Negociaciones para la investidura

El debate sobre seguir o no en el Govern exhibe las divergencias en Junts

Los partidarios de entrar en el Ejecutivo redoblan las críticas a quienes piden pasar a la oposición

Laura Borràs y Elsa Artadi (JxCat) prometen declarar la república si el independentismo supera el 50% de votos el 14-F

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Fidel Masreal

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¿Qué es Junts per Catalunya? No se trata solo de una pregunta ontológica. La respuesta a este interrogante sirve para entender por qué --o por qué no-- Junts ha de estar en el próximo Govern que presida el republicano Pere Aragonès.

Si la respuesta es que Junts es un movimiento, un instrumento al servicio de lograr la independencia de Catalunya cuanto antes, entonces bajo esa premisa algunos en esta formación sostienen que la prioridad no es, para nada, entrar en el Ejecutivo autonómico, sino imponer las tesis del 'expresident' Carles Puigdemont a favor de retomar el camino de la confrontación con el Estado. "Junts no es el PDECat", argumentan quienes describen así las cosas. "A Puigdemont solo le importa culminar el 'procés'", sostienen.

Y como consecuencia de todo ello, afirman: si Esquerra no acepta los mandamientos incluidos en el libro 'Preparem-nos', del propio Puigdemont, que pasan por la llamada "confrontación inteligente" (desobediencia, resistencia pacífica, unilateralidad, movilización), entonces Junts no ha de compartir Govern con los republicanos de ninguna manera. Es más, quienes piensan así aseguran que Puigdemont aceptó liderar --simbólicamente-- la candidatura electoral de Junts a cambio de que quedase claro que en el programa se incluía en 'Preparem-nos'.

Estar fuera es 'somiar truites'

Pero la mayoría de los pesos pesados del partido --y huelga decir que también los que estan en el Govern-- tienen claro que Junts es eso, un partido político, y que "quien no sepa la diferencia entre gobernar y no gobernar es que 'somia truites' [fantasea]'". Es decir, que de quedar fuera, nada de nada. Los motivos son claros: pasar a la oposición dejaría a Junts fuera del foco político, económico y de poder.

Pasaría, además, a ser el segundo partido de la oposición, detrás del PSC. Perdería dinero e influencia para desplegarse territorialmente y consolidar una marca creada hace solo diez meses y que carece todavía de una red sólida. Perdería además la posibilidad de completar la opa hostil contra la posconvergencia del PDECat. Con 'consellers' y capacidad de repartir inversiones, es más fácil seducir a ediles del PDECat para que den el paso hacia la fuerza de Puigdemont en las próximas y decisivas elecciones municipales.

La estrategia, otro dilema

En paralelo a este debate interno, transcurre el interrogante sobre la hoja de ruta independentista que ha de marcar Junts. Los que se ven perfectamente fuera del Govern defienden que o ERC asume la vía unilateral o no hay acuerdo posible. "No se puede frenar y acelerar al mismo tiempo", alegan, acusando a los republicanos de poner el freno al independentismo.

En cambio, otros admiten en privado que levantar la declaración de independencia, como prometió la candidata Laura Borràs no tiene sentido, que de lo que se trata es de explorar vías como el referéndum --que está incluido en el programa de Junts como posibilidad bajo auspicio de la UE-- y que, por tanto, es plausible un punto de encuentro con ERC, un acuerdo global programático y, en definitiva, un Govern conjunto.

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