Kilómetro cero de la nueva etapa

Aragonès afronta su investidura efectiva bajo la sombra de la cohesión de su futuro Govern

El candidato a 'president' deberá capear la crisis pandémica, territorial e interna entre los socios y una cuestión de confianza en dos años

En directo, el debate de investidura de Pere Aragonès desde el Parlament de Catalunya

Pere Aragonès, al finalizar una reunión en el Parlament

Pere Aragonès, al finalizar una reunión en el Parlament

Xabi Barrena

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Apenas 50 días después de la última votación de la sesión de investidura fallida de marzo, Pere Aragonès afronta este jueves el segundo embate parlamentario, con la seguridad de que, esta vez sí, los apoyos no le faltarán y será ungido el viernes como presidente de la Generalitat. Los motivos por los que el republicano quiso someterse en marzo a esa doble votación sirven perfectamente para explicar todas las dudas que rodean un Govern bipartito, entre ERC y Junts, heredero de los que se han sucedido en Catalunya desde el 2015.

La principal pretensión de Aragonès fue que, con esa primera sesión de investidura, se pusiera el reloj en marcha. Con el objetivo de que Junts sintiera la presión del calendario, esto es, que pactara si no quería irse a unas elecciones. Sin esa primera legislatura, el tiempo podría haberse prolongado como ya ocurrió en 2018.

La desconfianza mutua y el historial de choques entre Esquerra y JxCat son la amenaza principal del futuro Govern

En aquella ocasión, y a pesar de que las elecciones se habían celebrado el 21 de diciembre, el reloj no empezó a moverse hasta el 23 de marzo, cuando Jordi Turull se dirigió al Parlament en una sesión de una única votación. Su encarcelamiento impidió la segunda ronda. A la postre, Quim Torra fue elegido el 14 de mayo. Casi seis meses después.

La segunda razón era que Junts quedase 'retratada' con su doble veto, con una presidenta del Parlament ungida por los republicanos y con un largo historial de apoyos en investiduras convergentes. Y es esa desconfianza mutua y un currículo de desencuentros entre ambas fuerzas no menos largo la que se cierne como la principal amenaza del futuro Govern.

Valga otro ejemplo de lo fluido de la política catalana. Propios y extraños venden como gran logro para la estabilidad del Executiu que, al menos, durante dos años habrá cierta paz. Hasta que venza el plazo dado para que la mesa de negociación con el Estado se revele inútil. De hecho, ya se conoce que para 2023 habrá una cuestión de confianza, como sancionaron ERC y la CUP en su acuerdo de investidura. Es decir, en dos años se va a entrar en una zona desconocida. Otra más. Por el trámite parlamentario y por el debate sobre ese embate "democrático y pacífico" que ERC ha prometidos a sus socios.

La legislatura se pondrá cuesta arriba para el Executiu en el 2023, con el fin de la mesa de negociación con el Estado y la cuestión de confianza de la CUP

Más muestras de lo vaporoso de la época. El puntal de Junts que todo el mundo daba por hecho que ejercería de contrapoder de Aragonès y sacaría réditos de la gestión de la Conselleria de Economia, Elsa Artadi, se bajó este miércoles del tren antes de que arrancara. Junto con el silencio de Carles Puigdemont sobre el pacto ERC-Junts (que no sobre Ceuta y Melilla), conduce a pensar que el 'president' ha pasado de ser un vicario (como se autodefinió Torra) a la némesis del inquilino de Waterloo.

Además, con el pacto de 'conselleries' por liderazgo del 'procés', la mayor parte de los departamentos clave para amortiguar los efectos de la crisis y propulsar la salida de ella han quedado en manos de los posconvergentes, que, según los casos individuales, muestran una u otras sensibilidades. Algunas de ellas frontalmente opuestas a las de ERC y , sobre todo, a las de la CUP.

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