La endiablada investidura

ERC no se da por vencida e insistirá a Junts para que cumpla con su palabra

Los republicanos mantienen su plan de Govern monocolor y subrayarán los incumplimientos posconvergentes

Esquerra lamenta el desbarajuste interno de JxCat y apunta a Artadi como 'cerebro' del bloqueo en la negociación

Pere Aragonès y Laura Borràs

Pere Aragonès y Laura Borràs / EFE / DAVID BORRAT

Xabi Barrena

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Difícilmente la reunión del martes entre ERC y Junts, en la que se retomaron los contactos tras el 'blitz' del sábado en que Pere Aragonès dio carpetazo a la opción de un Govern de coalición antes de la investidura, podría haber ido peor. Antes de la cita, los altos mandos republicanos aseveraban que no iban a entrar en la reunión en busca de los cuatro votos que, en las más recientes variaciones de la propuesta posconvergente, había hecho Jordi Sànchez, sino a por los 32 que el propio secretario general había empeñado de buenas a primeras. Al final, el abaratamiento sucesivo de la oferta (de todos los votos, a cuatro condicionados al 'sí' de los 'comuns', luego con la exigencia de que En Comú Podem no entrara en el Govern y, finalmente, cuatro votos, pero pagando un precio los republicanos) llevó a la aniquilación de esta, es decir, los 'puigdemontistas' transmitieron que no iban a ceder voto alguno para que ERC formara un Govern monocolor.

A 14 días del fin del plazo antes de que la repetición de las elecciones se produzca de forma automática, sin embargo, en ERC, de momento, no hay dudas. Entre aceptar sin más el incumplimiento flagrante de Junts de la palabra dada, no solo ante los medios, sino a los propios republicanos en la reunión del 7 de abril y reabrir la negociación del Govern de coalición e insistir en la mera investidura, los republicanos optarán por percutir en esta última, según señalan fuentes del partido a EL PERIÓDICO.

Redoblar la presión

"Seguiremos apretando" en busca de esos cuatro votos que parece que van a ser decisivos, habida cuenta de que la negociación con los 'comuns' marcha razonablemente bien, asevera esta fuente, "y sobre todo, seguiremos exigiendo explicaciones de por qué se echan atrás en su promesa", sentencia.

Puede suponerse que la voluntad de subrayar los incumplimientos posconvergentes, tanto este como el de la reciprocidad de voto nunca aplicada entre ambos partidos en las elecciones como presidentes de Laura Borràs (del Parlament) y Pere Aragonès (de la Generalitat), en marzo, obedece a la pretensión de liderar el relato de la ruptura, atribuyendo a los aun socios (en funciones) la paternidad de una eventual repetición electoral y que ello tenga un impacto demoscópico inmediato que obligue a Junts a torcer el brazo.

De momento, en la reunión del martes no hubo amago alguno de retornar a una clave de Govern, en lugar de la de la mera investidura. Así, según confirman fuentes conocedoras de los entresijos negociadores, en ningún momento se abordó el gran obstáculo para una entente, la ubicación en el organigrama del consejo asesor o director de la estrategia independentistas, es decir, si fuera o dentro del Consell per la República (CxR).

Doble línea roja

A lo largo del día, la cúpula republicana reiteró su voluntad de hacer lo imposible por evitar unas nuevas elecciones que pongan en peligro ese 51,7% de voto independentista. Pero con dos grandes líneas rojas. Ni acudir ni recurrir a los socialistas, ni tan solo con un apoyo a lo Manuel Valls con Ada Colau, es decir, sin contrapartidas y sin petición pública previa, ni, tampoco, permitir que sea una entidad privada, uno de los actores del 'procés', el CxR, el lugar estratégico donde se decidan desde los siguientes pasos de la confrontación con el Estado a la acción de los diputados republicanos en el Congreso.

Uno de los problemas que los republicanos lamentan es el de toparse con una diversidad de voces de los posconvergentes, sin que haya una jerarquía definida. Para ejemplificar, los republicanos ponen el acento en dos, en el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, y la vicepresidenta de la fuerza, Elsa Artadi. Pero hay más, incluso proclives a un pacto entre ambas fuerzas. Y entre estas voces no se halla la de Carles Puigdemont, que por el momento, ha adoptado un rol queridamente secundario.

Agua al vino

Así, mientras el 1 de mayo Sànchez bosquejó un principio de acuerdo sobre el nuevo estado mayor del independentismo, una situación que lleva a ERC, dos días después, el lunes, a señalar que habían percibido un "cambio de tendencia", Artadi, apenas media hora después de las declaraciones de Esquerra, echó agua al vino sentenciando que no había punto de inflexión alguno.

Y cuando Aragonès ejecutó, el sábado 8, el ultimátum, y Sànchez ratificó públicamente el compromiso de Junts de ceder cuatro diputados, es, de nuevo, la vicepresidenta, al día siguiente, la que afirma que esa cesión no será 'gratis et amore', sino que deberá ser sujeto de negociación y, por tanto, de peaje para ERC. Por todo ello, y tras la reunión del martes, una significada voz republicana aseveró que "Artadi lo está dinamitando todo".

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