El antecedente

Cospedal, ante el espejo de Rato

La ahora imputada encabezó en 2014 la operación para que el exvicepresidente dejara 'a iniciativa propia' la militancia del PP por las 'tarjetas black'

Casado no siente la misma "presión social", decide aguantar y no aplicar a la exsecretaria general los propios estatutos del partido

rato cospedal

rato cospedal / Ballesteros / Efe

Pilar Santos

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María Dolores de Cospedal, imputada en el 'caso Kitchen', sabe cuál sería el camino fácil para que Pablo Casado pudiera volver a respirar algo más tranquilo: que ella suspendiera a iniciativa propia la militancia en el PP. Este episodio judicial es la última piedra en el zapato del líder de los conservadores, que no consigue empalmar un mes de paz desde que llegó a la presidencia del partido. El juez acusa a Cospedal de cohecho, malversación y tráfico de influencias en un caso en el que se investiga quién ordenó a agentes del Ministerio del Interior espiar a Luis Bárcenas para robarle documentación comprometedora para la formación conservadora.

La exsecretaria general es consciente de que su paso atrás facilitaría la vida a la nueva cúpula, porque es lo que ella y su equipo consiguieron que hiciera Rodrigo Rato, en 2014, tras ser imputado por las 'tarjetas black' de Bankia junto a decenas de exconsejeros de la entidad que habían sido propuestos por el PP, y también por el PSOE, IU y los sindicatos. El exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) y exvicepresidente del Gobierno de José María Aznar, donde se ganó el título de ser el responsable del "milagro económico del PP" tras la crisis de los 90, fue investigado, y años después condenado, por el uso de las tarjetas que eran opacas al fisco.

El partido abrió un expediente informativo al responsable del "milagro económico" y le empujó a dejar el carnet

Tras estallar aquel escándalo, el partido abrió expediente informativo a Rato y otros 12 afiliados del PP implicados, pero no adoptó ninguna medida cautelar contra ellos. Algunos se dieron de baja inmediatamente, pero el exvicepresidente envió el mensaje de que no lo haría. Sin embargo, en pocos días, las declaraciones públicas de algunos altos cargos, entre ellos Cospedal, le obligaron a cambiar de opinión. La exsecretaria general llegó a decir que, ante la indignación social por las tarjetas, el partido sería "contundente" sin hacer "distinciones" y "por muy doloroso" que fuera, en clara referencia a un político que lo había sido todo en la formación menos presidente. Antes de que el entonces líder, Mariano Rajoy, diera la orden definitiva, Rato sintió la presión y mandó una carta a Cospedal en la que solicitó la "suspensión temporal de militancia del PP" hasta que todos los hechos quedaran "esclarecidos".

Un antiguo alto cargo que en aquella época estuvo en la primera línea de esa estrategia para provocar la salida de Rato recuerda lo difícil que fue para Rajoy y la entonces secretaria general ejecutar esa operación. "Era Rato. Un 'pata negra'. Ahora, Casado se enfrenta a una situación parecida. Romper con una persona importantísima para el partido y también para él", explica esa persona, que no quiere que se publique su nombre. Sin embargo, un vicesecretario de la actual dirección, que tampoco acepta ser citado, ve una diferencia entre ambos casos: la "presión social". "No es igual lo que supusieron las 'tarjetas black' en términos de opinión pública a lo que ahora ha supuesto la 'Kitchen', que lleva ya unos cuantos años", apunta.

Diferente con Fernández Díaz

El actual líder del PP, que estará en deuda permanente con Cospedal, ya que ella le ayudó a ganar las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría, ha ordenado esperar y "no precipitarse". El viernes hubo varias reuniones en la sede de Génova para decidir qué hacer. El Comité de Derechos y Garantías, presidido por Andrea Levy, anunció en un comunicado que no abrirá expediente ni siquiera informativo a Cospedal (algo que sí le ocurrió a Jorge Fernández Díaz cuando él fue imputado en ese mismo escándalo) "porque la presunta conducta no resulta del ejercicio de un cargo público o representativo". La nota también señala que los posibles delitos habrían prescrito porque así lo recoge el artículo 19.2: los muy graves lo hacen a los cinco años, según los estatutos. El juez, por ahora, ha acreditado que los seguimientos a Bárcenas se hicieron entre julio de 2013 y 2015. La interpretación de las normas internas es, cuando menos, curiosa.

El viernes hubo varias reuniones en Génova para decidir qué hacer. Casado ordenó "no precipitarse"

Hace dos años, la exsecretaria general renunció a su escaño y dejó el cargo en la dirección de Casado porque se publicaron unos audios en los que se le escuchaba parte de una reunión que mantuvo en secreto con el entonces comisario José Manuel Villarejo el 21 de julio 2009, en plena instrucción del 'caso Gürtel'.

En el auto conocido esta semana, el juez señala que las 13 agendas personales de Villarejo que se han localizado permiten ubicar el inicio de la 'Kitchen' en julio del 2013. "Se detecta una cadena de anotaciones que permiten inferir la participación de la señora Cospedal y el señor López Hierro [su marido, también imputado] en la captación de Sergio Ríos", se puede leer. Ríos era el chófer de Bárcenas, que participó en la operación tras ser 'contratado' por los agentes.

Casado ha decidido por ahora mirar hacia otro lado, hacer oídos sordos a las críticas de la oposición y tratar de superar esta nueva crisis sin castigar a Cospedal antes de que hable la justicia. En una entrevista en septiembre de 2019 en 'El Mundo', casi un año después de dejar el escaño por los audios, se lamentaba de no haberse ido antes de la política. "Si me hubiera ido cuando yo quería, seguramente algunas informaciones malintencionadas y manipuladas no habrían salido. Tampoco me preocupa mucho, porque no tengo mala conciencia de haber hecho nada que no hubiera que hacer como secretaria general", sentenció. Parece que, por el momento, ha convencido de ello a Casado y a su sucesor en el cargo, Teodoro García Egea.

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