JUEGO DE TRONOS
Las 3 claves de la semana política
La cuestión es si la crisis de Gobierno ha sido resultado de una gran audacia o de una gran temeridad
Hasta que no sepamos qué pasó con Ábalos no entenderemos este cambio en el Ejecutivo
Hay espacios que ocupaba Iván Redondo que van a quedar vacíos
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
La inesperada crisis de Gobierno que promovió Pedro Sánchez hace una semana ha dejado a mucha gente descolocada, dentro y fuera del Gobierno, dentro y fuera del PSOE y dentro y fuera de la política. Alrededor de las instituciones se tejen círculos concéntricos de confianza y de complicidades que un tsunami como el del sábado pasado deja en el aire. El primer paso para recolocarse es entender lo que pasó y por qué pasó. Y el segundo es identificar cuáles son los nodos de información, de poder y de acceso al presidente que se dibujan en la nueva estructura.
Entre la audacia y la temeridad
Patronales, sindicatos, organizaciones sectoriales, lobistas, medios de comunicación y gente especializada en la influencia aún no han decodificado si esta crisis de Gobierno fue un acto de audacia largamente meditado o otra temeridad basada en la improvisación en la biografía de Sánchez. A favor de la audacia está el positivo impacto que han tenido las incorporaciones en el interior del PSOE. Uno tiende a pensar que el tamaño de los ministerios asignados a cada alcaldesa se corresponde con exactitud al número de delegados que va a aportar su federación en el congreso socialista de octubre.
Si eso es así, Sánchez llevaba tiempo preparando minuciosamente los relevos, se supone que con quienes desde el lunes son su núcleo más cercano: Félix Bolaños, Óscar López y Santos Cerdán. Pero algunos indicios señalan que pudo haber mucho de improvisación, tanto por la precipitación en la comunicación a algunos de los nuevos ministros, como por la ignorancia de la salida de algunos defenestrados, especialmente los del núcleo duro del presidente.
La gran incógnita de Ábalos
La pieza que falta para entender las causas de lo ocurrido y las claves del nuevo orden es saber por qué, cuándo y cómo se rompió el vínculo entre Sánchez y José Luis Ábalos, uno de sus incondicionales de primera hora. La gente, cuando no sabe las cosas se las inventa. Hay teorías conspiratorias que centran la ruptura en un presunto escándalo que puede salpicar al exministro y exsecretario de organización. Veremos.
Otros rumores niegan la ruptura y esperan con ansiedad de qué manera recolocará el presidente del Gobierno a Ábalos, de la misma manera que ya ha señalado a Carmen Calvo como futura presidenta del Consejo de Estado.
La versión más perversa es que Sánchez practicó un cierto grado de sadismo y habló con cada uno de los tres puntales sobre los cambios que se disponía a hacer y no fue hasta el último minuto cuando les comunicó como les afectaban personalmente. Excesivamente perverso.
Las viudas de Iván Redondo
Con todo, los más descolocados son los que no supieron anticipar la caída de Iván Redondo. Si fue a petición propia, como insinuó en su nota, hay mucha gente enfadada porque no les avisó. Si fue tras un pulso con Sánchez, está claro que todo lo que tenga su huella va a pasar a mejor vida. Cierta gente en España, especialmente del mundo de la empresa y de Catalunya, creyó a pie juntillas la leyenda del poder de Redondo.
Un exministro me dijo hace meses a propósito de esto: “no te equivoques, el que manda es Sánchez”. Pero no todo el mundo recibió ese mensaje. El omnipresente jefe de gabinete hablaba el mismo lenguaje que muchos influencers del Washington-Madrid. Y preferían hablar con quien les entendía antes que con quien mandaba. Proyectos europeos, permutas accionariales, opas amistosas y relevos en la cúpula del Ibex 35 se hacían realidad en la mesa del fontanero. Y solo los que llegaron a plantearse en la del presidente tienen visos de convertirse ahora en realidad.
Esta especie de viudas de Redondo deambulan estos días maldiciendo al presidente al que hace cuatro días le reían todas las gracias. Los que quieren estar con el poder y dentro del poder con los que mandan, mueren abrasados cuando no aciertan a identificar la fuerza de cada figura del entorno presidencial. Y ya se sabe que los grandes amores despechados tienden a convertirse en grandes odios, incluso más intensos que los estructurales.
En España hay una cultura de aproximación al poder que tiene reminiscencias cortesanas, en lugar de defender legítimamente los propios intereses y buscar las coincidencias se limitan a cortejar a quién creen que manda.
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