Nueva etapa en Catalunya

Los indultados del 'procés' hablan de su paso por la prisión

Los dirigentes claman por una revisión a fondo del sistema penitenciario

La 'conselleria' de Justícia recibirá a los dirigentes excarcelados para escuchar sus propuestas

Pla general de Jordi Cuixart  Josep Rull  Jordi Sanchez i Oriol Junqueras sortint de la preso de Lledoners durant el seu trasllat a Madrid pel judici de l 1-O l 1 de febrer de 2019 (Horitzontal) Generalitat de Catalunya ACN

Pla general de Jordi Cuixart Josep Rull Jordi Sanchez i Oriol Junqueras sortint de la preso de Lledoners durant el seu trasllat a Madrid pel judici de l 1-O l 1 de febrer de 2019 (Horitzontal) Generalitat de Catalunya ACN / Generalitat de Catalunya

Fidel Masreal

Fidel Masreal

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"No, no, no, no. La cárcel no sirve. No funciona. No cumple con la hipotética misión de encerrar a los más peligrosos, que son los que están al frente de multinacionales y de gobiernos que se están cargando el planeta. Estos son los peligrosos de verdad y no están en la cárcel, algo que no le deseo a nadie”. Quien habla no es un exaltado antisistema, sino uno de los líderes del 'procés', Jordi Cuixart. Su eco lo recogen todos los presos soberanistas entrevistados para este reportaje: Joaquim Forn, Jordi Sànchez, Dolors Bassa y Carme Forcadell. Cuixart sigue: "Las cárceles son el patio de atrás para esconder la impotencia del Estado para resolver o intentar resolver o mitigar las situaciones de desigualdad. He conocido a algún delincuente que es una suerte que esté encerrado, pero la mayoría son víctimas de la sociedad, en algunos casos de sus padres. De los abusos recibidos”.

"“La cárcel no sirve. El problema no es cuando están dentro, sino fuera, cuando deberían tener acompañamiento”

— Carme Forcadell, expresidenta del Parlament

Joaquim Forn sólo había visto las cárceles en las películas, salvo dos horas de visita a la Modelo. Entró entre rejas lleno de desconfianza y temor al ver cerrarse las puertas tras él con ese ruido que no se olvida nunca. Tres años y medio después, proclama: "Es duro, durísimo. Y dudo que una pena larga sirva, lo único que puede hacer es acabar de perjudicar a la persona. Soy muy crítico". Los dirigentes indultados han denunciado haber sufrido una injusticia absoluta, pero se han sentido privilegiados respecto a la mayoría de presos, que no reciben a su abogado a diario, ni tienen decenas de cartas, ni peticiones de entrevistas en televisión ni reconocimiento social, ni a menudo una familia y un trabajo esperándoles fuera. Ahora, tras el indulto, los expresos del 'procés' levantan la voz para reclamar a la sociedad catalana, de la mano de las entidades sociales que trabajan a pie de celda, que no desvíe la mirada sobre la realidad de las 8.000 personas encarceladas en Catalunya. La 'consellera' de Justicia los ha citado para escuchar sus consejos.

"La cárcel es un fracaso de la sociedad y trasmitimos el fracaso al preso, que es el eslabón más débil. Hagamos cohesión social”

— Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural

La lista de denuncias es larga: abogados de oficio que no garantizan un juicio justo, un código penal punitivo, abuso de la cárcel preventiva que se alarga hasta los cuatro años, insuficiencia de medidas penales alternativas, desamparo absoluto de los internos cuando salen en libertad sin ninguna red social, droga en las cárceles, situaciones (puntuales) de abuso de autoridad de funcionarios, falta de sensibilidad de los jueces de vigilancia penitenciaria, talleres inadecuados para la reinserción laboral o sencillamente inexistentes, deshumanización, burocracia... "La sociedad no conoce la cárcel y lo que no conoces te da miedo; somos en parte responsables, hemos de darles otra oportunidad, esta que nosotros hemos tenido y ellas no”, reclama Carme Forcadell.

"A más tiempo de cárcel, el riesgo de desconexión con la realidad lleva a un riesgo de reincidir delictivamente”

— Jordi Sànchez, secretario general de JxCat

Núria Iturbe Ferré y Meritxell Campmajó Garcia, de la comisión de ámbito penitenciario y ejecución penal de la federación de entidades ECAS, esperan que se aproveche la parte positiva de la vivencia sufrida por los dirigentes del 'procés', en contraste con la de la inmensa mayoría de los privados de libertad. "La cárcel es un espacio contenedor, no reinsertador, sobre todo cuando las penas son largas. Lo que sirve es un proceso de transición progresiva que permita a las personas estar en sociedad; se ha demostrado que las medidas que son más útiles son las medidas penales alternativas”, propone Iturbe, que invita a los indultados a hablar no sólo con la 'consellera' sino también con las entidades, que conocen el día a día de los presos y sus familias. “Se debe hacer una apuesta muy grande en recursos, el coste de una persona en un centro penitenciario es elevadísimo y el que se invierte en una salida o en medidas alternativas es menor”, describe Campmajó, que pide mucha pedagogía sobre estas medidas alternativas a la privación de libertad.

La libertad como amenaza

Uno de los dramas, paradójicamente, es el de la puesta en libertad. Los dirigentes independentistas han podido primero gozar de permisos por su red familiar, social y sus recursos económicos y laborales. Y al salir se han reincorporado de inmediato a la sociedad. "Salió una persona que llevaba 22 años en la cárcel, no sabía cómo funcionaba un móvil, sólo había visto las pesetas, no sabía comprar billetes de bus, no podía pedir hora porque todo era por internet, llevaba 22 años sin recibir una sola carta”, describe Núria. "Debería haber un seguimiento más específico de estas personas cuando salen, intentar buscarles trabajo", propone Forn. Forcadell explica las consecuencias: "De golpe se ven fuera, con libertad total. Muchas no tienen casa, no tienen estructura familiar, no tienen trabajo, no tienen recursos, y vuelven al mismo contexto que las llevó a delinquir. Al cabo de un año muchas vuelven a entrar porque su manera de sobrevivir es delinquir”.

“Hay mucha gente que tiene poco sentido que esté en la cárcel, se ha de trabajar más las medidas alternativas”

— Joaquim Forn, 'exconseller' de Interior

Jordi Sànchez levanta la voz sobre los abogados de oficio: "Buena parte de ellos dejan en la indefensión a la mayor parte de internos porque no se acaban preocupando de ellos, y esto genera mucha desigualdad en internos que quedan desvalidos y abandonados". Sànchez sí conocía las cárceles, de su etapa junto al Síndic de Greuges. Subraya las diferencias respecto a las cárceles de Madrid, en favor de las catalanas. Pero advierte sobre la falta de recursos y pisos tutelados para los permisos. "Muchas personas extranjeras no tienen impedimento para salir de permisos, pero no tienen un entorno de referencia y deben estar en estos equipamientos, pisos tutelados, que son plazas muy limitadas, que si no están disponibles te quedas en la cárcel”. Sànchez pedirá a la 'consellera' una reflexión social: "La cárcel sigue siendo necesaria, pero una sociedad no es más segura por tener unas penas más severas".

El trato de los funcionarios

Sànchez habla de que "hay funcionarios a los que se les va la mano", pero también internos con violencia estructural. Afirma que hay margen de mejora pero también controles y cámaras. Cuixart elogia la tarea del Observatorio del Sistema Penal y Derechos Humanos, que lidera Iñaki Rivera. "El comité para la prevención de torturas del Consejo de Europa dicen que hay malas praxis en cárceles españolas y catalanas", recuerda Cuixart. "Es muy injusto que personas que defienden los derechos humanos sean las perseguidas, con todo el respeto a la función pública".

"“Si hubiera pevención social, muchas no entrarían en la cárcel, la pedagogía principal es la inserción laboral"

— Dolors Bassa, 'exconsellera' de Treball

Las mujeres, peor todavía

La situación de las presas es peor. Bassa y Forcadell denuncian que la mayoría de las internas son víctimas previamente de abusos. Y las cárceles no están pensadas para las mujeres. Bassa relata cómo convivía en un sólo módulo con todas las presas, con independencia del tipo de delito, en una cárcel pensada para hombres y sin nada que hacer. "Todo esta enfocado a la cuestión psicológica y muy poco a la inserción laboral; hay muy pocos programas, todo es muy patriarcal, pensado para los hombres, desde la comida a los productos de higiene personal”, describe Bassa, que ha leído 630 libros entre rejas. Pide menos burocracia y un trato más humano. Y sobre todo prevención social.

Raquel Gil, directora social de la Fundación Ared, con 27 años de experiencia, implora: "Es una experiencia que los políticos no olvidarán nunca. Perder la libertad es lo peor, pero que no quede en el vacío, que nos echen un cable a las entidades que lo hacemos desinteresadamente. Porque ellos salen con recursos, salud, familia; que se pongan en la piel de la mujer que sale con nada y al día siguiente la ves en las Ramblas y allí estamos las entidades para decirles ‘te ayudaremos, confía en ti, no bajes la autoestima', pero si no tienes papeles qué haces? Pues a la Rambla”. Estas entidades trabajan en el seguimiento de las presas en libertad por amor a la profesión y sufriendo para llegar a final de mes, añade.

Droga fácil

Todo ello conviviendo con la droga en las cárceles, admiten las expresas independentistas. "Sí, clarísimamente, Oriol [Junqueras] dijo que no había visto, pero yo estaba con todo tipo de mujeres y me han ofrecido; entra por los vis a vis, por talleres, por cocina... Hachís, coca, de todo, y es fácil comprarla", afirma Bassa. "En todas las cárceles en que he estado la hay, es muy difícil erradicarla. Con los paquetes son muy ingeniosas. Les decía: 'Si la fuerza que ponéis en esconderla la dedicarais a trabajar, seríais unas cracks'. Y se reían y decían: 'Es que tu eres 'mú' buena, pero 'mú' tonta, tú que va a saber'”, explica Forcadell tras su paso por Wad-Ras, en celdas y duchas compartidas. La expresidenta del Parlament reclama al Govern "una cárcel de mujeres nueva con una concepción moderna, europea, abierta, exclusivamente enfocada a la reincorporación y reinserción, en la que el tema punitivo sea cada vez menor".

El indulto de los otros presos

Fruto de todas estas vivencias han quedado amistades, cursos de teatro pendientes de compartir, ayudas para encontrar trabajo o para aprender a usar el torno. E incluso un indulto promovido por 21 presos de Lledoners liderados por C. Fernández (pide que no conste su nombre), ya en libertad tras cumplir condena por delito fiscal. La petición argumentaba que "era el primer delito en su vida, que eran gente con familia, con una posición social estable, que no eran un peligro para la sociedad”. Entre los firmantes, empresarios, abogados y un joven colombiano y otro venezolano. La motivación no fue ideológica: “Firmé por un tema humano, esta gente no tenían que estar dentro, no era su sitio", sostiene Fernández, que conoció bien a los dirigentes independentistas. "Rull es un gran jugador de ping-pong que se cabrea como una mona cuando pierde, Turull es más reservado, con salidas geniales, Forn es espectacular, Oriol, inteligentísimo, Raül también, Sànchez es un buen tío".