INGRESO EN PRISIÓN

Más de dos años de cárcel para un inspector de Mossos por las cargas del 15-M

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Guillem Sànchez

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La Audiencia de Barcelona ha condenado a dos años y cuatro meses de cárcel y a suspensión de cargo público a Jordi Arasa, inspector de los Mossos d'Esquadra, por las cargas policiales en la acampada de indignados en la plaza de Catalunya de Barcelona, el 27 de mayo de 2011. Histórico jefe de la unidad de antidisturbios de Barcelona, Arasa se ha visto mezclado en varias polémicas, algunas de las cuales han terminado en los juzgados, por actuaciones de orden público. En el 2014 ya fue condenado a pagar una multa económica por golpear ese mismo día a David Fernàndez, que sería diputado de la CUP tiempo después. Finalmente ha sido castigado con dureza y, si su defensa no presenta un recurso, deberá ingresar en prisión en los próximos días. 

Arasa afrontó este último juicio el pasado mes de febrero. Acudió vestido de uniforme policial para declarar por su actuación en unos hechos sucedidos hace nueve años y que dieron la vuelta al mundo: el desalojo violento de la céntrica plaza barcelonesa ocupada por el movimiento de los indignados. El fallo de la Audiencia considera que los dos manifestantes que acusaron a Arasa de haberlos agredido tenían razón. En concreto, los golpes de porra que el entonces subinspector propinó a los dos indignados, según la sentencia, no estaban "justificados en ningún caso". El texto subraya que los manifestantes estaban sentados en el suelo de forma "pacífica" e intentaban impedir el desalojo de la acampada. Ambos serán indemnizados con 1.500 euros. 

La defensa de Arasa puede recurrir esta sentencia presentando un recurso. Si finalmente lo hace, Arasa no tendría que ingresar en prisión inmediatamente sino que podría esperar en libertad la nueva resolución. Por su parte, al 'conseller' d'Interior, Miquel Buch, le tocará decidir qué hace con Arasa si tal recurso, como resulta previsible, termina presentándose. Es decir, Buch podría decidir suspender a su agente de todas formas o mantenerlo en el cargo hasta que se dirima la hipotética resolución de un tribunal superior. 

En el seno del cuerpo catalán se valora la capacidad de trabajo de Arasa y su liderazgo, un policía que siempre está en primera línea de los altercados. Desde el interior de su unidad, sin embargo, despierta sentimientos contradictorios. Sus agentes lamentan la dura condena contra su jefe pero al mismo tiempo subrayan que la ARRO de Barcelona hacía tiempo que necesitaba "un cambio de aires". A Arasa se le ve como un mando "exigente" que a menudo afronta situaciones complejas de forma arriesgada, tomando decisiones que obligan a los agentes a emplearse con contundencia y, en consecuencia, a quedar expuestos a futuras denuncias judiciales como las que finalmente le han arrastrado a él.

Desde el prisma opuesto la noticia sí se acoge con más satisfacción. Arasa es alguien conocido por manifestantes y un policía especialmente enfrentado con los sectores antisistema desde hace años, con cuyos miembros coincide puntualmente en manifestaciones y desalojos. En realidad, es el antidisturbios más famoso de Barcelona y para quien taparse la cara había dejado de tener sentido. Ha estado al frente de la ARRO durante los últimos diez años.

También fue Arasa el mosso que acabó rebozado de espuma frente a la 'conselleria' d'Interior durante una protesta de los Bombers de la Generalitat contra los recortes del expresident Artur Mas. La imagen del mosso, cubierto de espuma lanzada por funcionarios del mismo Govern, tensionó la relación entre ambos cuerpos de emergencia, que siguieron chocando después frente al Parlament o con la eclosión del 'procés'. Arasa estuvo en casi todos esos episodios.