JxCat y ERC centran sus refriegas sin cuartel al ámbito parlamentario

El 'president' Quim Torra, durante una de sus intervenciones en el Parlament.

El 'president' Quim Torra, durante una de sus intervenciones en el Parlament. / periodico

Xabi Barrena

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El Govern más publicamente fracturado de la historia, merced al anuncio de futuras elecciones que hizo Quim Torra el 29 de enero, camina trastabillante hacia su cuarto mes de convivencia y, según afirma una y otra vez el ‘president’, la casi interinidad va para largo. Según algunas fuentes, puede no haber elecciones hasta febrero del 2021. En el confinamiento entre JxCat y ERC se junta todo: resquemor por agravios pasados; críticas a la actual gestión de la pandemia y táctica electoral. Sabedores de que la coyuntura les empuja casi sí o sí a volver a pactar, el duelo se establece ahora en el equilibrio de fuerzas de un futuro y eventual Govern bipartito. Es este mismo cálculo electoral el que provoca que ambos mantengan las mínimas formas en el seno del Executiu, con la salvedad de algún que otro dardo. Pero hay un campo expedito para las incursiones y refriegas sin cuartel: el parlamentario.

Ambas fuerzas  han convertido el Parlament, pero también el Congreso, en el cuadrilátero donde atizarse entre acusaciones mutuas de deslealtad. Cabe recordar que el desencadenante de la ruptura pública entre unos y otros fue la retirada de la acta de diputado a Torra, ordenada por las instancias judiciales y que los posconvergentes atribuyen a su enemigo favorito, Roger Torrent. Y aun antes, el Parlament fue el escenario, el 30 de enero del 2018, donde ERC abandonó el independentismo mágico oponiéndose a una investidura de Carles Puigdemont que nunca habría podido ser efectiva.

Esta semana y las que vendrán, el Parlament asistirá al duelo boxístico entre ambs contendientes y donde no se espera que se respeten <strong>las reglas de 'fairplay' del Marqués de Queensberry. </strong>Por ejemplo, en la votación en la Mesa sobre la creación de una comisión de investigación sobre la tragedia humana en las residencias. Asunto que ya mereció un dardo de Torra al ‘conseller’ Chakir El-Homrani, pero que es en el ámbito de los partidos donde ha hallado más eco. 

Anuncio de voto

 Los portavoces de JxCat, Eduard Pujol, y del PDECat, Marc Solsona, ya anunciaron que su fuerza se uniría con entusiasmo a la petición de la oposición. Un anuncio, el de Pujol, que cogió por sorpresa a ERC que creía estar negociando con los posconvergentes una serie de enmiendas para dar a esa comisión un enfoque más sobre el modelo (las residencias han sido un agujero negro en varios países) que sobre la gestión de las ‘conselleries’, que recaen en Esquerra, y siempre más incómodo.

A su vez, aunque los republicanos insisten que no tiene nada que ver, «nosotros actuamos por convicción, siempre hemos sido contundentes contra la corrupción y a favor de que se esclarezca todo», afirma una fuente del partido, ERC con toda probabilidad darán apoyo a las peticiones de comparecencias de Artur Mas y Laura Borràs presentadas por Cs y PSC. 

El primero como presidente de CDC cuando se cometieron las comisiones ilegales, el 3%, que el Tribunal Supremo ha reafirmado recientemente y que han supuesto pena de cárcel para el extesorero, Daniel Osacar, y el que el patido tenga que devolver 6,6 millones de euros.

Y la de Borrás deriva del dictamen de la Sindicatura de Comptes que sanciona que la diputada fracciono pagos cuando dirigía el Institut de les Lletres Catalanes para favorecer a particulares a dedo. El asunto está en manos de la justicia por presuntos delitos de prevaricación, malversación, fraude  y falsedad documental. 

El resumen es que, o bien a ambos partidos les ha dado por un ataque de transparencia cara al ciudadano (a costa siempre del socio de Govern) o ambos tratan de hundir la daga en el supuesto talón de Aquiles ajeno. Los posconvergentes dan aire al soniquete de que los republicanos no saben gestionar y, estos, alimentan los fantasmas de la corrupción convergente.

También en Madrid

En el Congreso, las diferencias también afloran sin rubor. Los duelos entre la propia Borràs y Gabriel Rufián, y las acusaciones de seguidismo de Pedro Sánchez que los posconvergentes vierten a los republicanos, eso y sobre todo el desdén con que el socialista trata a sus socios, motivaron el 'no' de ERC en la votación de la cuarta prórroga del estado de alarma.

«Nos colocamos donde JxCat nos quiere, en el monte y sin capacidad de influir. Es decir, como ellos», analiza una voz del partido que no cree, sin embargo, que sea una situación irreversible. 

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