Nueva etapa política
Colón y el triunfo de Espadas dan oxígeno a Sánchez para los indultos
El presidente sale reforzado del envite de las derechas en la plaza madrileña, menos concurrida que en 2019, y logra batir a Díaz en las primarias andaluzas
El Gobierno subraya el "fracaso" de Colón y la "apelación irresponsable" al Rey de Ayuso, más aclamada por los asistentes que Casado y Arrimadas
Juanma Romero
Juanma RomeroPeriodista
Madrid, 1981. Redactor de Política de 'El Periódico' desde agosto de 2020. Antes, en 'El Confidencial', 'infoLibre', RTVE, 'Público', Telemadrid e 'Interviú'.
Pedro Sánchez ya puede enfilar directo hacia los indultos. Con dos activos ya en su mochila: un deslucido Colón 2, que evidenció la división de las derechas y su cuestionable capacidad de movilización un caluroso domingo de junio en Madrid, y la victoria -ya la definitiva- sobre su eterna rival, Susana Díaz. La expresidenta de la Junta fue literalmente arrasada en las primarias del PSOE de Andalucía por el candidato aupado por Ferraz, Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Un 38,76% frente a un abrumador 55,05%, al 99,8% escrutado. 16,29 puntos de ventaja, 5.549 papeletas más. Un castigo aún más abultado al que le infligió el propio Sánchez en 2017. No hará falta ni una segunda vuelta. La disputa se resolvió a la primera y con un margen muy superior al esperado.
El escrutinio concedió desde el principio la ventaja a Espadas, pero durante el día su triunfo no se veía tan claro porque los de Díaz habían jugado a inflar las expectativas. Finalmente, el regidor hispalense se impuso en todas las provincias, menos Córdoba, Málaga -con un resultado muy apretado- y Almería, en las que ella venció. En Jaén, el corazón del socialismo andaluz, ella fue directamente pisoteada por las bases, al obtener un 18,87%, frente al apabullante 66,85% del alcalde y el notable 13,32% del tercer aspirante en liza, el profesor universitario Luis Ángel Hierro. La derrota de la secretaria general del PSOE-A no tiene paliativos y ya está fuera de circulación: no dimitió este 13-J pero sí anunció que no se presentará al siguiente congreso regional, previsto para finales de año. Da un "paso al lado", aunque no de manera inmediata.
Ahora Ferraz deberá decidir si la mantiene entretanto al frente de la federación o bien designa una gestora, pero no lo tiene fácil porque el reglamento de los estatutos explicita que la cúpula federal puede nombrar dirección regional interina cuando dimite el secretario general, y Díaz no lo ha hecho. Espadas avisó de que no habrá "bicefalia", puesto que han vencido las ansias de "cambio", el 'claim' con el que él abanderó su carrera en estas primarias. En los próximos días se acabarán de resolver los flecos que dejan estas primarias, pero lo que ya es claro es que Espadas, el ungido por Sánchez, competirá contra Juanma Moreno en las próximas andaluzas, aún sin fecha, y se hará con las riendas del PSOE-A, la federación que tradicionalmente ha bombeado sangre al conjunto del partido, a finales de 2021. El jefe del Ejecutivo y líder del partido, por tanto, consigue el control absoluto del territorio más potente y que se había escapado de sus manos, y tendrá la oportunidad de ponerlo en hora con Ferraz.
Sin foto conjunta
Díaz no se retira aunque anuncia que no se presentará al siguiente congreso. Ferraz podría liquidarla con una gestora, pero requeriría antes su dimisión
Sánchez remataba con alivio y de manera contundente una jornada que había arrancado con la fallida foto de Colón. En la Moncloa ya advertían de que no les preocupaba "nada" la concentración de la derecha contra los indultos, que quien se examinaba en realidad era la derecha. Y, a su juicio, PP, Ciudadanos y Vox patinaron. Porque se visualizó su desunión y porque, objetivamente, perdieron fuelle respecto a la primera convocatoria, la del 10 de febrero de 2019. 25.000 personas este 13-J, según la Delegación del Gobierno en Madrid, por los 45.000 que computó la misma fuente dos años atrás. La Policía Municipal de la capital elevó la cifra hasta los 126.000 asistentes, en todo caso por debajo de los 200.000 que contaron los organizadores en 2019. En todo caso, menos entrada que entonces, y eso que ahora la medida de gracia contra los líderes del 'procés' ya está descontada y entonces la derecha clamaba contra la figura de un relator que el Gobierno llegó a ofrecer al Govern, pero que luego retiró.
En esta ocasión, no hubo foto de los líderes de PP, Cs y Vox. Ni tuvieron oportunidad de cruzarse porque cada delegación citó a los medios en tres puntos separados del entorno de Colón y se mantuvieron en sus zonas. La ultraderecha no objetaba a esa imagen conjunta, pero sí Pablo Casado e Inés Arrimadas, temerosos de que los de Santiago Abascal capitalizasen la protesta. Vox copaba los puestos más visibles, se plantó en el centro de la plaza y llevó allí a su plana mayor, mientras que Casado, rezagado en Génova, no pudo contar más que con un presidente autonómico de su partido: Isabel Díaz Ayuso. De nuevo, eclipsó a su jefe de filas. La dirigente madrileña, aclamada por los asistentes -Casado fue increpado, igual que Arrimadas-, se atrevió a dar un paso más allá que Génova, al situar a Felipe VI en el centro del debate: "¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de esto?". Hasta Cs reprochó a la presidenta en funciones que buscara "señalar" al jefe del Estado.
En los discursos, liderados por Rosa Díez, fundadora de Unión 78, la plataforma convocante de la concentración, los 'must' de todas las protestas de la derecha contra Sánchez: que el Gobierno "cede" ante los independentistas por un "puñado de votos", que tras esta manifestación vendrán muchas más, que se vende España, que el Ejecutivo trata de "pervertir" la democracia y "premiar a los enemigos declarados de la nación". Todo ello revestido de gritos pidiendo la dimisión del presidente.
"La foto de la impotencia"
La plaza madrileña se llena con 25.000 concentrados (126.000, según la Policía Municipal), frente a los 45.000 de 2019, según la Delegación del Gobierno
El PSOE se afanó en promover la etiqueta #PorElReencuentro, en sintonía con el despliegue argumental de Sánchez en estas semanas. Colón es la "foto de la impotencia de no haber aceptado el PP la llegada del PSOE al poder", señaló la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, quien confirmó que los indultos "llegarán pronto" al Consejo de Ministros. La dirigente era quien más había azuzado en los últimos días a populares y naranjas para que fueran "valientes" y se fotografiaran junto a Vox si tan cómodos se sentían en la plaza madrileña. "Necesitamos menos gritos y más lealtad, menos rencor y más solidaridad", abundó el diputado Rafael Simancas. El número dos de los socialistas en el Congreso reclamó al PP un "ejercicio de patriotismo" -ya lo había dicho Sánchez desde Costa Rica- para que piense más en el país y menos en sacar tajada electoral.
"No pueden arrastrar a un país a las mentiras y al enfrentamiento -indicaban desde el entorno de Sánchez en la Moncloa-. Claro que hay más gente sensata que la que ellos creen. Han fracasado claramente y Ayuso es ya de récord de ignorancia". "Mitad de concurrencia que la anterior, vergonzante presencia de Casado, apelación irresponsable de Ayuso al Rey... la vida sigue igual", resumía un ministro de peso.
El análisis que se escuchaba en el Ejecutivo y en el PSOE era uniforme: "Pinchazo de las derechas y encima para mayor gloria de Vox, Casado abucheado y Ayuso en un buen lío", al pedir al monarca que "se salte la Constitución" y ubicarlo en el ojo de la tormenta. "Pero esto no tiene que ver con nosotros, es un diagnóstico de la derecha", valoraba un estrecho colaborador de Sánchez.
En definitiva, Colón era más un examen, sobre todo, al PP, según la Moncloa, y lo suspendió, al ser "incapaz" de aprovechar el 'momentum' de Casado y al verse arrastrado por Vox. Los socialistas se relamían al comprobar que la acusación de "trifachito" o la concepción del "trío de Colón" había penetrado profundamente en la derecha. Más expeditivo fue el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián: la plaza madrileña se convirtió en una "especie de narcosala de la ultraderecha en la que se va a repartir metadona de la mala". Y el 'president' catalán, Pere Aragonès, reivindicó en Twitter la amnistía, la autodeterminación y la independencia "aunque el fascismo y la derecha rabien".
Tranquilo relevo
El reemplazo de Pablo Iglesias por Ione Belarra -elegida secretaria general con el 88,7% de los votos- traza una línea de continuidad y no supondrá mayores sobresaltos para Sánchez. Los dirigentes que conformaron la cúpula del partido durante la etapa del exvicepresidente seguirán en la dirección de la formación después de que la lista de Belarra copara todos los puestos del consejo ciudadano estatal, el máximo órgano del partido, informa Miguel Ángel Rodríguez.
"Pasamos página", señalan en el equipo del presidente, al cerrar una jornada redonda. Pero la crisis de Marruecos sigue viva y Catalunya, por encauzar
En su primer discurso, la nueva líder morada Podemos aprovechó para agradecer a Iglesias todo su trabajo y lanzó un aviso a los socialistas: se “dejará la piel” para adelantar al PSOE en las próximas generales. Hasta entonces, Belarra defendió que seguirán “haciendo maravillas con 35 diputados y cinco ministros”. No obstante, Belarra no será quien tenga la interlocución directa con Sánchez. Esta tarea recae en la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como referente de Unidas Podemos. Así, ambas dirigentes deberán intentar buscar un equilibrio de fuerzas y un encaje para sus distintos estilos.
Batida Díaz, desfondado Colón, el presidente ya puede pulsar el botón de los indultos y encarrilar el “reencuentro con Catalunya”, aunque aún tiene pendiente encauzar la crisis con Marruecos, sin visos de pronta resolución.
Ferraz y la Moncloa cerraron un superdomingo intenso y redondo, pese a que pintaban nubarrones. Pero el cielo se despejó para el presidente. Cara a la derecha, dentro de su Gobierno y frente a su histórica enemiga interna. Lo resumían así en su equipo: "Pasamos de pantalla".
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