evita revelar su paradero

Sánchez aplaude frente a Podemos la salida de Juan Carlos I: "Es adecuada"

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / periodico

Juan Ruiz Sierra

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Todas las acciones y palabras de Pedro Sánchez sobre la salida de España por parte de Juan Carlos I, cercado por los casos de corrupción, se dirigen a un único objetivo: proteger a Felipe VI. Con el país en un crisis sanitaria, social, económica y territorial, lo último que quiere el presidente es que las sospechas sobre el rey emérito desemboque también en una crisis institucional que puede llevarse por delante al actual jefe del Estado. En su tradicional comparecencia veraniega para hacer balance de las iniciativas llevadas a cabo por el Ejecutivo, un día después de la marcha de Juan Carlos I, Sánchez defendió este martes a la Casa del Rey, insistió en que el Monarca ha sabido "apartarse" de su antecesor y pidió que los actos del padre no salpiquen al hijo y a la institución que representa.

Sánchez, desde la Moncloa, echó mano de la historia reciente de España, prolija en escándalos de formaciones políticas, empresariales y sindicatos. "Ha habido casos de corrupción que afectaban a los partidos y los agentes sociales y no se han puesto en cuestión ni a los partidos ni a los agentes sociales. Aquí no se juzga a instituciones, se juzga a personas", dijo el jefe del Ejecutivo, en una respuesta preparada al milímetro. Es decir, los presuntos negocios opacos de Juan Carlos I, con cuentas millonarias en Suiza, comisiones ilegales y posibles impagos a Hacienda, son solo suyos, no de Felipe VI. 

Pero la tesis del presidente no es compartida por todo el Gobierno. Unidas Podemos, un partido militantemente republicano, discrepa del cortafuegos de Sánchez al jefe del Estado. Los morados, a través de Pablo Iglesias y de Irene Montero, señalan que no se puede separar al hijo del padre, critican la marcha del rey emérito ("es indigna" y "deja a la Monarquía en una posición muy comprometida", escribió el vicepresidente segundo) y denuncian que no se les informase.

"Los despachos entre el jefe del Estado y el presidente del Gobierno son reservados y confidenciales", se defendió Sánchez, intentando no avivar la tensión. "Este es un gobierno de coalición –añadió-. En algunas cuestiones tenemos diferencias".

Esta es una de ellas, quizá la más clara. El PSOE sigue teniendo una vena republicana (sobre todo entre sus bases, no tanto entre sus dirigentes), pero es al mismo tiempo uno de los principales sostenes de la Casa del Rey. Y lo seguirá siendo. "El Gobierno que yo presido considera plenamente vigente el pacto constitucional, que incluye la Monarquía parlamentaria", dijo el presidente. Pero las diferencias con Podemos van más allá. Los morados ven detrás de la marcha ("huída", dicen) de Juan Carlos I, que no está siendo investigado por los tribunales suizos y españoles pero lo puede ser en el futuro, un intento de eludir sus responsabilidades judiciales. Sánchez no. En varias ocasiones recordó que el rey emérito, a través de su abogado, anunció el lunes que está a disposición de jueces y fiscales.

Pero el presidente, sobre todo, insistió en ensalzar la figura de Felipe VI, por su "ejemplaridad", por haber sabido "marcar distancias" con su padre y por la decisión "adecuada" de que este se marche de España, una iniciativa que el presidente endosó únicamente al jefe del Estado, pese a que el propio Sánchez estaba al tanto y presionó para que diera el paso. Y sobre dónde se encuentra Juan Carlos I (algunos medios hablan de Portugal; otros de la República Dominicana) y de qué vivirá, nada. El líder socialista eludió contestar a ambas preguntas.