A pie de calle

Un Madrid, dos visiones

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Eva Cantón

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A media mañana, el ritmo de la calle es más tranquilo de lo que cabría esperar en el meollo comercial del barrio de Salamanca. Hay gente que pasea al perro, que se sienta en una terraza a tomar café, que hace cola para comprar un pan de masa madre. Gente que sale de misa y camina entre edificios modernos y decimonónicos donde abundan las banderas de España en ventanas y balcones.

Aunque en Núñez de Balboa hace tiempo que dejaron de oírse las caceroladas que durante la primera ola de la pandemia de covid 19 pedían la dimisión del Gobierno, el ruido de fondo se parece mucho. Más que el virus, a los vecinos les preocupa la salud económica de la región, que ven amenazada por el cierre de la capital.

Tras un rifirrafe entre el Gobierno central y la Administración liderada por Isabel Díaz Ayuso, el Ministerio de Sanidad reforzará las restricciones a la movilidad y reducirá aforos y horarios en la restauración para frenar la alarmante curva de contagios de la región.

La resolución de Sanidad es de obligado cumplimiento a partir de la noche de este viernes. Díaz Ayuso “acata” la orden, pero la recurrirá en los tribunales y niega haberse levantado en rebeldía contra las medidas que el ministro Salvador Illa lleva semanas reclamando a la vista del avance del virus. Ese pulso se nota también en la calle.

“Los dos gobiernos lo están haciendo mal, pero al menos Ayuso está defendiendo la economía del territorio. No digo que no haya cometido errores, pero es que el gobierno de la nación ha estado engañándonos”, dice José, un jubilado de 76 años que trabajó en el sector de los seguros.

Argumenta que la orden del Gobierno no está avalada por el consenso “Se ensaña con Madrid con un fin político. No soporta que la derecha gobierne en la comunidad de Madrid, lo tiene como una espina clavada”, añade el jubilado, que acaba de comprar el pan en ‘levaduramadre’, la panadería en la que Raquel Gómez atiende a una fila de clientes. “La gente dice que nos van a confinar sí o sí. Eso nos mata. La economía se hunde”, reflexiona.

Cuidado con la economía

También Ana, una asturiana jubilada de 65 años, cree que hay que tener cuidado con la economía. Y que Pedro Sánchez está “obsesionado” con Madrid. “Si tienen que cerrar, que lo hagan, ¡pero no por ser un gobierno del PP!”, agrega. La dependienta de una tienda de ropa de bebé pide que el presidente tome las decisiones, que “todas las comunidades actúen por igual” y que el comercio siga adelante.

“Que se haga un seguimiento más duro de los contagiados, que se quede en casa quien se tenga que quedar y se refuerce el servicio público de metro y autobús”, reclama, lamentándose de que le deben cuatro meses de erte. “Estamos todos de deudas hasta arriba y eso causa malestar social”, prosigue.

Un economista de 49 años que prefiere no dar su nombre denuncia que el Ejecutivo central haya hecho dejación de funciones. “Como vio que era un marrón se lo ha trasladado a las comunidades autónomas y ha impuesto el confinamiento”. A su juicio, hay una “guerra de poder” entre los dos Gobiernos pero “uno tiene razón limitando las restricciones a la periferia y otro nos va a llevar a la ruina”.

El economista anónimo fue uno de los participantes en las caceroladas de abril, reconoce que volvería a hacerlo y explica los motivos: “Lo hicimos para propagar nuestra inconformidad con la gestión del Gobierno. Nos tienen confinados para que estemos callados. Estamos regidos por comunistas y nacionalistas que quieren destruir el país y pactan los presupuestos con Bildu. Este gobierno hay que quitárselo del medio. Es el peor en muchos años porque quiere destruir la unidad de España con etarras y comunistas que reciben financiación de Irán y Venezuela”.

Preocupación y desconcierto

A sus 75 años y sin pinta de querer jubilarse, a José Aurelio, párroco de la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, lo que le preocupa es la trifulca política. “Que dejen aparcadas sus disputas y sepan gestionar lo mejor posible esta terrible pandemia”, dice ante los fieles durante la adoración del santísimo. José Aurelio conoce bien el barrio en el que lleva 18 años y confiesa: “La gente está muy preocupada y muy desconcertada”.

La parroquia, que según José Aurelio, no es de ricos, reparte comida y dinero a sesenta familias todos los lunes y jueves a través de Cáritas, que recibe al año 96.000 euros al año de los feligreses de la basílica. Los que acuden dos veces por semana al templo en busca de ayuda han aumentado un 40% desde que estalló la crisis sanitaria.  “Los partidos ven más sus intereses partidistas que el bien común, y eso me duele mucho”, se lamenta el cura. 

“De una crisis económica puedes salir, del hoyo no”

Mientras, en otro barrio bien distinto, donde la incidencia acumulada de coronavirus en los últimos 14 días es de 1.148 casos por cada 100.000 habitantes, los vecinos no tiemblan ante el inminente cierre perimetral de once municipios de la comunidad.

“Lo de marzo sí fue un confinamiento. Ahora son restricciones y creo que pueden ser buenas”, define con claridad Carlos, de 46 años y portero de un hotel en Ciudad Lineal, mientras espera el resultado del test en el centro cultural Lope de Vega de Entrevías. Allí, los equipos del Summa 112, el servicio de urgencias médicas de la consejería de Sanidad de Madrid, lleva tres días realizando pruebas rápidas de antígenos.

Se trata de detectar quién tiene la infección activa. De momento, sólo hay un 1% de positividad pero también es cierto que muchos de los que reciben un SMS para acudir a la cita no lo hacen por temor a que un resultado positivo les deje en el paro. 

Isabel Díaz Ayuso cree que la orden del Ministerio de Sanidad implicará una ruina económica y volverán “las colas del hambre y del paro”, según auguró en la Asamblea de Madrid pero en Entrevías restan dramatismo.

“Aunque la economía se resienta, yo siempre digo que de una crisis económica se sale, pero del hoyo no”, reflexiona Paqui, que lleva 25 años trabajando en parques y jardines del Ayuntamiento de Madrid. A sus 66 años, a Pilar tampoco le preocupa el cierre de Madrid pero sí que la clase política esté enfrascada en “peleas” sobre el Rey en lugar de preocuparse por los ciudadanos. “Deberían pasearse un poco por aquí, por los barrios…”. 

El electricista de 62 años Antonio Apio está en la cola para realizarse la prueba y dice entender que “lo más importante sea la salud”. Cree que habrían que haberse tomado medidas antes y que son los ciudadanos los que pagan las consecuencias del enfrentamiento político entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid. “Ayuso se ha cargado los médicos y ahora pide ayuda. Es ella la que nos está aterrorizando y no el Gobierno!”, prosigue.

Juan Anaya, de 63 años propone entre bromas una solución revolucionaria: “la culpa la tiene el pueblo, porque no nos levantamos”. "Aquí no tenemos banderas de España como en el barrio de Salamanca, que son más patriotas. Aquí tenemos banderas republicanas y del orgullo guay", resume Paqui.

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