LA RELACIÓN ENTRE 'EXPRESIDENTS'

Mas-Puigdemont: ni tutelas, ni tutías

Durante 20 meses, el exlíder del PDECat apadrinó y aconsejó a su sucesor hasta que este le ocultó su marcha a Bélgica

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Xabi Barrena

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El 30 de octubre de 2017, 72 horas después de la DUI, Artur Mas se hallaba inquieto en la sede del PDECat, donde tenía que celebrarse la ejecutiva del partido. Estaba intranquilo por  el retraso de Carles Puigdemont. En ese momento, una alerta de EL PERIÓDICO desveló que el ya ‘expresident' se hallaba en Bruselas. Y a Mas se le escapó (o no) el exabrupto o insulto por antonomasia. Él, que hasta ese momento había sido su valedor, confesor, defensor y aliado, no sabía nada.

El libro ‘M'explico', autorizado por Puigdemont y que incluye 201 referencias a su antecesor, añade más astillas a la herida relatando como , ya en la sede, coincidió en el ascensor con Ramon Tremosa y su asesor, Aleix Sarri, que sí sabían del paradero de Puigdemont. Y un ignorante Mas les dijo: "Ahora tenemos reunión, a ver qué querrá hacer el ‘president".  A lo que el dúo repuso "Sí, veremos..."

Todo había empezado  con la llamada de Mas el 9 de enero del 2017: "Hola Carles, soy el ‘president' Mas. ya sabes por qué te llamo. ¿Hace falta que hablemos?". El libro destila respeto hacia Mas. Desde que, en la toma de posesión ambos "empataron" a peticiones de selfis, a la muestra del heterodoxo sentido del humor del ‘president' saliente cuando, ya en el despacho, le anticipa que "no hay manual de instrucciones".

Consejero y valedor

Puigdemont pide a Mas que le acompañe en sus primeros contactos con el "poder económico y mediático".  Y le sirve de ejemplo, en cuanto al uso de la información por parte de los servicios del Estado. Y recibe consejos y advertencias.

Según transpira el libro, , Mas lo tutela. Seguramente como Manuel Fraga interpretó ese verbo cuando, ante la acusación de que mantendría su influencia sobre su sucesor, José María Aznar, rompió la carta de dimisión que le había hecho llegar el que sería presidente del Gobierno al grito de "ni tutelas, ni tutías".

"A Mas se le considera una persona distante, fría y calculadora. Y es una etiqueta injusta", afirma encandilado Puigdemont. Y, sobre la renovación del PDECat, para alejarse de CDC, asevera que "Mas lo tiene claro. Mucho más claro de lo que la gente piensa". 

El exalcalde de Girona, al menos en esos primeros meses, a lo largo de 2016, sigue a rajatabla lo que le aconseja su antecesor: "No mires la prensa, no vivas pendiente de lo que dicen y haz lo que debas hacer". 

Enemigo común

Se reunían periodicamente. De hecho, es una condición de Puigdemont. Ahí atiende a la experiencia de Mas. Aunque con el tiempo aprende a volar solo, al menos en las reuniones con los poderes económicos.

Comparten, además, enemigo, y eso une mucho. Tras alguna trifulca con ERC, Puigdemont rememora. "Mas le dijo: 'A mí, Junqueras, también me lo hizo alguna vez'. En el momento del relevo, Mas le avisó de que uno de los peligros era la probable deslealtad de ERC", cita Xevi Xirgu en el libro.

Mas creía que el referéndum "no se iba a poder hacer" por la oposición del Estado. Pese a todo le dio apoyo. Todo. Y defendió a Puigdemont a gritos en el  agitado 26 de octubre. "¿No veís que lo estáis mandando a la cárcel 20 años?",  espetó Mas a, qué cosas, a Josep Rull y Jordi Turull. Pero lo que no sabía es que Puigdemont tenía, en verdad, otros planes. Aleix Sarri, sí

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