DESDE MADRID

83 días para rescatar al PP

Pablo Casado, aplaudido por la bancada popular tras su intervención en el debate de la moción de censura de Vox a Pedro Sánchez.

Pablo Casado, aplaudido por la bancada popular tras su intervención en el debate de la moción de censura de Vox a Pedro Sánchez. / periodico

José Antonio Zarzalejos

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La negativa de Pablo Casado a secundar la moción de censura de Santiago Abascal contra Pedro Sánchez fue el pasado jueves la culminación de un largo proceso de maduración sobre la propia supervivencia del PP como alternativa de Gobierno en España, como socio homologado y homologable de los conservadores europeos liderados por Angela Merkel y como organización con capacidad de regeneración después de sus disputas internas y, sobre todo, tras los casos de corrupción que han afectado a exdirigentes de la formación que habían llegado a ser referencias para su militancia.

Según las versiones de dirigentes próximos al presidente del PP, ansiosos por plantear en términos inequívocos un discurso refundacional del partido, Casado no tenía otra alternativa: o romper con Vox, situarse en la moderación, el europeísmo y recuperar la lozanía de los mejores valores constitucionales, o seguir hipotecado por el pasado reciente de la organización -la corrupción- y rehén de las tácticas de Vox, cuyo propósito declarado consistía en infiltrarse en las bases electorales moderadas, radicalizarlas, confrontar de forma estéril con el Gobierno de Sánchez y Pablo Iglesias y diluir al PP para sobrepasarle en unas próximas elecciones.

La percepción de máximo riesgo se produjo en la sede del PP en la calle Génova de Madrid el pasado 29 de julio, cuando Abascal anunció en un pleno extraordinario del Congreso sobre el Consejo Europeo que plantearía una moción de censura al Gobierno. "No cuenten con nosotros para maniobras de distracción que refuercen a Sánchez", declaró de inmediato el secretario general de los populares, Teodoro García Egea, que ha sido una de las piezas decisivas de Casado en el tablero de la estrategia de rescate del partido.

Oferta a Mayor Oreja

El anuncio del presidente de Vox se interpretó como lo que realmente era: una agresión al PP. Más aún cuando se tuvo noticia de que la pretensión de Abascal consistía en presentar a la candidatura del Gobierno a una personalidad de relieve que fuera próxima al PP, incluso un antiguo dirigente de la formación. El presidente de Vox pensó en Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior y expresidente de los populares en el País Vasco, católico militante y hombre de profundas convicciones que, sin embargo, rechazó de inmediato la oferta. Otros tanteos resultaron tan infructuosos que Abascal asumió la candidatura pero, ya con la certeza de las próximas elecciones catalanas el 14 de febrero, situó de telonero de su intervención parlamentaria a Ignacio Garriga, diputado de Vox por Barcelona.

El cese de Álvarez de Toledo como portavoz de los populares en el Congreso fue una decisión preparatoria del golpe parlamentario del jueves

Pero entre el 29 de julio y el 22 de octubre, en esos 83 días, se sucedieron acontecimientos que afirmaron a Casado y a su reducido grupo de colaboradores en la necesidad perentoria de liberar al PP de ataduras paralizantes y del proceso agónico en el que se estaba introduciendo. En agosto, el presidente popular adoptó una decisión estratégica y preparatoria del golpe parlamentario de este jueves: cesó a Cayetana Álvarez de Toledo en su cargo de portavoz del grupo popular en el Congreso, la sustituyó por Cuca Gamarra y situó en posición más relevante a Ana Pastor. Y en un gesto muy significativo reclamó al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que asumiese la portavocía de la organización, cargo de nueva creación.

El político palentino aguantó el tirón mediático de los partidarios de la diputada por Barcelona, cuyos elogios se redirigieron hacia Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid a la que Génova ha ido comiendo el terreno -entre protestas de apoyo incondicional- a través de la gestión del consejero de Interior y Justicia, Enrique López, un magistrado al que, con una renovada capacidad de entendimiento con el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, se le ha encomendado una portavocía oficiosa del Gobierno regional para evitar los desbordamientos de la presidenta y el arbitraje con Ignacio Aguado y Ciudadanos, habitualmente a la greña con Ayuso, inducida por Miguel Ángel Rodríguez, otro personaje cuestionado por los sectores moderados del PP. En el próximo congreso regional del PP de Madrid, a celebrar en el 2021, Ayuso no será la presidenta de la organización. Génova apoya a Martínez Almeida para ese puesto de especial importancia.

A la controvertida gestión de la pandemia en Madrid -que ha suscitado acerbas críticas de los presidentes autonómicos del PP, partidarios de enfocar este asunto desde una perspectiva más empática con las inquietudes sociales, dejando al margen la competición política con el Ejecutivo central- se añadió el reciente estallido judicial del 'caso Kitchen' y la sentencia confirmatoria del Tribunal Supremo del 'asunto Gürtel', ambos hitos judiciales que reforzaban la convicción de practicar  un necesario "corte limpio e irreversible" en la trayectoria del partido.

Vox, mientras tanto, cabalgaba un discurso de superioridad moral sobre el PP, disciplinaba a los gobiernos madrileño, andaluz y, en menor medida, al murciano, y expandía su área de influencia: creación de un centro de estrategia ideológica (Fundación Disenso) dirigida por Jorge Martín Frías, antes un hombre de FAES, e impulsaba un sindicato (Solidaridad) que serviría al partido de ultraderecha para desmentir la connotación 'señoritinga' que acompaña ahora a sus dirigentes.

Alineamiento con Europa

Casado sabía desde el día 29 julio que el voto del grupo popular en la moción de censura tenía que ser negativo, pero que comunicarlo con antelación solo le granjearía una presión quizá insoportable de los sectores más duros de su propio partido y, sobre todo, de los prescriptores mediáticos que abogan por "la unidad de la derecha" para consolidar un frente político con Vox vivamente desaconsejado por los populares europeos. El grave error del Gobierno al plantear una reforma de la ley orgánica del Poder Judicial que ha alertado al Consejo de Europa y a la Unión Europea confirmó a Casado que el alineamiento con las políticas de los populares europeos es una de las claves para el futuro del PP.

El discurso de Abascal fue tan tremebundo y errático que, siendo bueno el de Casado, lo hizo aún mejor por contraste

A Casado solo le faltaba un dato para descargar su golpe sobre Vox e impugnar la coalición negativa entre Abascal y Sánchez: el discurso del político alavés. Se lo puso fácil: la pieza oratoria del candidato resultó tan tremebunda y errática que siendo bueno el discurso de Casado, lo hizo aún mejor por contraste con el de su contrincante. El efecto de la intervención del presidente popular sorprendió a muchos de los suyos y a todos los ajenos. No solo causó la "perplejidad" de Abascal, sino que mereció el elogio de Iglesias -claramente desconcertado- y aconsejó a Sánchez hacer de la necesidad virtud: proponer la paralización de la reforma del Consejo General del Poder Judicial para renegociarla con los populares, acordar también la renovación de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional y nombrar un nuevo Defensor del Pueblo que concite un consenso general.

Es posible que el PP se abra a una negociación con el Gobierno, bien a través del ministro de Justicia, bien mediante representantes de los grupos parlamentarios. Llegar a un estatus quo en el que los populares no sean percibidos como parte del problema del país sino de la solución pasa por un cierto grado de entendimiento en cuestiones de Estado con el Ejecutivo. Pero no solo. Casado reunirá a la plana mayor de la organización el próximo martes para que no se abran boquetes en las filas del partido ante lo que en Génova se prevé una "respuesta mediática" a su ruptura con Vox que este viernes ya asomaba en varios medios madrileños.

Fuentes populares sugieren que la dirección ha previsto las consecuencias del discurso de Casado y, en particular, la capacidad de Vox de complicar la gobernabilidad de MadridMurcia y Andalucía. Como la situación "no admite medias tintas", Juan Manuel Moreno Bonilla en Sevilla, Díaz Ayuso en Madrid y Fernando López Miras en Murcia mostrarían sus poderes a Vox: la disolución anticipada de los parlamentos regionales.

El dirigente del PP reunirá a su plana mayor para que no se abran boquetes ante la "respuesta mediática" a su ruptura con la ultraderecha

Hacer creíble el giro copernicano del PP exige a Casado más decisiones. Por una parte, librarle de la contaminación de personajes que, todavía con el carnet, están imputados por casos de corrupción, y por otra, enfrentarse a la crisis de Catalunya de una manera propositiva para reconectar con el espectro constitucionalista de centroderecha y cortocircuitar las ambiciosas pretensiones catalanas de Vox que, al menos hasta este jueves, barajaba un buen resultado el 14 de febrero.

Presidente por sí mismo

Una situación parece ya consolidada: Casado, elegido presidente del PP por el 57% de los votos emitidos en el congreso extraordinario celebrado en el mes de julio del 2018, ha consolidado su hasta ahora inseguro liderazgo desembarazándose de las coaliciones internas que le "tutelaban": el rajoyismo, el aznarismo y el cospedalismo. Ahora es presidente por sí mismo tras tomar la decisión que la mayoría pensaba no sería capaz de adoptar. Su discurso del jueves alteró por completo las variables fundamentales de la política española. Su reto consiste ahora en pasar de las palabras a los hechos y hacerlo esta vez en menos de 83 días.

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