En Vitoria

Los Reyes visitan una reproducción del zulo de Ortega Lara

El terrorismo, en sus distintas expresiones, ha asesinado a 1.453 personas en España o españoles en el exterior y ha dejado 4.977 heridos

Adentrarse en ese espacio subterráneo de 3 metros de largo, 2,5 de ancho y 1,8 de altura transmite angustia y claustrofobia, y transporta a un época muy negra de la historia de España

Los Reyes visitan una simulación del zulo donde estuvo secuestrado el funcionario de prisiones don José Antonio Ortega Lara. Inauguración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vitoria.

Los Reyes visitan una simulación del zulo donde estuvo secuestrado el funcionario de prisiones don José Antonio Ortega Lara. Inauguración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vitoria. / CASA DEL REY

Naiale Urkijo / Efe

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Los reyes ha visitado hoy una reproducción del zulo en el que el funcionario de prisiones, José Antonio Ortega, pasó encerrado por ETA un total de 532 días.

El terrorismo, en sus distintas expresiones, ha asesinado a 1.453 personas en España o españoles en el exterior y ha dejado 4.977 heridos. Desde hoy estas víctimas cuentan en Vitoria con un centro creado para honrarlas, deslegitimar a los violentos y evitar que nuevos nombres engrosen esa luctuosa lista.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, que ha sido inaugurado este martes por los reyes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, recorre la historia del terrorismo en España desde 1960, año de la muerte de la niña Begoña Urroz en un atentado del grupo antifascista DRIL, hasta la actualidad.

Una retrospectiva que ilustra la evolución de la violencia terrorista desde el respaldo social, también fuera de Euskadi, del que gozó ETA durante el franquismo, los años de plomo en los 80, la socialización del sufrimiento en los 90 y la irrupción del yihadismo con su máximo "esplendor" en los últimos 20 años.

El centro aborda el terrorismo desde un doble prisma: uno informativo y pedagógico para explicar este fenómeno de una manera analítica y racional, y otro más emocional encaminado a humanizar a las víctimas poniéndoles cara, mostrándolas en familia en vídeos caseros antes de que la barbarie pusiera fin a sus vidas o conociendo en voz de sus allegados el dolor inmenso de su pérdida.

La visita arranca con un "audiovisual inmersivo": una proyección sobre tres de las cuatro paredes de una sala de imágenes de atentados intercaladas con otras actuales del mismo lugar con el testimonio de una víctima relatando lo ocurrido como telón de fondo.

La idea es "empujar al visitante a una piscina" para que, "venga de la calle con la idea que venga, esté metido en harina" desde el principio, explica a Efe el director de exposiciones Raúl López Romo.

La siguiente escena golpea aún con más crudeza al espectador: el rincón dedicado a los "ataúdes blancos", los 35 niños muertos en atentados, principalmente de ETA, que asesinó a 21, y del yihadismo, 9.

La empatía con las víctimas salpica todo el Memorial y se logra mediante objetos personales como la carta que el empresario Julio Iglesias Zamora escribió a su hijo durante su secuestro por ETA, el patinete con el que Ignacio Echeverría se enfrentó en Londres a los yihadistas que lo mataron o la bandera y el tricornio que cubrieron el féretro de Antonio Jesús Trujillo, el guardia civil elegido para simbolizar a los 224 agentes del cuerpo asesinados por ETA.

Pero si hay un elemento verdaderamente sobrecogedor es la réplica del zulo en el que ETA encerró al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara durante 532 días. Adentrarse en ese espacio subterráneo de 3 metros de largo, 2,5 de ancho y 1,8 de altura transmite angustia y claustrofobia, y transporta a un época muy negra de la historia de España.

"Pasar unos segundos ahí dentro da suficiente materia para reflexionar sobre lo que pasó y para condenarlo", evidencia López Romo, que destaca también "otra pieza más humilde o más discreta pero que tiene mucho sentido: el banco de la memoria", una pantalla con diferentes herramientas de búsqueda para acceder a los más de mil testimonios de víctimas del archivo del memorial.

Otro montaje "muy conmovedor" es el audiovisual de vídeos caseros con imágenes de la boda del dirigente del PP Gregorio Ordóñez y la luna de miel del socialista Fernando Buesa, entre otras escenas cotidianas, como bautizos, comuniones y fiestas de cumpleaños.

"Transmite la idea de que estas personas tenían una vida normal como cualquiera de nosotros que quedó truncada injustamente", resume el responsable de exposiciones del centro.

Aunque las víctimas son el eje del Memorial, conocer el terrorismo es acercarse también a sus autores, a los policías que los persiguieron y a la sociedad que encaró este fenómeno al principio con indiferencia -o incluso con el apoyo de parte de la sociedad vasca- para rechazarlo después de forma masiva, un cambio de actitud que tuvo un claro revulsivo: el secuestro y posterior asesinato Miguel Ángel Blanco.

Las fichas con datos personales y aficiones que los etarras rellenaban al entrar en ETA, las notas del seguimiento de su objetivos, documentación falsa, boletines internos de ETA, cartas de extorsión a empresarios, armas y artefactos explosivos sirven para ilustrar el universo terrorista.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están reflejadas por su parte a través de sus herramientas de trabajo: un buzo de los Tedax, un robot desactivador de bombas, inhibidores de frecuencias o trípticos con fotos de etarras que entregaban a los amenazados para que reconocieran a posibles agresores.

El centro recuerda también la respuesta de la clase política, desde los desencuentros que perduraron años a la unanimidad con la que el Congreso aprobó la ley de reconocimiento de víctimas; así como la respuesta social, desde la vergonzosa indiferencia inicial a las masivas manifestaciones de repulsa y las muestras públicas de dolor por la violencia.

De ese dolor dan testimonio los "altares" con flores, velas, peluches, poesías y enseres de diversa índole que los ciudadanos colocan de manera espontánea en el lugar de un atentado. Desde hoy una selección de esos objetos recuerda en Vitoria a 1.453 personas asesinadas y a 4.977 heridos.