JUICIO

El superviviente de Alcanar dice estar arrepentido y los otros dos acusados niegan cualquier participación

El procesado por los atentados del 17-A Mohamed Houli se acoge a su derecho a no declarar

El procesado por los atentados del 17-A Mohamed Houli se acoge a su derecho a no declarar. En la foto, los acusados Mohamed Houli Chemial, Driss Oukabir y Said Ben Iazza (de izquierda a derecha) durante el juicio en su contra. / periodico

Ángeles Vázquez

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Los acusados por los atentados yihadistas del 17-A en Barcelona y Cambrils optaron por distintas estrategias de defensa, en función de la contundancia de las pruebas existentes en su contra. Mohamed Houli Chemlal, único superviviente de la explosión del chalet de Alcanar, dijo estar "arrepentido" ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga desde este martes los atropellos que causaron 16 muertos. En cambio, Driss Oukabir, que alquiló la furgoneta utilizada en la Rambla, negó incluso conocer al imán de Ripoll Abdelbaki Es Satty y basó su defensa en que no es religioso, trapicheaba con drogas y le gustaba la fiesta y las "mujeres de compañía".

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Houli Chemlal fue el primero en comparecer ante el tribunal desde el habitáculo de cristal previsto para los acusados especialmente peligrosos. Se limitó a ratificar sus declaraciones durante la instrucción y dijo estar "arrepentido" de forma "sincera".

Su defensa es más complicada que la de sus compañeros de banquillo, porque participó en la preparación de explosivos en Alcanar, que según explicó en el turno de los testigos el instructor de los atestados policiales, los terroristas querían utilizar el 20 de agosto contra el Camp Nou, aunque entre sus objetivos también había otros lugares, como la Sagrada Família y la Torre Eiffel. La explosión accidental de Alcanar el día 16 lleva a la célula a improvisar sobre la marcha los atropellos de Barcelona y Cambrils.

El inspector al frente de las pesquisas dice que otros objetivos eran la Sagrada Família y la Torre Eiffel 

Después del primero, Houli Chemlal, que se enfrenta a la petición fiscal más alta, 41 años de cárcel, fue arrestado en el hospital. La fiscal Ana Noé pidió al tribunal mostrar un vídeo que él mismo grabó mientras preparaban explosivos y soltaban proclamas terroristas Mohamed Hichamy, Youssef Aalla y Younes Abouyaqooub, los dos primeros abatidos por los mossos en Cambrils, la madrugada del 18 de agosto de 2017, y el último, autor del atropello de la Rambla, corrió la misma suerte cinco días después en Subirats.

Un favor para una mudanza

El siguiente en comparecer ante el tribunal fue Driss Oukabir, cuyo hermano Moussa fue abatido en Cambrils. Solo contestó a su abogado, Luis Álvarez Collado. Dijo que él "no era una persona ni religiosa ni practicante". Su "vida era salir de fiesta", tomar "cocaína, hachís... Ir con chicas de compañía" y "trapichear con drogas" para buscarse "la vida".

Oukabir, que se enfrenta a una petición fiscal de 36 años de cárcel, sostuvo que nunca estuvo en Alcanar ni formaba parte de la célula terrorista. Explicó que estaba en Marruecos, por la orden de alejamiento que tenía de su expareja, y que volvió por el juicio por violencia machista para evitar una orden de busca y captura. Explicó que alquiló la furgoneta para hacer "un favor" a su hermano y sus amigos, que se la pidieron para hacer "una mudanza", porque no tenían la edad necesaria para alquilarla, pero ignoraba sus planes ni, claro, participó en ellos.

El tercer acusado, Said Ben Iazza, a quien se acusa de colaboración y que se enfrenta a una petición fiscal de ocho años de prisión, señaló que prestó una furgoneta a los terroristas, a los que conocía como "clientes" de la carnicería de su tío, para transportar productos de limpieza, pero ignoraba que fuera para cometer atentados.

"Es un testigo, no un adivino"

Tras ellos llegó el turno del primer mosso que compareció en el juicio: el instructor de los atestados policiales, quien resumió con gran detalle las investigaciones llevadas a cabo desde que se produjo la explosión de Alcanar. Este episodio se relacionó con los atentados horas después del atropello de la Rambla, que improvisó Abouyaaqoub, según se desprende de una conversación que se encontró grabada en el teléfono de Hichamy.

"Accede al paseo central y a gran velocidad atropella a los viandantes que encuentra a su paso. Su recorrido es de unos 700-800 metros, quedando bloqueado por los cuerpos que se amontonan en las ruedas del coche", detalló el inspector. En total se producen 14 víctimas mortales de distintas nacionalidades y unos 300 heridos. Hubo otra víctima mortal en el atropello de Cambrils, con el que sus compañeros de célula trataron de "emularle", y Younes asesinó a "un muchacho" para llevarse su coche y salir de Barcelona. Era Pau Pérez.

El instructor de los atestados negó que se hubieran podido encontrar vínculos con otros terroristas en los viajes que realizaron algunos de ellos a París o Bélgica, donde Es Satty intentó buscar trabajo. También describió otros episodios, como la quema de sus documentos de identidad y pasaportes, lo que se considera un juramento de lealtad al Estado Islámico. Guevara le recordó que había prevista una prueba pericial sobre ello y le impidió continuar, práctica que se reprodujo cada vez que entendía que algún abogado pedía una opinión al inspector. "Es un testigo, no un adivino", respondió el presidente del tribunal a la pregunta de si entre los planes de los terroristas estaban los atropellos. 

Problemas de espacio

El juicio empezó de forma algo accidentada, al amenazar Álvarez Collado con abandonar la sala de vistas si no se le cambiaba de sitio, ya que estaba sentado detrás de los fiscales y no podía ver sus reacciones. El presidente del tribunal, Alfonso Guevara, como policía de estrados, se lo denegó. Le advirtió que las reacciones que tiene que ver son las de los acusados y los testigos, y no las de los fiscales, aunque habitualmente se sienten enfrente y no detrás.

No obstante, acabó ofreciéndole un lugar alternativo, que el letrado aceptó y la vista se inició, una vez que el presidente del tribunal, con su habitual mal genio, impidió a las partes personadas plantear cuestiones previas "al no estar previstas en el sumario ordinario", explicó.