Cita con las urnas

El Gobierno acusa al PP de rechazar el cordón sanitario a Vox porque cuenta con él para gobernar

Montero carga contra quienes alimentan el "odio" y "envilecen" el debate público

Pide a todas las formaciones que condenen "sin matices" lo ocurrido con las cartas con balas y la misiva a Maroto

Las titulares de Hacienda y Exteriores, María Jesús Montero y Arancha González Laya, este 27 de abril de 2021 tras la reunión semanal del Consejo de Ministros.

Las titulares de Hacienda y Exteriores, María Jesús Montero y Arancha González Laya, este 27 de abril de 2021 tras la reunión semanal del Consejo de Ministros. / EFE / JC HIDALGO

Juan Ruiz Sierra
Juanma Romero
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La espiral de fango de la campaña madrileña no tiene fin cuando aún queda una semana para las urnas. Tras las tres cartas con balas dirigidas al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la directora de la Guardia Civil, María Gámez, y el exvicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias; tras la navaja aparentemente ensangrentada remitida a la titular de Industria, Reyes Maroto, el camino hacia las urnas sigue cegado por la sucesión de diatribas y acusaciones cruzadas. Para el PSOE, no se puede banalizar el efecto del discurso del "odio", y para el PP, es "indecente" que el partido de Pedro Sánchez utilice las amenazas para agitar a su electorado. Pero este martes la contienda subió un escalón, ya que el propio Gobierno se arremangó para pedir a todas las formaciones democráticas una condena "sin matices" de lo ocurrido y advertir de que si el PP no rechaza el cordón sanitario a la ultraderecha es porque la necesita para gobernar.

La portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, no esperó al turno de preguntas para referirse al tema que ha inundado y roto la campaña. "Ninguna amenaza ni acto de violencia va a hacer retroceder a nuestra democracia, ninguna intimidación contra ministros, altos cargos y responsables públicos va a conseguir debilitar las profundas convicciones democráticas que conforman este Gobierno", aseguró de entrada.

La ministra cargó, sin citar a Vox, contra quienes quieren "alimentar el odio" para "envilecer, enfangar el debate público" y extender sus "discursos excluyentes y totalitarios", que no pueden tener "cabida" en nuestra sociedad. El Gobierno, dijo, cree en la "tolerancia, el respeto, la opinión y el contraste de ideas", y por tanto pide a todos los partidos que lancen una "condena unánime" ante los hechos "lamentables" conocidos en los últimos días. Condena "de toda la sociedad y sin ningún tipo de excusa o de matiz", subrayó.

Ninguna intimidación va a conseguir debilitar las profundas convicciones democráticas de este Gobierno

— María Jesús Montero, ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno

Montero, ya en el turno de preguntas de los periodistas, recordó que se está generando un "caldo de cultivo", con el que se intentan "normalizar" situaciones "reprobables". La "incitación al odio" es un "peligro" que ha de ser combatido y que puede provocar unas "conductas" que de otra manera no se expresarían, señaló, aludiendo implícitamente al individuo, enfermo mental, que pudo enviar la navaja con manchas rojas a la ministra Maroto. Hecho que aprovechó para pedir que no se "estigmatice" a las personas con problemas psiquiátricos.

"Cortina de humo"

El portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, había sido muy duro poco antes desde la Cámara alta, reprobando al Gobierno su actitud: es "indecente" e "impresentable" que el PSOE "utilice las amenazas" para rebañar votos. Montero contestó que lo ocurrido es "más grave" que una contienda electoral como la del 4-M, y que las palabras del PP son una "cortina de humo" para justificar su alineación con Vox. Que los populares hablen de "circo" de las amenazas, como hizo el lunes la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, cuando "personas con nombres y apellidos" son intimidadas, arguyó, es un "desatino". Para el Ejecutivo, es "no reconocer el papel que el PP juega en este debate".

Y es que los socialistas y el Ejecutivo quieren apretar al PP con el "cordón sanitario" a Vox. Quieren que se moje porque entiende que hay que aislar a toda formación -de nuevo no citó a Vox- que haga "de la incitación al odio su catecismo", no pida perdón a las víctimas o no condene hechos "graves y reprobables". Alegó que si el PP no extiende ese cordón sanitario a la ultraderecha es porque "cuenta" con ella para "conformar sus gobiernos" y no quiere "separarse de sus planteamientos" porque podría tener "consecuencias electorales".

Nada de "bromas"

Montero también defendió que las amenazas se hagan públicas, frente a un PP que avisa del "efecto llamada" que esto tiene. Señaló que si se divulgan las amenazas conduce a la "cautela social", a estar "alertas" ante cualquier conducta que incite al "odio". "El Gobierno no se lo toma a broma", remachó.

No obstante, la portavoz no bajó más al detalle. No quiso referirse en concreto a las palabras de Ayuso, consciente de que si bajaba al barro total de la campaña del 4-M podría ser reprobada por la Junta Electoral. "Mi consideración es global sin hablar de territorio, ni de dirigente en concreto", indicó.

Calvo sigue una estrategia distinta a la de Montero y se niega a meter la campaña en el control en el Senado

Montero llamó a hacer una "reflexión profunda como sociedad" para diagnosticar por qué se producen expresiones incitadoras del "odio" y por qué se "minimizan" hechos tan graves. La portavoz urgió a los partidos a que adopten "medidas coordinadas y consensuadas" para que no se produzcan "alianzas" con aquellos que llaman a la "amenaza, el odio o la exclusión del otro".

Pero la actitud en la Moncloa de Montero, muy crítica con Díaz Ayuso, no fue seguida por Carmen Calvo en la sesión de control al Gobierno en el Senado. Ana Camins, del PP, aprovechó su pregunta, sobre la coordinación gubernamental, para acusar al Ejecutivo de diseñar una “campaña sucia de mentiras” en las elecciones madrileñas y reclamar a la coalición del PSOE y Unidas Podemos un “cordón sanitario” que en lugar de a Vox aísle a “los herederos de ETA, los golpistas y los independentistas”. La vicepresidenta primera evitó entrar en el choque. Calvo recomendó a la dirigente conservadora que acudiera al mitin que protagonizaría este martes por la tarde si quería obtener una respuesta, porque en la Cámara baja, señaló, por “respeto”, no iba a azuzar la espiral de tensión. “El Gobierno de España no está en campaña, así que no hay ninguna respuesta”, zanjó.