III aniversario del 17-A: la amenaza

Ciento treinta yihadistas que salieron de España hacia Siria están en paradero desconocido

Detención en Almería del rapero y yihadista Abdel Majid Abdel Bary

Detención en Almería, el pasado 20 de abril, del rapero y yihadista internacional de origen egipcio Abdel Majid Abdel Bary. / CNP

Juan José Fernández

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De 200 yihadistas con origen, vínculos, residencia o nacionalidad española que se fueron a Siria para combatir por el DAESH, 130 permanecen en paradero desconocido una vez derrotado el autodenominado Estado Islámico, confirman fuentes de la Policía.

Las Fuerzas de Seguridad y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) vigilan constantemente los movimientos de los islamistas, mayoritariamente de origen marroquí, que, dejando sus domicilios en Ceuta y Melilla o la península, se enrolaron como soldados 

Por su entrenamiento y fanatismo, los combatientes retornados son un peligro de primer orden para la seguridad en Europa

voluntarios. El listado, con aportaciones de Policía, Guardia Civil, Mossos y CNI, suma 200. A alrededor de 60 se les da por muertos, según las informaciones que han podido recabar las Fuerzas de Seguridad. Dieciséis han vuelto a España; ocho de ellos están en prisión. De 130 no hay pistas. O han muerto en Siria, o están en campos de concentración, o se han infiltrado en campos de refugiados –donde están una docena de mujeres que les acompañaron también desde España-, o viajaron a otros países o, en fin, y esta es la posibilidad más peligrosa, han vuelto.

Por su entrenamiento militar y grado de fanatismo, los combatientes retornados son considerados como un peligro de primer orden para la seguridad de toda Europa. De hecho, el control de los voluntarios internacionales del DAESH (técnicamente los FTF, o Foreign Terrorist Fighters) es uno de los tres objetivos prioritarios de la lucha antiyihadista en España. Los otros dos son el control de los actores solitarios y su tráfico en internet, y la detección de reuniones de grupos conducidos por un tutor o propagandista que evolucionan a células islamistas, como fue el caso de Ripoll.

Confinado en Almería

La tranquilidad del confinamiento, con medio país parado, solo era aparente en el frente policial islamista. Una operación de la Comisaría General de Información de la Policía en Almería, el pasado 20 de abril, ha dado idea de la inminencia y del volumen del peligro que suponen los retornados.

Ninguno de los yihadistas detenidos en España en el último año había tomado tantas y tan eficaces precauciones para preservar su clandestinidad como Abdel Majed Abdel Bari, uno de los más violentos, mediáticos y buscados verdugos del yihadismo, rapero londinense de origen egipcio, quien, una vez enrolado en Siria, se grababa en vídeo mostrando las cabezas de sus víctimas.

A este terrorista lo capturó la Policía en un modesto piso del número 20 de la calle Cádiz, en el extrarradio de Almería, en compañía de dos subordinados. Uno de ellos le hacía de escolta. El otro se encargaba de labores logísticas. Los tres habían entrado en España en patera, una lancha rápida con la que cruzaron el mar de Alborán desde Argelia.

Ya en Almería, les favorecía el confinamiento: apenas salían de su piso alquilado y, cuando lo hacían -nunca los tres juntos- las mascarillas les daban un plus de anonimato.

Se ha hecho cargo del caso el Juzgado Central de Instrucción 3 de la Audiencia Nacional, el mismo que investiga a la célula de proselitistas desarticulada por la Policía en Badalona el pasado 8 de julio, y cuyo líder, un marroquí, también se había ido a Siria a combatir.

Dinero para volver

Abdel Bari no es un retornado a España, sino a Europa. La Policía no ha descartado la posibilidad de que solo estuviera aquí de paso.

Con sus dos ayudantes había alquilado el piso de Almería con un dinero que muy probablemente procede de la hawala. Así se denomina a la cadena de confianza para la transmisión de pequeñas cantidades, o remesas,

España es parte importante para la oficina de remesas europeas para el DAESH

donadas por integristas de Europa para el DAESH. Por esa confianza, un pequeño empresario, un tendero, un modesto profesional, entregará dinero en Siria a algún captador de fondos del califato, con la seguridad de que alguien, a su vez, le dará el dinero a él.

España es una parte no menor de la gran oficina de remesas que es Europa para la hawala. Y las fuentes policiales consultadas sostienen que la mayor parte de esa recaudación, que antes servía para financiar la guerra en Siria, se destina ahora a la ayuda al retorno de yihadistas europeos. Se lo confirma la información capturada a un remesador detenido el 9 de junio en Madrid, eslabón de una cadena que se extiende a otras dos operaciones previas contra la hawala con ramificaciones en el norte de África.

Ojos fuera

Pero no todos los yihadistas pueden recibir el dinero. Una parte de los 130 FTF salidos de España y en paradero desconocido pueden estar prisioneros en el Kurdistán. Diversas fuentes de oenegés relacionadas con las milicias kurdas han referido la captura de yihadistas que se presentaban como “isbani”, españoles.

El Ministerio del Interior ha reiterado en diversas ocasiones que no tiene constancia oficial de su existencia, ni, por tanto, de que estén cautivos. Pero las autoridades kurdas son unas de las vías esenciales para la captación de información en la lucha antiyihadista.

Igual que en los tiempos de ETA fue clave la colaboración francesa, portuguesa e iberoamericana, en materia de terrorismo islámico es  insustituible para los servicios de inteligencia españoles la ayuda informativa marroquí, argelina, libanesa, turca, kurda, pakistaní y de Bangla-Desh.

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