Presentación del balance semestral

Sánchez cierra otro curso pandémico y marca rumbo

El presidente rinde cuentas de otro año complicado por el covid con un nuevo Ejecutivo para fijar objetivos de cara a los próximos meses y despejar incógnitas

Está empeñado en centrarse en la gestión, en lanzar mensajes positivos, en huir de las celadas de la oposición, en el diálogo con Catalunya sin que sea foco único

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda al nuevo secretario general de la Presidencia, Fran Martín Aguirre (i), en presencia del director de Gabinete, Óscar López (d), este 28 de julio de 2021 en el acto de toma de posesión de los nuevos altos cargos de la Moncloa.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda al nuevo secretario general de la Presidencia, Fran Martín Aguirre (i), en presencia del director de Gabinete, Óscar López (d), este 28 de julio de 2021 en el acto de toma de posesión de los nuevos altos cargos de la Moncloa. / EUROPA PRESS / A. ORTEGA

Juanma Romero

Juanma Romero

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Era 19 de febrero de 2020, el Gabinete de la Presidencia del Gobierno acababa de tomar posesión y se decidió cómo traerse de China, de la "recóndita" provincia de Wuhan, a los españoles atrapados allí por el coronavirus. "Nadie podía imaginarse entonces lo que vino después". Lo recordaba este miércoles Pedro Sánchez, en otro acto gemelo, en el aterrizaje de su nuevo equipo en la Moncloa. De camino, una terrible pandemia que ha acabado con la vida de más de 80.000 personas en España, contagiado a más de 4,3 millones, hundido el PIB un 10,8% en 2020, elevado la tasa de paro al 15,5%, atemorizado y paralizado al mundo, contraído las economías, derribado la actividad turística. Pero el presidente cree que lo peor ya pasó. Que ahora hay fundamentos para el optimismo, dado el ritmo de vacunación —el 55,7% de la población ya está inmunizada— y el rebote económico, que le hacen calcular que el PIB crecerá un 6,5% este 2021 y un 7% el próximo año, empuje ayudado por el manguerazo de los fondos europeos, cuyo primer tramo de 9.000 millones llegará, en principio, de forma inminente.

Ese es el clima que el presidente quiere pintar este jueves desde la Moncloa, en su comparecencia de final del curso político, antes del parón veraniego, que arrancará oficialmente el martes, tras el Consejo de Ministros y su despacho con el Rey en Marivent. Sánchez hará balance de los últimos meses —de hecho, presentará el informe de rendición de cuentas de 2021 llamado pomposamente 'Cumpliendo'— y buscará proyectarse hacia el futuro, en esa "nueva etapa" que quiso abrir simbólicamente con una remodelación profunda de su Gobierno. El líder socialista está empeñado en centrarse en la gestión, en lanzar mensajes en positivo, en intentar huir de las celadas de la oposición, en mantener la política de mano tendida con Catalunya, aunque procurando que el diálogo con el Govern no monopolice el debate público. No quiere que nada ni nadie le distraiga de ese objetivo, consciente de que se adentra en la segunda mitad de su mandato con la erosión electoral a cuestas y con la mirada ya puesta en las urnas de 2023.

El Gobierno aún no ha aclarado cómo piensa avanzar en "ejemplaridad" y "transparencia" de la Casa del Rey de la mano de la Zarzuela

Hace justo un año, en su rueda de prensa estival, hacía poco que se acababa de levantar el confinamiento y se empezaba a atisbar una segunda ola del covid —ahora España cabalga sobre la quinta onda epidémica—, no había vacuna y la recuperación se intuía lejana. Pero los titulares se dirigieron todos al mismo punto: la defensa que Sánchez hizo de la Corona y de su actual titular, Felipe VI: la víspera, la Zarzuela había anunciado que Juan Carlos I había abandonado España, pero no aclaró, ni lo hizo el presidente, dónde se había marchado, aunque dos semanas después la misma institución, tras la enorme presión social, confirmó que se hallaba en Emiratos Árabes Unidos. En diciembre, en su comparecencia de final de año, volvió a salir en defensa de la Casa Real y adelantó que se irían "conociendo" cómo se materializaría la hoja de ruta de "renovación" de la Jefatura del Estado "en cuanto a la transparencia y la ejemplaridad". El Gobierno no estaba pensando en una ley orgánica de la Corona, sino en medidas más puntuales. Pero nada se ha avanzado desde entonces. Ni un paso. Tampoco se sabe si el rey emérito retornará a España en algún momento, o cuáles son las condiciones que la Moncloa y la Zarzuela estiman necesarias.

Instituciones sin renovar

Es una más de las viejas incógnitas que han dejado estos meses de curso pandémico, que Sánchez cierra con un Ejecutivo nuevo no solo en el escaparate —los siete ministros entrantes, con el relevo del núcleo duro de poder y la caída de Carmen Calvo, José Luis Ábalos y su director de Gabinete, Iván Redondo—, sino también en el chasis, en el motor de la Moncloa, con Óscar López, Llanos Castellanos, Fran Martín y Francesc Vallès como nuevas piezas claves de respaldo de la maquinaria gubernamental. El presidente apenas ha dado explicaciones de unos ceses que ha revestido de meros "cambios" necesarios para "cargar las pilas", para rejuvenecer su alineación y para afrontar una "nueva etapa" marcada por la recuperación, la gestión de los fondos y el final del covid. Rediseño que se completará en octubre con el 40º Congreso Federal del PSOE, del que saldrán nuevos órganos de dirección. "Hay meses que valen por años”, explicó a los periodistas hace una semana en Nueva York, en la primera parada de su gira por EEUU, muy centrada, precisamente, en la economía. Es decir, que su Gobierno, en una emergencia "sin precedentes", había salido chamuscado, y le urgía renovarlo para seguir "avanzando" mientras la oposición "grita". Un PP, por cierto, con el que Sánchez no cuenta para la renovación institucional, todavía pendiente un año después. Y agravada, porque se han sumado más órganos —como el Tribunal de Cuentas— a la lista del bloqueo.

Sánchez no ha explicado en profundidad los cambios en su equipo, aunque ahora está enfocado en sacar adelante los Presupuestos. En el horizonte, la subida del salario mínimo

En su viaje a Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, el presidente puso el acento, ante los potenciales inversores, en las reformas que su Ejecutivo pretende poner en marcha y que están comprometidas con Bruselas (como las pensiones, la fiscalidad o la modificación del mercado laboral), y también en la "estabilidad" política, pese a la precariedad parlamentaria. De ahí que el Gobierno ya haya sacado del horno el nuevo techo de gasto (196.142 millones de euros, semejante al de 2021) y se disponga a la redacción de los Presupuestos, de nuevo expansivos, que buscará acordar, prioritariamente, con los socios de investidura, con los que ya sacó las cuentas vigentes. Sánchez también prevé aprobar los PGE de 2023, ya que su intención es no acortar la legislatura. Todo lo contrario, prevé estirarla todo lo posible, para que le dé tiempo a que los ciudadanos aprecien en las urnas (municipales, autonómicas, y luego generales) los frutos de la reanimación económica. Él se dijo no preocupado por las encuestas que ya sitúan por delante al PP, y en su entorno recuerdan que las distancias estarían acortándose y que el desgaste sufrido por los indultos, sumado al revulsivo por la reestructuración ministerial, está frenando la caída.

La reforma fiscal no estará lista para 2022, porque el presidente cree que hay que primar la recuperación, pero sí ha aceptado, como concesión a Unidas Podemos, que en septiembre se estudie la subida del salario mínimo si la evolución del mercado laboral sigue siendo buena. Lo anunciaba este martes, de manera sorpresiva, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, la que más se había opuesto al alza en este momento. El compromiso de la coalición, y que el PSOE ratifica en su ponencia marco, es que el SMI alcance el 60% del salario medio para 2023.

A la espera del Tribunal de Cuentas

El próximo lunes se reúne, por primera vez desde 2018, la comisión bilateral Generalitat-Estado, y para mediados de septiembre está prevista la segunda reunión de la mesa de diálogo. Otra vieja carpeta que no tendrá solución en el corto plazo por el choque con el independentismo. El Gobierno pretende una solución transversal, un mejor encaje de Catalunya en España, pero no cederá con la autodeterminación y la amnistía que le reclama el Govern. Sánchez considera pasada la página de los indultos, espera que sirvan para asentar una "nueva etapa" basada en el diálogo dentro de la Constitución y la ley, ofrece su agenda del reencuentro. Pero no hay hoja de ruta trazada todavía. Catalunya, en todo caso, será "un capítulo más", no un "plato único", como dicen en la Moncloa. Una de las muchas pruebas del giro operado por el Ejecutivo es la calma y la prudencia con la que está guiándose en el asunto del aval de la Generalitat a sus ex altos cargos encausados por el Tribunal de Cuentas. El propio presidente ha reiterado que si hay puntos sospechosos de ese decreto ley se recurrirán ante el Constitucional, pero no ha avanzado más. Y ahora no le queda otra que pronunciarse, porque el órgano fiscalizador ha requerido a la Abogacía del Estado que emita informe.

En la Moncloa insisten en que son "optimistas", que las cifras positivas no son una "ensoñación" y que el presidente está "fuerte" y "tranquilo"

El relevo del catalán Miquel Iceta por la castellanomanchega Isabel Rodríguez está orientado a ese mismo objetivo: no ubicar todas las luces en Catalunya. Por lo pronto, el Gobierno celebra la desinflamación y la vuelta de la Generalitat a órganos multilaterales como el Consejo de Política Fiscal y Financiera (ocurrió este miércoles). No estará el 'president', Pere Aragonès, sin embargo, en la gran cita política que abrocha este julio: la Conferencia de Presidentes que el Rey inaugurará este viernes, día 30, en Salamanca.

"Este es el lugar de las transformaciones", decía Sánchez este miércoles a los nuevos altos cargos de la Moncloa. Les apremiaba a sentirse "afortunados" por estar "al mando de la nave" y "protagonizar este momento de cambio profundo para el bien" de España. El presidente no ve sombras en el horizonte, pese a las incertidumbres, los riesgos y el choque con la oposición. En su equipo insisten en que todas las cifras, las manejadas por el Ejecutivo y por las casas de análisis, son "optimistas", no fruto de una "ensoñación", aunque ahora "habrá que ver cómo bajan esos números a la calle", cómo los sienten los ciudadanos. Sus colaboradores le ven "tranquilo" y "fuerte", liberado tras el cambio de Gobierno, del que se siente plenamente satisfecho, una seguridad que intentó trasladar a la prensa española que le acompañó en su gira por Estados Unidos y a la que se acercó, también como señal de los nuevos tiempos que soplan en la Moncloa. Al menos por ahora.