Atentados de Barcelona y Cambrils

La fiscalía no tiene duda alguna de que los restos de Alcanar son de Es Satty, líder de la célula

Defiende no acusar por los asesinatos del 17-A en que la explosión del chalet "cambió el rumbo de los acontecimientos"

Niega que Houli colaborara con la justicia, porque solo contó los objetivos de la célula tras los atropellos

Asegura que Oukabir fue uno más de los terroristas hasta que la muerte del imán le hace apartarse

Sostiene que Iazza era consciente de para qué dejaba su documentación y su furgoneta

Foto del estado en que quedó la casa de Alcanar captada el 17 de agosto, unas horas antes del atentado de la Rambla.

Foto del estado en que quedó la casa de Alcanar captada el 17 de agosto, unas horas antes del atentado de la Rambla.

Ángeles Vázquez

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La fiscal de la Audiencia Nacional Ana Noé defendió este lunes ante el tribunal que juzga los atentados del 17-A que mantiene su inicial petición de penas para los tres acusados, sin acusarles por los asesinatos que se produjeron en los atropellos de La Rambla y Cambrils, porque la explosión del 16 de agosto de 2017 de Alcanar "cambió el rumbo de los acontecimientos", aunque estos se gestaban desde que Abdelbaki Es Satty llegó a Ripoll en 2015 y, como su imán, adoctrinó a los jóvenes que constituyeron la célula.

Él era el líder, estaba obsesionado con el Al-Ándalus y "no queda ninguna duda" de que murió entre los escombros del chalet, aseguró la representante del ministerio público para tratar de atajar las sospechas que ha ido lanzando la acusación que ejerce el diputado de JxCat Jaume Alonso-Cuevillas en nombre de los padres del niño de tres años muerto en La Rambla.

Noé se remitió a los autos del juez y de la Sala de lo Penal para sostener que ni Mohamed Houli Chemial ni Driss Oukabir pueden ser acusados por las muertes, porque tras la explosión de los explosivos que preparaban para atentar contra "monumentos y sitios emblemáticos de Barcelona", como la Sagrada Familia y el Camp Nou, los otros terroristas improvisaron los atentados y no han podido ser juzgados porque fueron abatidos por los mossos.

Integración y explosivos

Por eso pide 41 años de cárcel para Houli y 36 para Oukabir por integración en organización terrorista, fabricación y tenencia de explosivos y estragos en grado de tentativa; para el tercer acusado, Said Ben Iazza, pide ocho años de cárcel por colaboración.

El teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo, ahondó en la pertenencia a la célula de los dos primeros. Houli, aseguró, no colaboró con la justicia hasta después de los atropellos y se grabó jactándose de los atentados que se iban a cometer, mientras que Oukabir solo se desvinculó tras la muerte de Es Satty. Además, sostuvo que Iazza prestó su documentación para que los terroristas compraran los precursores y les dejó la furgoneta consciente de sus intenciones.

Separar terrorismo del islam

En un informe muy estructurado, Noé fue la primera en intervenir. Lo comenzó separando el terrorismo yihadista de la religión islámica para pasar a destacar la labor de los mossos hasta localizar y abatir al autor del atentado de La Rambla, Youness Abouyaaqoub. E hizo lo propio con la colaboración internacional prestada por la fiscalía francesa, belga, marroquí y estadounidense, así como el FBI para tratar de reconstruir los viajes de los miembros de la célula de Ripoll a esos países.

Consideró irrelevante que los peritos marroquíes no vinieran a España por la pandemia a ratificar el informe que declara que el adn encontrado en Alcanar coincide con el de la madre y la hija del imán. "No queda ninguna duda de que los restos son de Abdelbaki Es Satty", aseguró apoyándose en los informes periciales realizados entre los restos cadavéricos "incompatibles con la vida" hallados en el chalet y las muestras recogidas en su vivienda y en un bote de refresco encontrada en su furgoneta, localizada en Sant Carles de la Ràpita.

A continuación se centró en tratar de desmontar los principales argumentos de la defensa: Houli no colaboró con la justicia, por lo que merece que se le aplique ninguna atenuante. Según explicó, hasta después de los atropellos de Barcelona y Cambrils, en su cuarta declaración no admitió que preparaban explosivos para cometer atentados, en una cantidad que se calcula de entre 200 y 500 kilos que pensaban meter en las 56 fundas de almohada que habían comprado para ello y que su explosión accidental y quedarse sin el jefe les llevó a improvisar los atropellos.