllevancia, al fin y al cabo.
Gestos de distensión
Una de las obsesiones del president Aragonès es que todos los catalanes, no solo los independentistas, vuelvan a sentir a las instituciones catalanas como propias. En los primeros cien días, que s cumplirán a principios de septiembre, habrá completado una minuciosa agenda de visitas a todos los rincones del país y de contactos con las instituciones más representativas. Para septiembre queda el retomar una agenda en el Parlament que contenga algunos elementos más que la reivindicación independentista o los conflictos derivados de su judicialización. En Moncloa saben que con los indultos no está hecho pero reclaman que el Gobierno de Aragonès cambie también algún tercio sin renunciar a sus ideales. El regreso de Jaume Giró a la reunión de consejeros de Hacienda y el tono conciliador, sin dejar de ser exigente, de sus declaraciones posteriores han sentado más que bien. Otro gesto importante sería que se alcanzasen acuerdos para renovar instituciones que necesitan de mayorías reforzadas, como la Sindicatura de Greuges (se busca mujer que no tenga pasado político), la Sindicatura de Comptes o la CCMA. Ese clima de distensión también entre los partidos catalanes podría hacer menos imprescindible a la CUP en los presupuestos, facilitar una cierta unidad institucional en el aeropuerto y abrir definitivamente un espacio de diálogo entre los partidos catalanes. Esto va de hacer cosas que no apetecen y se tienen que hacer en todas las instancias. Este septiembre pinta mucho mejor que el de hace un año, pero todo el mundo tiene que asumir sus deberes y compartir la agenda. De momento, nos tomamos un descanso.
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