Pablo Iglesias se corta la coleta
El exvicepresidente llevaba meses deseando tener el pelo corto, pero le convencieron para que se lo recogiese en un moño por marketing político
Miguel Ángel Rodríguez
Periodista político, especializado en la información parlamentaria del Congreso y el Senado
Pablo Iglesias ya no tiene coleta. Se la ha cortado. Y los que conocen los entresijos del marketing y la comunicación política saben que es un gesto que sobrepasa con mucho los límites de lo estilístico, afianzando la decisión del exvicepresidente de abandonar la política activa y retomar otro tipo de vida. De hecho, Iglesias intentó en los últimos tiempos deshacerse de una melena que ya le costaba llevar, pero fueron sus asesores en política, que no en peluquería, los que le convencieron de que esa decisión tenía una carga simbólica que excedía su deseo de tener una u otra imagen en un momento dado. Aquí va esa historia.
El pasado verano, apenas medio año después de entrar en el Gobierno de coalición, al exlíder morado empezó a rondarle por la cabeza la idea de cortarse la coleta, según contaban sus colaboradores este último año. Llevaba desde los 15 años con el pelo largo, pero el calor veraniego hizo tentadora la idea de llevar el pelo corto. El mero planteamiento de ver al entonces vicepresidente abandonando su mayor seña de identidad causó tal alboroto en su entorno político más cercano que se pusieron manos a la obra para quitarle esa idea de la cabeza, valga la redundancia.
El cambio de estilo de Iglesias llegó a merecer un informe por escrito en el que sus asesores plasmaron sus argumentos en contra de que el ex secretario general de Podemos acudiera a la peluquería. Con la americana y la camisa como vestuario diario -ya lejos de los jersey y sudaderas del comienzo- y habiendo cambiado Vallecas por Galapagar, cortarse la coleta podría ser visto como una última claudicación, le advirtieron. Convertirse en 'casta' podía a estar a un solo tijeretazo.
Iglesias no fue fácil de convencer. En su mente ya se veía sin la coleta y no atendía a razones. Tras un par de días de dudas, su equipo convocó una reunión y puso un documento sobre la mesa con todos sus argumentos. El exlíder morado acabó cediendo. En parte, eso sí. La coleta se convirtió en moño y el símbolo de su rebeldía permaneció a salvo. Al menos hasta este miércoles que reapareció, siete días después de dimitir, con el pelo corto y leyendo un libro, en una fotografía adelantada por 'La Vanguardia'.
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