Madrid ante las elecciones del 4M | Radiografía a la Sanidad: "Estamos heridos de muerte”

Los sanitarios denuncian el estado de abandono de la atención primaria tras años de recortes y privatizaciones

Madrid es la comunidad autónoma con menor gasto sanitario público en porcentaje de PIB

Isabel Díaz Ayuso, en la inauguración del Hospital Isabel Zendal de Madrid, el pasado 1 de diciembre

Isabel Díaz Ayuso, en la inauguración del Hospital Isabel Zendal de Madrid, el pasado 1 de diciembre / EFE

Eva Cantón

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Madrid tiene centros de salud magníficos, pero en el que atiende a sus pacientes el médico de familia de 61 años Javier Torres no es uno de ellos. Desde su consulta se ven los pies de los viandantes a través de un ventanuco que cierra mal, el local no tiene salida de emergencia y hace tres años hubo que poner trampas de cucarachas debajo de la camilla. 

Si la normativa de salud laboral se aplicara a rajatabla el centro Palma Norte, en el barrio de Malasaña, tendría que estar cerrado, pero la Consejería de Sanidad de la CAM ni siquiera lo ha incluido entre los 17 que promete renovar. “Es vergonzoso. Dicen que no hay dinero, pero sí lo hay para lo que quieren”, se queja el facultativo, que denuncia el abandono sistemático de la atención primaria por parte de los sucesivos gobiernos del PP. “Sanidad nos maltrata, así de claro. Ahora mismo estamos heridos de muerte”. 

La Asociación de Médicos y Titulados de Madrid (Amyts), sindicato mayoritario entre los médicos, habla de un déficit estructural de 600 médicos de familia. Unido a la pandemia, eso se traduce en una sobrecarga asistencial que colapsa las agendas. Un profesional puede atender al día entre 60 y 80 pacientes. Es lo que hace Irene, una pediatra de 44 años que trabaja en un centro de la periferia.

“Te quedas con la sensación de que haces las cosas mal. No puedes ver a un niño decentemente en 2 minutos”, se duele. Cree que su especialidad en la atención primaria está en peligro de extinción. En una profesión muy feminizada, los turnos de tarde y las malas condiciones laborales no ayudan, así que muchas pediatras optan por ejercer en hospitales o en la sanidad privada. Como la CAM solo cubre el 40% de las plazas libres en centros de salud, el resultado es una pescadilla que se muerde la cola. 

La situación tiene que ver con algunas cifras. Madrid es la comunidad autónoma con el menor gasto sanitario público en relación a su riqueza (8.962 millones de euros, el 3,7% del PIB) y con menor porcentaje destinado a la atención primaria (11,2% frente al 18% de Andalucía) según la Estadística de Gasto Sanitario Público (EGSP) del Ministerio de Sanidad 2019. 

El Ferrari frente a la chabola

Los datos muestran un “desprecio” hacia la sanidad pública, en palabras de Javier Padilla, médico de familia que figura en la lista de Más Madrid a las elecciones del 4-M. Hace el siguiente retrato del sistema de salud. “Es el resultado de décadas de centralización del gasto en el ámbito hospitalario, hipertrofia de las unidades especializadas y dejadez en infraestructuras y personal de la atención primaria”. 

A su juicio, eso provoca una incapacidad para responder no solo a una pandemia sino a la gestión de lo cotidiano. Padilla lo ilustra con una metáfora: “Es como tener un Ferrari delante de una chabola. Con el tiempo vas tuneando el Ferrari, pero a la chabola no le pones ni luz”.

Hospitales

Respecto a la situación de los hospitales, Madrid es un catálogo de formas de interacción entre lo público y lo privado. Desde instalaciones envejecidas hasta experimentos como el del Isabel Zendal, pasando por los de la época de gobierno de Esperanza Aguirre, casi una red hospitalaria aparte. Un sistema de vasos comunicantes en el que uno gana en detrimento del otro. 

“Cuanto mejor y más atención ofrezca a la población un gestor público menor será el sector privado. Pero entre 2010 y 2019 se cerraron en Madrid 1.200 camas en la sanidad pública. Una excusa maravillosa para mandarlos al privado. Un descaro total”, critica Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública. Si para evaluar la calidad del sistema conviene fijarse en la atención a los mayores y a quien sufre trastornos de salud mental, la CAM no logra el aprobado.

“Es la comunidad con más muertes por Covid, a pesar de ser la tercera en población. La mayoría de las residencias de mayores estaban en manos privadas y algunas se gestionan como si fueran supermercados sin ningún tipo de control. Además, la señora Ayuso decidió que estas personas, aunque gravemente enfermas, no podían salir de las residencias”, prosigue Sánchez Bayle.

El gasto en salud mental ha sufrido los mismos recortes que el resto del sistema y las listas de espera, que según la Asociación, ya eran de entre seis y ocho meses antes de la pandemia, ahora son inmanejables. A ello se añade que los servicios de rehabilitación psicosocial se han dejado en manos privadas. “Ayuso ha seguido la misma política sanitaria de Esperanza Aguirre. El único cambio es que ha hecho más visible que el foco es privatizar servicios”.

Siguiendo la pista de los números llegamos a las remuneraciones. Unidas a las condiciones laborales que rozan el ‘burn-out’ hace que Madrid no retenga los profesionales que necesita el sector público. Muchos optan por cambiar de comunidad. Luis Izquierdo es uno de ellos. En 2019, con 49 años y después de 20 años ejerciendo en Madrid, cambió su centro de salud de Alcobendas por el rural de Navahermosa (Toledo). 

Si antes ganaba 2.600 euros al mes con 2.400 pacientes asignados, ahora se lleva a casa el doble con un cupo de 1.100 pacientes. “No se por qué no vine diez años antes!”, exclama.

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