DIADA 2020

Una ofrenda floral desangelada

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Júlia Regué

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Sin público, sin orquesta y sin la guardia de honor de los Mossos d’Esquadra, las pequeñas comitivas de instituciones, partidos y sindicatos desfilaron hasta los pies del monumento a Rafael Casanova tocadas las nueve de la mañana. Barcelona acogía desierta la Diada más atípica de la história del ‘procés’, que empezó con el  homenaje anual al mártir del 1714, pero lleno de excepcionalidad por las medidas sanitarias. Els Segadors sonaron contadas veces y a cargo de las comitivas que incluían músicos. 

El ‘president’ de la Generalitat, Quim Torra, arropado por el ‘vicepresident’ Pere Aragonès y la ‘consellera’ de Presidència Meritxell Budó, ofició el único acto institucional de la jornada. Hizo lo propio el presidente del Parlament, Roger Torrent, acomapañado por una reducida representación de la Mesa (Josep Costa, de JxCat; Rut Ribas, de ERC; y David Pérez, del PSC) y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, así como la presidenta de la Diputación de Barcelona, Núria Marín.

Distancia, mucha. Mascarillas, todas. ¿Y algomeraciones? Ninguna. Todos los oradores se refirieron a la pandemia que se lleva por los aires aquello que llamábamos cotidianiedad. Los independentistas se conjuraron para que fuera la última Diada con dirigentes encarcelados –ERC pidió prepararse para otro referéndum y JxCat planes concretos para aparcar las rencillas– y abogaron al unísono por la amnistía. 

La ofrenda también fue el reflejo del nuevo tablero político catalán y de las disputas que acarrea. El PNC se estrenó en su primera Diada con Marta Pascal al frente, el PDECat se enmarcó en la "centralidad del independe ntismo" en pleno choque con el ‘expresident Carles Puigdemont, y Junts lució su nuevo logo para renovar su imagen.

El discurso de Torra exigiendo al Rey y al Gobierno que "pida perdón" por el asesinato de Companys se coló en las preguntas de los periodistas. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, replicó que el mejor homenaje es la nueva ley de memoria democrática que prepara el Ejecutivo central, extremo al que también se acogieron los ‘comuns’.

A la cita no faltaron los reducidos grupos independentistas xenófobos al grito de "Catalunya catalana" y tampoco el periodista Cake Minuesa, que acudió a los pies del monumento con una bandera de España que enervó a algunos presentes. Los Mossos d’Esquadra acompañaron al reportero fuera del perimetro.

Transversalidad

La fotografía de la mañana se la llevó Òmnium Cultural. La entidad llenó el paseo de Lluís Companys con hasta 2.850 sillas vacías para exigir la amnistía de los "represaliados" por el ‘procés’ desde el 2017.

Y con este mensaje, y la potente imagen, logró volver a desmarcarse de la ANC y presumir de transversalidad en un acto en el que sí participaron dirigentes de los ‘comuns’. El evento estaba cerrado al público y los participantes accedían al perimetro y desfilaban entre el entramado de sillas para nombre a una de ellas. 

El jefe del Govern colocó en uno de los asientos de la fila principal el nombre del ‘expresident’ Carles Puigdemont y el del presidente de Òmnium, Jordi Cuixart: "Los dos presidentes",  espetó Torra acompañado por el vicepresidente de la entidad organizadora, Marcel Mauri. Aragonès recordó al jefe de ERC, Oriol Junqueras, y a la secretaria general del partido, Marta Rovira; mientras que Torrent homenajeó a la expresidenta de la Cámara catalana, Carme Forcadell, y a la ‘exconsellera’ Dolors Bassa.

En un breve discurso, Mauri advirtió al Gobierno de que "si quiere enmendar la injusticia que ha cometido, si quiere abandonar la vía de la represión y la doctrina de Vox, si quiere resolver el conflicto por vías políticas, como presumía esta semana Pedro Sànchez, lo tiene fácil: reconocer el derecho a la autodeterminación y aprobar una amnistía", espetó. 

Al independentismo le recetó diálogo ante la posible inhabilitación del ‘president’: "Entre todos, y con valentía política". Las sillas permanecieron vacías.