A los 75 años
Arcadi Oliveres, vida y muerte del hombre que pidió a los jóvenes: "no tengáis miedo"
Reivindicó la abolición del capitalismo desde la base de los derechos humanos y la paz

Arcadi Oliveres en su casa, el pasado día 8 de marzo. /
Arcadi Oliveres con la barba blanca mal recortada, chaqueta y zapatos gastados, en pie, micrófono en mano, ante miles de jóvenes en la plaza de Catalunya de Barcelona: "Tenéis que perder el miedo". Sí, era el 15M y allí estalló para el llamado gran público toda la experiencia vital acumulada por este economista tan particular que proclamó como principio y con una sonrisa decidida que "hay que abolir el capitalismo porque creo que es un sistema perverso que mata vidas". Ha muerto Arcadi, el activista, el pacifista, el incansable luchador por los derechos humanos desde el antifranquismo, el niño de 12 años que le robaba ya a su padre el periódico para leer la actualidad política, y que sin entrar nunca en un partido ha influido más que nadie en la izquierda catalana de los últimos años, desde un pensamiento con profundas convicciones éticas, de cristianismo de base que le han valido el respeto de casi todas las latitudes políticas e intelectuales.
Visto por su nieto Pol: "El abuelo siempre habla mucho y da charlas, y también en las escuelas, y habla de economía y de paz". Otro nieto, Marc, añade: "Y explica que el mundo está revuelto". Las miles de intervenciones de Arcadi en institutos, ateneos y plazas han sido el combustible con el que ha mantenido intacta su fe y su optimismo antropológico.
Oliveras (Barcelona, 1945) usaba la ironía y con ella atrapó a diversas generaciones de catalanes. Por ejemplo, decía que era coleccionista de oxímoron, como inteligencia militar o banca ética. Y no se arrugaba en sus charlas a la hora de denunciar con nombres y apellidos los entresijos del poder militar, político, empresarial y financiero. A los jóvenes del 15M les pidió que si creían en algo fueran hasta el final, con una caja de resistencia si era necesario pagar por ello. Y a todo el mundo que le pedía qué podía hacer para cambiar el mundo le contestaba, siempre con una sonrisa: muy sencillo, saca el dinero de los bancos, infórmate desde medios de comunicación alternativos al poder financiero, no consumas en establecimientos depredadores, vota en conciencia. Él lo hacía. Y fue de los primeros en hacer objeción fiscal a los gastos militares.
Oliveres se licenció y doctoró en Ciencias Económicas por la Universitat de Barcelona (UB), fue profesor de la Escuela de Estudios Empresariales de Sabadell, pero siempre ha preferido las charlas a los títulos. En sus años como estudiante, en plena dictadura franquista, se implicó activamente en las asambleas clandestinas del Sindicato Democrático de Estudiantes, participando en la Caputxinada de 1966.
Militó en Cristians pel Socialisme y convivió con amabilidad con la diócesis de Barcelona en la organización Justícia i Pau, que llegó a presidir y que fue un martillo de valores éticos muchos años en la discreción y la convicción de las posiciones minoritarias.
O revueltas o fascismos
Noticias relacionadasArcadi, en una charla con este cronista en 2013, dos años después del estallido del 15M, ya vaticinaba que la crisis y las desigualdades podían llevar a revueltas sociales "importantísimas" o a un incremento de "fascismos y populismos que se quieran llevar el gato al agua del desencanto". Fundó Procés Constituent, que trató sin éxito de aunar a toda la izquierda más a la izquierda. El intento se quedó en ello pero sin duda los puentes entre las familias progresistas existen, en gran medida, gracias a su mensaje: "Lo que nos une es mucho más que lo que nos separa". Y lo practicó, apoyando Ada Colau, a la CUP o a la ANC, sin perder su independencia de criterio para defender el independentismo pero añadir que no era su prioridad.
Ha afrontado la muerte como la vida: en paz, con agradecimiento y dignidad. Llevaba años con achaques. Vio morir a un hijo. Y no dejó de acudir a las charlas, y atender a todo el mundo. Si alguien quiere acceder a su ordenador, la palabra clave es: coherencia. "Tenemos suficiente capacidad (...) solo falta voluntad. Voluntad generalizada y voluntad individual para combatir el egoísmo y caminar hacia una dignidad global", sostuvo Arcadi. Sostiene Arcadi.
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