La resaca electoral

¿Madrid es España? Las 3 lecturas del resultado de las elecciones del 4-M

Los comicios autonómicos dejan un país dividido en dos bloques ideológicos más polarizados que nunca

sondeo Gesop Madrid 4m

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Alberto López

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Las elecciones madrileñas dejan una España dividida en dos bloques ideológicos más polarizados que nunca, un claro vencedor, partidos al borde de la desaparición, otros en horas críticas y un mar de preguntas sobre la traslación de estos resultados a la política nacional. A continuación, ofrecemos tres lecturas de estas elecciones. Las dos primeras de vista corta (o intermedia) y una última de vista larga.

El PP, ¿casa común de la derecha?

La derecha, coordinada alrededor del PP, ha absorbido a Ciudadanos y frenado el crecimiento de Vox. La estrategia de Isabel Díaz Ayuso para mitigar a centristas y ultraderechistas se ha basado en la confrontación con dos adversarios perfectos. Por un lado, Pablo Iglesias, utilizado como espantajo propulsor de la movilización reactiva. Por el otro lado, el "sanchismo" que representa un Gobierno deteriorado por el peso de gobernar durante la pandemia y apoyado por una lista de socios que el bloque de derechas repele. Victoria para Ayuso y para el PP. 

 

¿Supone también una victoria para los de Pablo Casado de cara las siguientes elecciones en otros territorios? ¿Funcionará siempre esta estrategia de confrontación? La respuesta está en Galicia, donde el presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, consiguió el mismo objetivo que Ayuso con una receta diametralmente opuesta. En Madrid, bajada de impuestos, bares abiertos y polarización extrema. En Galicia, moderación, restricciones frente al coronavirus y atención reforzada a los pensionistas. Y es que el éxito del PP en su pulso con sus partidos vecinos depende en gran medida de su capacidad de adaptación al tipo de votante de centroderecha que hay en cada región.

¿De qué más depende? De si gobierna o no. La evidencia científica demuestra que la capacidad de gestión es algo que los votantes de derechas premian especialmente. Eso contribuye, por ejemplo, a que el PP haya perdido la batalla en Catalunya contra Vox (y antes, contra Ciudadanos) y que quedara debilitado en Euskadi frente a los de Santiago Abascal. Este razonamiento provoca que, probablemente, el escenario en Andalucía —próximo asalto electoral salvo sorpresa en Murcia o Catalunya— sea favorable para Juanma Moreno aunque la receta planteada sea sustancialmente distinta a la de Ayuso.

¿Quién lidera ahora la izquierda?

La izquierda madrileña, en su conjunto, sale de estas elecciones en su situación más vulnerable desde 2011. En su caso, ir a una en “defensa de la democracia” contra el espantajo del otro lado, Vox, no ha sido suficiente. El PSOE de Ángel Gabilondo cae a su peor dato histórico mientras que Unidas Podemos apenas mejora dos puntos sus resultados tras presentar a su líder nacional como candidato. Los morados quedan últimos y Pablo Iglesias abandona la política. La nota discordante, y más esperanzadora para los progresistas, la ha marcado Más Madrid, que se ha impuesto como la primera fuerza del bloque. Mónica García supera los resultados del líder de la formación y candidato en las últimas elecciones madrileñas de 2019, Íñigo Errejón. La pregunta que muchos se hace es si el éxito del partido de García y Errejón puede proyectarse ahora a otros territorios. 

Lo lógico es pensar que Más Madrid, de marcado carácter regionalista, lo tendrá difícil para extender su crecimiento a otros territorios. No obstante, su auge evidencia una pauta que venimos observando en los últimos años. Quitando la victoria del candidato del PSC, Salvador Illa, en plena pandemia, los partidos de gobierno —PSOE y Unidas Podemos— han reportado una erosión considerable en el resto de elecciones recientes —Galicia y Euskadi, además de Madrid—. En su lugar, otros partidos a la izquierda del PSOE —BNG, Bildu y Más Madrid— han crecido superando a los socialistas. UP, por su parte, ha visto reducida su representación a la nada en Galicia, manteniendo valores mínimos en los otros dos territorios. La contrapartida son Bildu y Más Madrid cosechando el mejor resultado de su historia y BNG el mejor desde 1997. Esta circunstancia da una pista de que hay espacio a nivel autonómico para que partidos izquierdistas apegados al terreno sigan recogiendo lo que PSOE y UP dejen por el camino. O incluso que los superen. 

Es importante apuntar que la competición partidista dentro de la izquierda dependerá de cómo plantee Más Madrid su relación con el nuevo liderazgo de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, que goza de muy buena valoración entre sus votantes. También dependerá del impacto que tenga la aplicación de los fondos europeos y de la solidez del PSOE en regiones donde no hay una izquierda alternativa o regionalista potente. Lo que está claro es que, hoy por hoy, el fantasma del repliegue bipartidista es eso, un fantasma, al menos en el en el bloque de la izquierda.

¿Madrid es España?

La zanja que deja la enorme polarización en estas elecciones no es solo ideológica, sino que también aventura el distanciamiento de dos Españas geográficas. 

A un lado se situaría la España de tipo 1 en la periferia geográfica, con una identidad más plural, más de izquierdas y en muchos casos bilingüe. El ejemplo paradigmático es Catalunya, que en las últimas elecciones ha objetivo el Parlament con mayor representación de partidos de izquierdas de su historia. A este ejemplo podemos sumarle Euskadi, donde el buen resultado de Bildu en las últimas elecciones compensa el estancamiento de PSE y la bajada de UP. La imagen se completaría con autonomías como la Comunitat Valenciana, Baleares o Canarias, donde las encuestas apuntan a un refuerzo de los respectivos ejecutivos de izquierdas tras la pandemia.

Al otro lado de la zanja se situaría la España de tipo 2, de la que Madrid se ha erigido capital desde ayer. En las elecciones más participadas de la historia madrileña, el bloque de la derecha ha sacado una ventaja de 16 puntos a la izquierda. A Madrid habría que sumar Murcia y Andalucía, pero posiblemente las dos Castillas y Extremadura también. Territorios donde la izquierda, representada casi exclusivamente por el PSOE, articula cada vez más un discurso sobre lo que es España más alejado al de la izquierda periférica y más cercano al PP. Y es que España puede que sea Madrid y Madrid sea España, como ha dicho la presidenta Ayuso en más de una ocasión, pero solo la de un lado de la zanja.

En medio permanece Galicia como un puente de madera entre las dos franjas, con una combinación de elementos particular: un PP templado y bilingüe y un partido de izquierda alternativo a PSOE-UP, BNG, fuerte en las últimas elecciones.

Durante toda la campaña, EL PERIÓDICO y Agenda Pública han ofrecido las estimaciones electorales diarias del mercado de predicción electoral Predi. En lo que se refiere al reparto de votos y escaños, si bien la herramienta ha acertado el bloque ganador, calculó que el margen de victoria sería inferior al finalmente producido. Con todo, una de sus ventajas de Predi sobre otros métodos de predicción es que, más allá del voto, permitía augurar diariamente el gobierno más probable. En este sentido, desde el inicio de la precampaña, la herramienta ha sido capaz de predecir que el gobierno más probable sería uno de derechas. Más concretamente, desde el 28 de marzo hasta el día de ayer, Predi ha pronosticado todos los días un gobierno de Ayuso en solitario apoyado externamente por Vox como el ejecutivo resultante más plausible. 

Tras el recuento de votos y las manifestaciones de las 'lideresas' de los partidos de la derecha, todo apunta a que, efectivamente, el PP gobernará en minoría dependiendo del apoyo parlamentario del partido de Rocío Monasterio. Como ya se comentaba en este artículo, varias son las razones para explicar por qué PP y Vox pueden preferir una colaboración a distancia. El partido de extrema derecha puede seguir mostrándose como un partido diferenciado, a la vez que el PP evita el coste de incorporar a Vox en su Ejecutivo. Todos ganan, o eso parece que calculan. Lo crucial de las negociaciones será el pacto de legislatura que firmen: tanto unos como otros querrán colocar sus medidas estrella para demostrar a sus votantes que votarles a ellos es sinónimo de eficacia.

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