Movilización en redes
La extrema derecha importa la estrategia de Trump contra el 14-F
Cuentas y canales afines a Vox difunden conspiraciones de fraude electoral en Catalunya para criminalizar los resultados
El partido ultraderechista lanza sospechas sobre las elecciones y atiza el miedo para desmovilizar a sus rivales
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
El 10 de noviembre de 2019 Vox logró irrumpir en el panorama político español convirtiéndose en la tercera fuerza más votada del país. A pesar de su éxito mayúsculo en las urnas, la formación de extrema derecha no tardó en lanzar infundamentadas conspiraciones de “fraude electoral” y condenar al Gobierno elegido democráticamente como “ilegítimo”. Una estrategia coordinada para deslegitimar las instituciones públicas que ahora desembarca acentuada en Catalunya por las elecciones del 14-F.
En los primeros compases de la campaña electoral catalana, Vox redobló sus esfuerzos para inundar las redes sociales de sus consignas en contra del independentismo y de la inmigración, pero evitó cuestionar directamente un proceso electoral que, según las encuestas, llevará al partido ultraconservador a entrar al Parlament con una horquilla de entre 8 y 9 escaños. Como es habitual, estos bulos se han vertido a distintos canales digitales desde cuentas afines a Vox.
Sin embargo, tras la expulsión de sus miembros en las ciudades de Vic y Salt, Vox ha dado un pequeño pero importante giro en su lenguaje y ya son sus candidatos quienes abrazan abiertamente esas sospechas. “No son unas elecciones libres y democráticas”, tuiteaba Santiago Abascal. Este mensaje, ya utilizado en las elecciones gallegas y vascas del año pasado, se replicaba en el canal del partido en Telegram. “Así se busca deslegitimar las elecciones y el propio sistema”, explica Guillem Suau, doctor en comunicación de la UPF.
Desde hace semanas, seguidores de Vox alimentaban el runrún digital de que “el proceso electoral es ilegítimo” y que la votación se dará en “condiciones no democráticas”, también Juan Carlos Girauta, ex del PSOE, PP y Ciudadanos.
Siguiendo el modelo Trump
Uno de los principales focos de desinformación digital gira en torno al voto por correo, una estrategia plagiada a la seguida por Donald Trump para tratar de revertir su derrota electoral. Aunque el Tribunal Supremo y otras cortes han rechazado una tras otra todas las falsas acusaciones trumpistas, ese relato conspiranoico se ha incrustado como un mandamiento sacrosanto entre la extrema derecha, también la española, que solo ha tenido que importar esos argumentos a la realidad política catalana.
El impacto de la crisis sanitaria del covid-19 ha disparado un 350% las solicitudes del voto por correo, que han pedido 284.706 electores en Catalunya, un récord histórico. En un contexto de pandemia mundial algo así parece lógico. Pero lo que democráticamente es una necesidad, para la extrema derecha conspiranoide se convierte en una oportunidad electoral. El llammiento público a utilizar el voto por correo para evitar las aglomeraciones se transforma, para el ‘influencer’ Alvise Pérez —exasesor de Toni Cantó— en un fraude del PSOE para “cambiar papeles”.
Conspiraciones de fraude
Ese bulo, compartido más de 6.000 veces en Twitter, se ha replicado en distintos formatos. Desde canales de Youtube a comunidades más cerradas y difíciles de rastrear como las de Telegram o WhatsApp. El mecanismo se repite: una cuenta popular difunde una conspiración de “fraude”, “pucherazo” o incluso “golpe de Estado” y cientos de más pequeñas se hacen eco del bulo, facilitando su propagación. A veces, esos mensajes los comparten directamente cargos electos de Vox como David Arranz, portavoz adjunto del partido ultra en Aragón. “Vox aprovecha el trabajo ya hecho por Ciudadanos y PP para deslegitimar las instituciones catalanas y generar animadversión contra su sistema político y mediático”, señala Suau. "Carlos Carrizosa (C's) ha contribuido a ese discurso asegurando sin pruebas que los independentistas no aceptarán el resultado electoral si no les es favorable", añade el fotoperiodista Jordi Borràs, especializado en movimientos de derecha radical.
“¡No voten por correo!”, exclamaba una seguidora de Vox con casi 11.000 seguidores en Twitter. “La Generalitat se plantea no publicar los resultados de las elecciones del 14-F y que se pueda seguir votando hasta el martes 16. Piensa mal y acertarás”, remarcaba otro con casi 15.000. Se refería a la posibilidad, apoyada por la Junta Electoral Central, de retrasar el escrutinio de los votos si muchas mesas electorales no llegaran a constituirse el domingo.
Cuando estos bulos se detectan en plataformas como Facebook o Twitter, sus impulsores saltan a Telegram o WhatsApp. “Esta vez solo se podrá una vez por persona y colegio electoral”, reza un falso documento de la Generalitat que ha circulado por ahí. A pesar de ser mentira, su difusión alimenta a quienes creen en una conspiración o a quienes la utilizan para criminalizar y negar a su rival político. Otros grupos piden directamente a sus seguidores no votar en las elecciones. “Yo no voto porque Pedro Sánchez lo hará por mi”, reza un grupo de Telegram con más de 27.000 suscriptores.
Desmovilizar al rival
La estrategia del partido ultra y sus círculos digitales también se ha centrado en desmovilizar a sus rivales. Para ello, explica Suau, Vox ha “intentado generar una sensación de miedo para que los otros no voten”. Tras distorsionar temas como la inseguridad o la violencia, ha utilizado la pandemia para criminalizar al Gobierno central y, ahora, al catalán. “Sus votos, nuestros muertos”. Así resumía la diputada Macarena Olona la decisión de la Generalitat —apoyada por la Junta Electoral Central— de permitir a los contagiados ejercer su derecho a voto. Temor a acudir a las urnas.
Eso responde a que una baja participación, que apunta a solo un 57,8% según la última encuesta del GESOP, facilitaría el impulso ultraderechista. Como parte de su estrategia de desgaste en clave española, entre sus objetivos están los votantes de Ciudadanos y del PP —los más indecisos del arco—, pero también los del PSC. Esos tres partidos son los que tienen un mayor número de votantes de más de 60 años (38,7, 40,1 y 42,1%, respectivamente) y, por ende, de mayor riesgo al virus.
Una abuela catalana, hija de republicanos, afiliada a UGT y “más de 60 años votando al PSOE” que se pasará a Vox. Dejando a un lado que en 1961 España vivía bajo el yugo del franquismo, esta falsa historia se viralizó en Twitter a principios de mes incluso siendo compartida por Jordi Vivo, candidato de Vox en Figueres. Jorge Buxadé, vicepresidente de acción política del partido, compartía un mensaje similar de una conocida tuitera. Esa usuaria, con 48.500 seguidores y vinculada a otros ‘influencers’ ultra y a dirigentes como Olona, ha defendido las conspiraciones de “fraude electoral” en EEUU y en España. Ahora es el turno de Catalunya.
Suscríbete para seguir leyendo
- Una intensa granizada impacta en Barcelona y el litoral catalán
- El SMS que Hacienda está enviando a todos los que han hecho esto en su declaración de la renta
- Sumergir los pies en vinagre, la nueva tendencia que arrasa: estos son sus beneficios
- Catalunya rechaza el reparto de menores no acompañados llegados a Canarias que propone el Gobierno
- Encuesta elecciones Catalunya: El PSC se afianza en cabeza y Junts toma la delantera en su pulso con ERC
- Saltan las alarmas por el estado de salud de uno de los Mozos de Arousa
- Una familia recupera la titularidad de un piso de Girona tras varios intentos de desahucio
- Un luchador iraní es golpeado por el público y suspendido de por vida tras pegar una patada a una chica en el ring